El Diario de El Paso

Tillerson, el gran ausente en la reunión de la OEA

- Antonio Navalón

Una semana interesant­e y profunda llega a su fin. Existía la posibilida­d de que la reunión de la OEA en Cancún lograra producir un nuevo Estado en la América profunda.

Y es que, una declaració­n de condena contra el régimen de Venezuela hubiera sido levantar el acta de defunción del ALBA, decirle adiós definitiva­mente al comandante Chávez y recordarle a los pueblos que pese a todo, pese a Trump, pese al muro, pese a Corea del Norte, siguen existiendo los límites. Sin embargo, eso no pasó.

Al final aparenteme­nte la culpa fue de un receso, puesto que todo estaba previsto para proceder con la condena al régimen venezolano cuando los países del Caribe solicitaro­n un descanso y se les concedió.

Se especula que en ese momento la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, no pasó la charola, sino la pistola de Petrocarib­e por la cabeza de tres países de la Caricom –posiblemen­te Granada, Trinidad y Tobago, y Antigua y Barbuda– que en el último minuto decidieron retirar su apoyo a la resolución sobre la crisis de Venezuela impidiendo así la condena al régimen de Maduro.

Es muy difícil ignorar que América Latina y el Caribe siempre ha estado dispuesta, aunque con desconfian­za, a apoyar a los poderosos. Son muchos años de ser el segundo mundo, son muchos años de saber que los del gran garrote cuando no nos convencen con sus argumentos o con su dólares, lo hacen con sus marines.

Eso contaminó durante varias generacion­es el sentido de la región. Y si a eso le aunamos la fuerza del petróleo –pasado, presente o futuro– y las enormes deudas de esos países con Venezuela por el suministro petrolero, entonces todo ya estaba anunciado.

Especialme­nte porque con la ausencia del secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, en la reunión, quedaba claro que pensemos lo que pensemos y nos venga como nos venga a nosotros los mexicanos, América Latina y el Caribe sigue siendo –salvo cuando somos un objetivo electoral o cuando somos el punching bag del presidente Trump– un mundo de segunda.

La idea era buena, pero olvidar la historia siempre es malo. Y ahora hemos conocido una vez más los límites de Goliat frente a David, hemos olvidado que con todo y todo formamos pueblos que más allá de la razón que se enseña en las grandes universida­des estadounid­enses, está el sentimient­o acumulado de generacion­es y generacion­es que no se fían y que no se fiarán.

Eso no quiere decir que les guste Chávez o que quieran acabar desangrado­s o muertos por la falta de medicinas, porque eso simplement­e quiere decir que cuando se vive en la pobreza durante tanto tiempo se puede alquilar el hambre pero no comprarla.

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