Los peligros de los préstamos excesivos •
Washington— Entre muchas de las cosas que hace el gobierno federal, conceder créditos es una de ellas, lo que lo convierte en una de las mayores entidades crediticias de la nación. Otorga préstamos a agricultores, propietarios de viviendas, estudiantes, pequeñas empresas, exportadores y compañías de electricidad rurales, entre otros. En su conjunto, hay más de 100 programas de préstamos administrados por 20 agencias, que supervisaron créditos por valor de 3.4 billones de dólares en el año fiscal 2015, mientras que en 2007 se prestaron 1.5 billones de dólares.
Esas fascinantes cifras provienen de un informe nuevo sobre los programas de crédito federales. El veredicto del informe es ambiguo: muchos programas están justificados para corregir fallos de los mercados crediticios privados, pero a menudo, las condiciones de préstamo son demasiado flexibles, lo que resulta en pérdidas innecesarias para el Tesoro y perjuicios para los prestatarios.
En teoría, el gobierno –es decir, los contribuyentes– podrían estar en un atolladero por la cantidad total pendiente de 3.4 billones de dólares (en realidad, esa cifra es superior ahora). Eso constituiría una importante adición para la deuda federal ya existente de más de 14 billones de dólares.
Pero en la práctica, el riesgo del gobierno es más limitado, porque muchos de los préstamos federales se pagarán en su totalidad o, si no, parcialmente mediante las ganancias de las empresas o venta de las viviendas, que sirven como garantía para las hipotecas. No está claro cuántas pérdidas podría haber.
El informe, apoyado por la American Society for Public Administration, fue redactado por Thomas Stanton, experto conocido en programas gubernamentales de crédito; Alan Rhinesmith, ex alto funcionario de la Oficina de Administración y Presupuesto; y Michael E. Easterly, ex miembro del personal de la comisión que investigó la crisis financiera 2008-9.
Tal como lo describen estos autores, el crédito federal ha adquirido vida propia. De la cantidad pendiente de 3.4 billones de dólares, aproximadamente dos tercios son garantías de préstamos (el gobierno reembolsa a entidades crediticias privadas por pérdidas) y el resto son préstamos directos (los prestatarios dejan en la estacada directamente al gobierno).
Los préstamos gubernamentales se dividen en dos categorías: créditos para viviendas (1.9 billones de dólares) y préstamos para estudiantes (1.1 billones de dólares). Pero hay muchos otros programas considerables. Por ejemplo:
–Garantías de préstamos de la Small Business Administration, 106 mil millones de dólares
– Export-Import Bank, 85 mil millones de dólares
– Fabricaciones avanzadas de vehículos, 16 mil millones de dólares
– Infraestructura de transporte, 11 mil millones de dólares
Los préstamos federales están generalmente justificados para contrarrestar la renuencia de entidades crediticias privadas –y se supone que los beneficios exceden los costos (incumplimientos de pagos y moras). La Federal Housing Administration fue creada en la década de 1930 porque “el sector privado no estaba sirviendo las necesidades crediticias de miles de futuros compradores de viviendas quienes [podían] pagar hipotecas”, dice el informe.
Pero con el correr del tiempo, las presiones políticas racionalizaron muchos préstamos dudosos, que no benefician a prestatarios ni a prestamistas. Entre los prestatarios más débiles, las tasas de incumplimiento de pagos fueron más altas en hipotecas de viviendas y préstamos para estudiantes, según el informe. El Departamento de Educación proyecta que un cuarto o más de los estudiantes universitarios actuales entrarán en incumplimiento de pagos de sus préstamos.
Lo que se necesita, dice el informe, en un cambio de costumbres –los resultados de los prestatarios deben importar más que el volumen de los créditos. Los males de los préstamos excesivos son obvios, sostiene.
“El enorme volumen del crédito federal pendiente significa que muchos prestatarios acaban sin pagar sus préstamos,” dice el informe. “Los programas crediticios continúan creciendo en volumen, y los administradores de créditos están bajo presión para ‘sacar el dinero por la puerta’ antes de que finalice el año fiscal. Ha llegado el momento de modificar el foco: del volumen del crédito y la agencia que lo otorga a los resultados de los prestatarios”.
Es de sentido común. Lamentablemente, quizás políticamente no tenga sentido.