Fátima: Los castigos de Dios, ¿y la tercera guerra mundial?
El pasado 13 de mayo se cumplieron cien años de la primera aparición de la Virgen María a tres pastorcitos en la Cova de Iría de Fátima, Portugal –Lucía de 10 años, Francisco de 8 y Jacinta de 7 años. Francisco y Jacinta eran hermanos y primos hermanos de Lucía, todos de familias pobres y humildes.
Las apariciones acontecieron todos los días 13, de mayo a octubre con la excepción de la cuarta, que aconteció el 15 de agosto en un lugar llamado Valiños. Añadimos que Jacinta y Francisco fueron canonizados por el Papa Francisco el pasado 13 de mayo.
En la sexta y última aparición del 13 de octubre, María obró el milagro del sol para comprobar su poder celestial y convencer al mundo de la veracidad de sus apariciones. Para describir este milagro, citamos el libro “Fátima Aurora del Tercer Milenio” de Juan S. Cla Dias, extraído del artículo publicado en la Folha de Sao Paulo Brasil” el 12/11/1976.
“Había llovido durante la última aparición de la Virgen el 13 de octubre.
Lucía, al terminar su coloquio con la Santísima Virgen había gritado al pueblo ‘Miren el sol’.
Se entreabrieron las nubes, y el sol apareció como un inmenso disco de plata. A pesar de su brillo intenso, podía ser mirado sin herir la vista”.
“La multitud lo contemplaba absorta cuando, súbitamente, el astro se puso a ‘bailar’. Giró locamente como una gigantesca rueda de fuego, y se precipitó sobre la multitud aterrorizada. Un único e inmenso grito escapó de todas las gargantas. Todos cayeron de rodillas en el lodo, pensando que serían consumidos por el fuego.
Poco a poco, el sol comenzó a elevarse trazando un zig-zag, hasta el punto del horizonte desde donde había descendido. Muchas de las personas que habían presenciado el milagro notaron que sus ropas, empapadas minutos antes, estaban completamente secas”.
El tema principal de esta aportación es el de los castigos de Dios que la Virgen reveló a los videntes en su aparición de julio de 1917. En la fecha de las apariciones el mundo aún se encontraba sumergido en la primera guerra mundial. Citamos lo que María dijo a los videntes: “La guerra va a terminar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor.
Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar el mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.
Para impedirlo vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados.
Si atienden mis pedidos, Rusia se convertirá y tendrán paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas”.
El mundo no cumplió con las peticiones de la Virgen. sino que al contrario se hundió aún más en raíces profundas de impiedad y pecado.
Como se sabe, el régimen comunista de Rusia cumplió el castigo de Dios que había sido predicho por María a los pastorcitos de Fátima: la Unión Soviética provocó guerras, persecuciones a la Iglesia, el martirio de muchas personas, y la aniquilación de muchos países.
Además, como parte del castigo surgió la segunda guerra mundial, que causó incontables muertes y terribles sufrimientos en todo el mundo.
Lamentablemente, el mundo actual se encuentra sumergido aún más en la impiedad y el pecado: el aborto; la eutanasia; la destrucción de la familia; el cometimiento casi generalizado de pecados de abuso de la sexualidad; y la falta total de fe y temor de Dios.
¿Qué podemos esperar? De hecho, el castigo de Dios ya ha comenzado, y lo estamos viviendo: los terribles ataques terroristas de Isis; las amenazas de Corea del Norte; la extensión, también casi mundial del narcotráfico; y la violación del cambio climático con grandes inundaciones, sequías, tornados, huracanes, tormentas violentas de nieve y fuertes terremotos en todo el mundo.
¿Qué podemos hacer? La Virgen María lo dijo en Fátima: orar, hacer penitencia y rezar el rosario.
Además, la Iglesia Católica ha añadido: ir a misa todos los domingos; confesare con un sacerdote católico y comulgar; respetar la vida –nunca practicar el aborto ni la eutanasia; y nunca cometer los pecados de abuso de la sexualidad.
Esperemos que estemos a tiempo para impedir el castigo de la tercera guerra mundial, que cada vez se hace más probable.