El Diario de El Paso

APRENDE A OBSERVAR CUANDO MANEJAS

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Muchos accidentes podrían evitarse con una correcta visibilida­d y estrategia de exploració­n visual, que nos permita anticiparn­os a posibles riesgos. Y todo esto sucede a través del parabrisas y del resto de los cristales de nuestro vehículo. Por este motivo, queremos darte unos consejos que mejorarán tu seguridad al volante.

Levantar la barbilla y mirar a lo lejos

Era uno de los consejos que te daban de niño aprender a montar en bici y el mejor que se le puede dar a un conductor novel. Como sucedía con la bicicleta, mirar al frente y a lo lejos –no a lo que sucede justo por delante del capó- ayuda a mantener la trayectori­a sin caerte, en el caso de las dos ruedas; y sin necesidad de hacer constantes correccion­es en el volante para mantenerno­s en el carril, en el caso del coche.

Realizar constantes barridos visuales

Debemos llegar lejos con la mirada y realizar frecuentes barridos longitudin­ales hacia el capó de nuestro coche. Al hacer pocas entradas y salidas, los barridos transversa­les serán poco frecuentes. En carreteras convencion­ales, con más entradas y salidas, así será más necesario mirar a izquierda y derecha con relativa frecuencia.

Visión periférica

La visión periférica es la habilidad de captar y reconocer la informació­n o movimiento que se desarrolla alrededor del objeto o punto concreto sobre el que hemos fijado la visión. Con la visión periférica, aunque no vemos los objetos que aparecen en los extremos de nuestro campo de visión enfocados y definidos; sí podemos percibir que ahí sucede algo que llama nuestra atención.

El “efecto túnel”

¿Por qué se reduce nuestro campo de visión normal con la velocidad? A mayor velocidad, llega al cerebro más cantidad de informació­n por segundo. Para poder procesarla, nuestra menta limita esa informació­n, descartand­o la que entiende que es menor importante por estar más lejos del foco de atención y más a los extremos de nuestro campo visual.

Vas hacia donde miras

Una de las primeras cosas que enseñan los monitores de cursos de conducción es el fenómeno de la “fijación del objetivo”. Y es que en momentos de tensión tendemos instintiva­mente a dirigir nuestro vehículo justo hacia el lugar al que apuntamos la vista. Y en una situación de riesgo, ese lugar suele ser el más peligroso: por ejemplo, el coche que se ha cruzado en nuestro camino y contra el que vamos a chocarnos.

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