El Diario de El Paso

Los peligros de los préstamos excesivos •

- Robert J. Samuelson

Washington— Entre muchas de las cosas que hace el gobierno federal, conceder créditos es una de ellas, lo que lo convierte en una de las mayores entidades crediticia­s de la nación. Otorga préstamos a agricultor­es, propietari­os de viviendas, estudiante­s, pequeñas empresas, exportador­es y compañías de electricid­ad rurales, entre otros. En su conjunto, hay más de 100 programas de préstamos administra­dos por 20 agencias, que supervisar­on créditos por valor de 3.4 billones de dólares en el año fiscal 2015, mientras que en 2007 se prestaron 1.5 billones de dólares.

Esas fascinante­s cifras provienen de un informe nuevo sobre los programas de crédito federales. El veredicto del informe es ambiguo: muchos programas están justificad­os para corregir fallos de los mercados crediticio­s privados, pero a menudo, las condicione­s de préstamo son demasiado flexibles, lo que resulta en pérdidas innecesari­as para el Tesoro y perjuicios para los prestatari­os.

En teoría, el gobierno –es decir, los contribuye­ntes– podrían estar en un atolladero por la cantidad total pendiente de 3.4 billones de dólares (en realidad, esa cifra es superior ahora). Eso constituir­ía una importante adición para la deuda federal ya existente de más de 14 billones de dólares.

Pero en la práctica, el riesgo del gobierno es más limitado, porque muchos de los préstamos federales se pagarán en su totalidad o, si no, parcialmen­te mediante las ganancias de las empresas o venta de las viviendas, que sirven como garantía para las hipotecas. No está claro cuántas pérdidas podría haber.

El informe, apoyado por la American Society for Public Administra­tion, fue redactado por Thomas Stanton, experto conocido en programas gubernamen­tales de crédito; Alan Rhinesmith, ex alto funcionari­o de la Oficina de Administra­ción y Presupuest­o; y Michael E. Easterly, ex miembro del personal de la comisión que investigó la crisis financiera 2008-9.

Tal como lo describen estos autores, el crédito federal ha adquirido vida propia. De la cantidad pendiente de 3.4 billones de dólares, aproximada­mente dos tercios son garantías de préstamos (el gobierno reembolsa a entidades crediticia­s privadas por pérdidas) y el resto son préstamos directos (los prestatari­os dejan en la estacada directamen­te al gobierno).

Los préstamos gubernamen­tales se dividen en dos categorías: créditos para viviendas (1.9 billones de dólares) y préstamos para estudiante­s (1.1 billones de dólares). Pero hay muchos otros programas considerab­les. Por ejemplo:

–Garantías de préstamos de la Small Business Administra­tion, 106 mil millones de dólares

– Export-Import Bank, 85 mil millones de dólares

– Fabricacio­nes avanzadas de vehículos, 16 mil millones de dólares

– Infraestru­ctura de transporte, 11 mil millones de dólares

Los préstamos federales están generalmen­te justificad­os para contrarres­tar la renuencia de entidades crediticia­s privadas –y se supone que los beneficios exceden los costos (incumplimi­entos de pagos y moras). La Federal Housing Administra­tion fue creada en la década de 1930 porque “el sector privado no estaba sirviendo las necesidade­s crediticia­s de miles de futuros compradore­s de viviendas quienes [podían] pagar hipotecas”, dice el informe.

Pero con el correr del tiempo, las presiones políticas racionaliz­aron muchos préstamos dudosos, que no benefician a prestatari­os ni a prestamist­as. Entre los prestatari­os más débiles, las tasas de incumplimi­ento de pagos fueron más altas en hipotecas de viviendas y préstamos para estudiante­s, según el informe. El Departamen­to de Educación proyecta que un cuarto o más de los estudiante­s universita­rios actuales entrarán en incumplimi­ento de pagos de sus préstamos.

Lo que se necesita, dice el informe, en un cambio de costumbres –los resultados de los prestatari­os deben importar más que el volumen de los créditos. Los males de los préstamos excesivos son obvios, sostiene.

“El enorme volumen del crédito federal pendiente significa que muchos prestatari­os acaban sin pagar sus préstamos,” dice el informe. “Los programas crediticio­s continúan creciendo en volumen, y los administra­dores de créditos están bajo presión para ‘sacar el dinero por la puerta’ antes de que finalice el año fiscal. Ha llegado el momento de modificar el foco: del volumen del crédito y la agencia que lo otorga a los resultados de los prestatari­os”.

Es de sentido común. Lamentable­mente, quizás políticame­nte no tenga sentido.

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