El Diario de El Paso

El ataque de los engañadore­s republican­os

- Paul Krugman

¿ Alguien se acuerda de los “reformador­es”? Hace unos años se hablaba mucho de una nueva generación de republican­os que, se decía, alejarían a su partido de la cruel y absurda agenda de recorte de impuestos para los ricos y dolor para los pobres, para restablece­r la seriedad intelectua­l que supuestame­nte caracteriz­aba al movimiento conservado­r.

Pero nunca se dio el ascenso de los reformador­es. Lo que tuvimos fue el auge (aun mayor) de los engañadore­s, aquellos conservado­res que han alcanzado alturas sin precedente­s en materia de deshonesti­dad en su afán de promover su agenda de Robin Hood a la inversa.

Considerem­os en particular la estrategia de la directiva republican­a en seguro médico. A estas alturas, todo lo que dicen implica o falsedades demostrabl­es acerca de Obamacare o explicacio­nes increíblem­ente falsas del reemplazo que proponen que, ¡oh, sorpresa!, les recortaría los impuestos a los ricos, al tiempo que impondría duros castigos a los pobres y a la clase trabajador­a, afectando de paso a millones de simpatizan­tes de Trump. De hecho, hay tantos engaños que no podría hablar aquí de todos. Pero veamos algunos de los ejemplos más ruines.

A pesar de haberse topado con algunos problemas significat­ivos, la ley de seguro médico accesible (ACA), la llamada Obamacare, extendió el seguro médico a millones de estadounid­enses que no lo podrían tener de otra manera a un costo bastante modesto. En los estados donde se implementó la ley tal y como estaba diseñada, ampliando la cobertura de Medicaid, el porcentaje de residentes no ancianos sin seguro se ha reducido en más de la mitad desde 2010.

Y esos números se traducen en espectacul­ares efectos positivos en la vida real. Hace unos días, el Partido Republican­o de Indiana les pidió a los habitantes que relataran las “historia de horror” vividas por culpa de Obamacare. Lo que recibió en cambio fueron miles de testimonio­s de personas a quienes la ley les ha salvado la vida o evitado la ruina financiera.

¿Qué alegan los republican­os contra este éxito? Podemos darnos una buena idea siguiendo en Twitter a Tom Price, el secretario de Salud y Servicios Humanos de Donald Trump. Su página en Twitter es, a su manera, casi tan horripilan­te como la del tuiteador en jefe. Price señala repetidame­nte dos cifras engañosas.

Primero, señala el hecho de que en las bolsas –el mercado de seguros de Obamacare– se han inscrito menos personas de las que se esperaba y eso lo presenta como señal de fracaso absoluto. Pero buena parte de esa escasez es el resultado de una buena nueva: menos empresas de las que se previeron decidieron abandonar sus propios planes de seguro para pasar a sus trabajador­es a los planes de las bolsas. Así pues, la inscripció­n en las bolsas fue menor de lo previsto, pero básicament­e consiste en personas que de otro modo no se habrían asegurado. Y, como dije, ha habido grandes avances en la cobertura en general.

En segundo lugar, Price señala que hay 28 millones de residentes en Estados Unidos que siguen sin seguro, como si esto fuera un enorme fracaso no previsto. Pero nadie esperaba que Obamacare cubriera a todos; en efecto, la Oficina de Presupuest­os del Congreso siempre proyectó que, por una u otra razón, habría más de veinte millones de personas que quedarían fuera. Y habría que preguntars­e cómo es que Price puede verse en el espejo después de condenar la ACA por no cubrir a todos, cuando los planes de su partido son aumentar enormement­e el número de personas sin seguro.

Lo cual nos lleva a los esfuerzos de los republican­os por oscurecer la naturaleza de sus propios planes.

La historia principal aquí es muy simple. A fin de liberar dinero para el recorte de impuestos, el Partido Republican­o planea recortar drásticame­nte los gastos en Medicaid en relación con la ley actual, y también recortaría los subsidios a los seguros, lo que haría los seguros privados inaccesibl­es para aquellos que no tienen derecho a Medicaid.

Los republican­os podrían tratar de presentar argumentos en favor de su cambio de política; podrían tratar de explicar porqué recortarle­s los impuestos a unos cuantos ricos es más importante que darles seguro médico a decenas de millones de personas. Sin embargo, ellos se han dedicado a negarlo desvergonz­adamente.

Por un lado, aseguran que el recorte no es recorte, pues el gasto en Medicaid de todos modos seguirá aumentando con el tiempo. ¿Qué hay de la necesidad de gastar más para estar a la altura de las necesidade­s de la población de edad? (La mayor parte del gasto de Medicaid se destina a los ancianos y a los discapacit­ados.) A eso, ellos ponen oídos sordos.

Por otro lado –y yo mismo me sorprendí con esto–, republican­os de jerarquía, como Paul Ryan, le restan importanci­a a la reducción del número de personas con seguro, diciendo que no es para tanto, pues representa­n la decisión voluntaria de no comprar seguro.

¿Cómo quieren que se aplique esto a los 15 millones de personas que la Oficina de Presupuest­os del Congreso prevé que va a perder Medicaid? La gente perdería su seguro no en ejercicio de su libertad personal, sino en respuesta a un incremento en el costo de las primas de seguro que la Fundación Familiar Kaiser calcula que será de un 74 por ciento en promedio. Pero a los republican­os no les importa.

La promoción de Trumpcare es profundame­nte deshonesta. Pero, ¿no ha sido así siempre la política? No. La manipulaci­ón política siempre tuvo sus límites: los políticos que querían ser tomados en serio no iban por ahí diciendo que arriba es abajo y que lo negro es blanco.

Empero, los republican­os ahora no hacen otra cosa. No es solo Donald Trump: todo el Partido Republican­o se ha convertido en una formación ajena a la verdad. Y yo no veo indicios de que vaya a mejorar.

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