Lo dieron por muerto... y ‘revivió’
WEl soldado raso de primer grado de 18 años del Cuerpo de Infantería de la Marina cayó con una bala en el hombro durante un brutal combate con el enemigo que tuvo lugar a las afueras de Khe Sanh. Ese día perdieron la vida docenas de infantes de la Marina.
Al principio, Ron Ridgeway fue incluido en la lista de los desaparecidos en acción. En Texas, en su preparatoria dieron el anuncio por el altavoz.
Pero su madre, Mildred, recibió una misiva del comandante de Ridgeway diciendo haber pocas esperanzas. Y en agosto recibió un telegrama en el cual el Cuerpo de Infantería le notificó “con profundo pesar” que su hijo estaba muerto.
El 10 de septiembre fue enterrado en un cementerio nacional en St. Louis. En la lápida iban con su nombre también los nombres de otros ocho desaparecidos en la misma batalla. Su madre se fue a casa con una bandera estadounidense doblada.
Pero mientras sus compañeros y familiares lo lloraban, Ron Ridgeway permaneció por cinco años en prisiones de Vietnam del Norte, a menudo aislado, mentalmente en guerra con sus captores y luchando por una vida que técnicamente había acabado, escribió The Washington Post.
El mes pasado, a casi 50 años de sus supuesto deceso, Ridgdeway, a sus 68 años supervisor jubilado de Asuntos para Excombatientes, recordó por primera vez los pormenores de una de las historias más notables sobre la Guerra de Vietnam.
Mientras Estados Unidos conmemora los 50 años del punto más álgido de la guerra, registrado en 1967 y 68, su “regreso de la muerte” es una epopeya de perseverancia a través de combate, reclusión y maltrato.
Ridgeway tenía 18 años cuando lo capturaron, 19 cuando se realizó su funeral y 23 cuando en 1973 lo liberaron de la prisión.
“Se tiene que estar dispuesto a luchar un día a la vez”, dijo. “Se tiene que grabar en la cabeza que uno va a sobrevivir. Se tiene que creer que no lo van a derrotar, que uno va a ganar”.
Al término del combate, los sobrevivientes de la patrulla regresaron a la base de combate, dejando en el campo de batalla a los muertos.
Los superiores no consideraron prudente enviar una misión de rescate, temiendo perder aún más hombres y quedarse sin defensa para las bases, según el capitán Kenneth Pipes, el comandante de la compañía.
El 17 de marzo, Pipes escribió a la madre de Ridgeway: “Lamento no poder ofrecer ninguna base tangible de esperanza en torno al bienestar de Ronald”.
Finalmente, el 6 de abril, el Cuerpo de Infantería logró volver al campo de batalla, dijo Pipes.
De los 26 soldados desaparecidos y presuntamente muertos en acción el 25 de febrero, no pudieron identificarse los restos de nueve, según Pipes.
Las partes corporales sueltas fueron enviadas a Estados Unidos y colocadas en dos ataúdes que se enterrarían bajo la lápida que contenía los nombres de los soldados sin identificar, dijo Ray Stubge, autor del libro sobre Khe Sanh “El Batallón de los Reyes”.
El día del funeral en el Cementerio Nacional de las Barracas Jefferson estuvo soleado y fresco. La madre de Ridgeway asistió a la ceremonia, donde se ondearon banderas y realizaron los honores. El fotógrafo de un periódico tomó imágenes.
Muy lejos, en Vietnam del Norte, llovía y Ridgway se encontraba en su séptimo mes como prisionero de guerra.
Sentado solo en una celda sin ventanas junto a una cama de madera y el balde que utilizaba para sus necesidades, Ridgeway se dedicó a “inventarse” una vida.
No tenía nadie con quién hablar, y sólo se le permitía vaciar el balde una vez diaria. Por lo tanto imaginaba que se hallaba en otro lugar, que era dueño de una camioneta pick up, que tenía esposa e hijos y que iba a ir a pescar. Se trataba de un ejercicio mental, dijo. Ridgeway había sido trasladado a Laos y Vietnam del Norte. Pasó tiempo en varios campamentos en la selva, fue recluido en corrales de madera y eventualmente fue a dar a prisiones enemigas.
Tuvo piojos, malaria y disentería, y bajó 22 kilogramos (50 libras).
Durante los interrogatorios, lo golpeaban con palos de bambú y lo ataban.
Ridgeway dijo no haberse mortificado con la idea de que en su casa pensaran que había muerto. Su familia estaría bien. El trabajo de él era sobrevivir.
En enero de 1973 se encontraban en la notoria prisión Hanoi Hilton de Vietnam del Norte cuando de súbito sus captores anunciaron que antes de que Estados Unidos se retirara de Vietnam se liberaría a los prisioneros de guerra como parte del acuerdo de paz.
Ron Ridgeway fue liberado el 16 de marzo de 1973. Regresó a casa, se casó y fue a la universidad.
“Regresé básicamente entero”, dijo. “Regresé y pude vivir mi vida… Tuvimos suerte de regresar”.