Aguantan el calor sin agua potable
Es la 1 p.m. y la temperatura avanza hacia los 100 grados Fahrenheit, pero da la sensación de que es mayor y el sol quema. Los pocos árboles que hay en la zona, apenas defienden la piel del que intenta cubrirse del sol en medio de aquel desierto donde todo está que arde.
Pensar en refrescarse con una ducha, es un lujo que algunos vecinos de este enclave al Este de El Paso piensan dos veces antes de hacerlo.
La señora Cruz y su esposo viven aquí, en medio del desierto, a unas 10 millas de Horizon Boulevard, en una comunidad donde el agua potable ha sido un bien de lujo desde hace 30 años.
En este lugar, tener agua puede llegar a costar 120 dólares al mes, y la preservación del vital líquido es un constante factor de estrés. “Hay que medir en qué se gasta, tenemos que cuidarla porque es muy cara”, dice el señor Cuéllar.
Los Cuéllar viven en una colonia llamada Cochran, un asentamiento no incorporado a ninguna de las autoridades locales que rigen en el Condado.
“Nadie quiere hacerse cargo de ellos. El municipio de Horizon dice que no tiene jurisdicción y el Condado apenas les está haciendo caso”, comenta María Covernali sobre la situación de dicha comunidad.
Y es que aquí hay unas 50 familias mexicanas y mexicoamericanas que se han asentado en subdivisiones de medio acre. Llegaron acá buscando construir el sueño de una vida mejor… y levantaron sus casas con lo que han podido.
Sin embargo, la falta de servicios básicos ya ha provocado éxodos en algunos vecinos que se cansaron de esperar a que alguien les dé una solución sanitaria.
Sus construcciones empezaron alejadas de la civilización, al precios que estaba a su alcance, con sus trabajos de obreros. Pero, debido a que las autoridades invertirían millones en colocar los servicios necesarios para urbanizarlos, decidieron prohibir este tipo de construcciones y, según fue pasando el tiempo, las autoridades locales han decidido pasarse la bola para desentenderse de proveerles servicios como agua potable, aguas negras, recolección de basura y, a veces, electricidad.
Esa es el estigma de 80 mil personas que viven en más de 200 colonias conocidas construidas en tierras que nunca fueron zonificadas para usos residenciales. Sin embargo, eso no ha detenido su crecimiento.
Los parias
Algunas de las viviendas que pueblan las colonias son “tráilas” (casas móviles) de lámina simulando ser construcciones de cemento. Otras son casas residenciales de quien ha logrado un buen trabajo, otras son apenas un cuarto de madera, de yeso o de hormigón, asegurado con un candado.
Ni siquiera pueden tener sanitarios al interior, hacen sus necesidades fisiológicas en letrinas instaladas en el patio.
En Cochran, ubicado a media milla de la calle Buffalo, las casas no tienen césped en sus patios frontales, hay mucha tierra y arbustos que no dan sombra.
Pese a ser tan disímiles, todas comparten una cosa en común: a ninguna le falta, al menos, un contenedor para almacenar agua. Este debe limpiarse una vez al mes, porque se le acumulan algas o se ensucia de arena.
El de la señora Cruz es uno con capacidad para guardar mil 200 galones de agua.
“Pero esta agua no sirve para tomar, es para lavar platos, o bañarnos. Para beber, vamos a la tienda a comprar los botes de cinco dólares. Uno por semana”, comenta el señor Cuéllar.
En promedio, una familia que vive acá compra dos recargas de aguas que van a parar a tambos que tienen capacidad de hasta 2 mil galones.
Cada tambo cuesta de 50 a 65 dólares, dependiendo del sector donde viva el cliente.
“En un día bueno, llego a hacer hasta 10 viajes. Antes eran más, pero a algunas colonias ya les pusieron el agua. Me alegro por ellos”, comenta Ezequiel Delgado, propietario de D&D Water Service, una de las dos compañías que proveen del servicio a los residentes de Horizon, Clint o San Elizario que no cuentan con el vital líquido.
Delgado se ha dedicado a la venta de agua por cerca de 16 años. Ahora está buscando retirarse y desea vender su negocio. Dice que el trabajo es mucho y que, a veces, hasta se le acumulan los pedidos.