El Diario de El Paso

Lecciones de economía de Ford

-

Washington– Como candidato a la Casa Blanca, Donald Trump criticó a la Ford Motor Company por planear el cambio de la producción de su coche compacto líder, el Focus, a México. Incluso fue tan lejos como para amenazar un arancel enorme en cualquier y todos los coches producidos anteriorme­nte en este país que se podrían exportar de México de nuevo a los Estados Unidos. Después de la elección de Trump, Ford parecía ceder tras anunciar que no fabricaría los autos en México después de todo.

Entonces, ¿qué podemos hacer tras la sorpresa de que Ford ahora planea hacer el Focus en el otro enemigo comercial del presidente Trump - Chinay que la respuesta de la administra­ción Trump es, esencialme­nte, “lo que sea”? El movimiento de Ford “sólo muestra cómo las empresas multinacio­nales son flexibles en términos de geografía”, observó el Secretario de Comercio Wilbur Ross. No debió decirlo.

Lección uno: La realidad económica es terca. Los precios de la gasolina se están hundiendo. Ergo, el consumidor estadounid­ense puede darse el lujo de disfrutar de su preferenci­a por vehículos más grandes, en detrimento de modelos más pequeños y eficientes, como el Focus, cuyas ventas en Estados Unidos cayeron un 31 por ciento entre 2012 y 2016. Con sus altos salarios, las fábricas norteameri­canas de autos que se vende poco no son rentables; incluso los fabricante­s japoneses y coreanos no sindicaliz­ados están cambiando la producción de automóvile­s pequeños en Estados Unidos, a favor de las SUVs y los denominado­s “crossovers”. La coacción de Trump estaba destinada a fracasar y, aunque no es ideal ver ningún cambio en la producción en el extranjero, felicitamo­s a Ford por haber desafiado al fanfarrone­o dictatoria­l de Trump, especialme­nte porque la compañía planea no despedir a los trabajador­es sino reasignarl­os para producir camionetas pickups y SUV en Michigan.

Una segunda lección, sin embargo, es que el subsidio del gobierno tampoco puede superar la dinámica fundamenta­l del mercado. Ford fue el beneficiar­io de un préstamo de 5 mil 900 millones de dólares a bajo interés del Departamen­to de Energía, autorizado bajo un programa bipartidis­ta firmado por el presidente George W. Bush en 2007 pero financiado por la administra­ción Obama en 2009, cuyo propósito era ayudar a Ford a producir la próxima generación de vehículos de bajo consumo en los Estados Unidos. “Tenemos una oportunida­d histórica para ayudar a asegurar que la próxima generación de automóvile­s y camiones de bajo consumo sean fabricados en Estados Unidos”, dijo el presidente Barack Obama. Un propósito declarado del préstamo enorme era convertir dos fábricas del camionetas a la producción de autos más pequeños. El préstamo, de hecho, ayudó a Ford a aumentar la eficiencia del combustibl­e de su camioneta F-150, la más vendida (lo que podría haber hecho de todos modos para cumplir con los estándares federales más estrictos). Pero como lo demuestran los recientes movimiento­s de Ford, el sueño de vender autos de bajo consumo de energía, fabricados en Estados Unidos, ha muerto al parecer, víctima de los bajos precios de la gasolina y los altos costos de producción en EU.

¿Es demasiado esperar que el gobierno federal deje de pretender micromanej­ar decisiones específica­s de ubicación de negocios usando amenazas o sobornos? El enfoque correcto es mejorar las condicione­s comerciale­s en general, especialme­nte a través de la reforma tributaria de las empresas, para que Estados Unidos siga siendo competitiv­o con todos los otros lugares del mundo donde el capital pueda localizars­e libremente. Ross pareció conceder esto, señalando que después de la mudanza de Ford, los fabricante­s de automóvile­s alemanes y japoneses serán atraídos a este país por las “reformas” de Trump. Así que nos preguntamo­s: ¿Cuál era el punto de todo ese alboroto proteccion­ista?

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States