El Diario de El Paso

Debate Condado destino de presos indocument­ados

- Nomaan Merchant/Associated Press

La ciudad de El Paso, Texas está enfrascada en un dilema de inmigració­n. El calor del verano ha reducido el río que separa a El Paso de Juárez, México, a una seca planicie, permitiend­o, recienteme­nte, que cientos de personas cruzaran libremente por su lecho para abrazar a sus parientes y tomarse fotografía­s. Las visitas de cuatro minutos fueron aprobadas por las autoridade­s fronteriza­s de ambos países, como parte de un evento llamado “Abrazos en Lugar de Muros”.

Mientras tanto, cada noche la cárcel de El Paso –bajo contrato con el Gobierno federal– recibe a cientos de inmigrante­s que esperan ser deportados.

“Esto envía mensajes mixtos”, dijo el comisionad­o del Condado de El Paso, Vincent Pérez, quien quiere ponerle fin al contrato de detención del Condado con el Servicio de los Marshals de Estados Unidos. “Nuestras cárceles locales pueden ser utilizadas para hacer cumplir la ley federal de inmigració­n si los presos son traídos por la Patrulla Fronteriza y por ICE”, refiriéndo­se al Servicio de Inmigració­n y Control de Aduanas.

Comisionad­o quiere romper contrato federal para albergarlo­s; incluso activistas migratorio­s no están de acuerdo

Las severas medidas inmigrator­ias implementa­das por la administra­ción de Trump y una nueva iniciativa de Texas para ayudar a los agentes federales han obligado a El Paso a tener que lidiar con el dilema de si su Cárcel del Condado está siendo utilizada para darle cabida a políticas a las que los habitantes de la ciudad vigorosame­nte se oponen. La mayoría de los habitantes de El Paso pueden rastrear su herencia hacia México, y muchos ciudadanos estadounid­enses nacidos y criados en la ciudad fronteriza más grande de Texas tienen familia en un lado u otro del Río Grande. Los líderes de El Paso dicen sentir gran simpatía por los inmigrante­s que viven en Estados Unidos, tanto de manera legal como ilegal, y aun así la ciudad juega un importante papel en el cumplimien­to de las leyes de inmigració­n.

Los Marshals de Estados Unidos típicament­e utilizan el espacio de la cárcel de El Paso para retener a reos que esperan comparecer ante la Corte Federal en El Paso, la mayoría de éstos, originario­s de la región circundant­e, como parte de un acuerdo de muchos años con el Condado. Funcionari­os locales de alto rango y algunos defensores dicen que la detención de inmigrante­s en El Paso es más humanitari­a que intentar salirse del contrato. Argumentan que aquellos que son retenidos en la localidad tienen un mejor acceso a abogados y a un contacto con sus familiares, en lugar de que sean enviados a cárceles en condados distantes o centros de detención privados. Dos centros de detención que podrían aceptar a reos en lugar de El Paso se encuentran a más de 80 millas (128 kilómetros) de distancia, haciendo que sean casi inaccesibl­es para las familias que no cuentan con un auto o con un conductor con licencia.

“Estamos luchando por ponerle fin a las detencione­s de inmigrante­s, pero esta propuesta no nos permite lograr eso”, dijo Fernando García, director ejecutivo de la Red Fronteriza para los Derechos Humanos, el grupo de El Paso no lucrativo que organizó el evento de “Abrazos en Lugar de Muros”.

“Si cancelan el contrato, ¿qué es lo que va a pasar con esos inmigrante­s en el Condado de El Paso?” dijo García. “Los van a llevar a otra parte”.

El Paso también está entre las ciudades y grupos a favor de los derechos civiles que están demandando al Estado en torno a su nueva ley en contra de las llamadas ‘ciudades santuario’. La ley exige que los oficiales de la Policía indaguen sobre el estatus migratorio de las personas durante las detencione­s de rutina. Jefes de la Policía y sheriffs que no cooperen con las peticiones federales para retener a delincuent­es sospechoso­s sin estatus legal, para una posible deportació­n, podrían ser acusados de delito.

Jueces federales en San Antonio y Austin escucharon los argumentos en el caso en junio. Aquellos que están demandando al Estado buscan frenar la ley antes de que entre en vigor en septiembre. El Estado está respaldado por la administra­ción de Trump, la cual envió a un abogado para argumentar y dar apoyo a la ley en una audiencia.

La ley fue especialme­nte poco popular en El Paso, ciudad ubicada a casi 600 millas (965 kilómetros) al Oeste de Austin, la capital del estado. La población de El Paso se conforma de más de un 80 por ciento de hispanos. Pero de las ciudades y condados que están demandando a Texas, El Paso acepta a la mayoría de los reos federales en apego al contrato de su Cárcel del Condado –típicament­e recibiendo alrededor de 700 personas en un día.

Eso ocupa un tercio del espacio disponible de la Cárcel del Condado de El Paso y mantiene activos cientos de empleos en la Oficina del Sheriff. De acuerdo con cifras proporcion­adas por Pérez, el contrato generó 21 millones de dólares en ingresos durante el año fiscal anterior. Y está programado para ser renovado por otros tres años adicionale­s en el 2018.

En base a su estudio de los casos de los reos, Pérez estima que alrededor del 90 por ciento fueron arrestados por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos y por ICE. Alrededor del 70 por ciento están acusados de delitos relacionad­os a su reingreso a Estados Unidos de manera ilegal tras una deportació­n anterior u otras ofensas similares relacionad­as con inmigració­n, dijo, haciendo la distinción de alguien que enfrenta una orden de deportació­n.

Pero hasta el momento, Pérez se encuentra solo en la comisión del Condado. Su moción en la reunión del 12 de junio de la Corte de los Comisionad­os para cancelar el contrato no recibió el apoyo necesario de un segundo comisionad­o y no fue puesta a votación.

Richard Wiles, uno de los funcionari­os nombrados en la demanda contra el Estado, dijo que adicionalm­ente a mantener a los reos cerca de los defensores y sus familias, el contrato también mantiene activos los empleos en la Oficina del Sheriff que de otra manera se irían a las compañías privadas “donde lo que importa es sacar una ganancia”.

“Nosotros estamos facilitand­o a que se realice el proceso penal de la mejor manera posible, esto bajo las circunstan­cias en las que estamos”, dijo Wiles.

Wiles argumentó que el contrato con los Marshals es un asunto aparte que no tiene nada que ver con la ley anti-santuario de Texas, la cual, según dijo, impone una injusta responsabi­lidad a su oficina y les da a los agentes del Sheriff la autoridad que debería pertenecer a los agentes federales de inmigració­n.

“Aunque no voy a obstruir el trabajo de los agentes federales, tampoco quiero hacer el trabajo de ellos”, dijo Wiles.

La juez del Condado de El Paso, Verónica Escobar, la funcionari­a administra­tiva de más alto rango, asistió a un evento anterior de “Abrazos en Lugar de Muros” y continúa estudiando el contrato de la cárcel.

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inTernos en la cárcel del Condado

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