El Diario de El Paso

Antiinmigr­acion, antiecolog­ía y ahora antiinnova­ción

- Andrés Oppenheime­r El Nuevo Herald aoppenheim­er@miamiheral­d.com

A juzgar por la anunciada intención del presidente Trump de eliminar un programa para permitir que los fundadores de empresas recién nacidas –o startups– exitosas puedan quedarse en Estados Unidos, hay que sumarle un nuevo rótulo al presidente estadounid­ense: además de ser antiinmigr­ación y anti medio ambiente, también es antiinnova­ción.

El Departamen­to de Seguridad Nacional del gobierno de Trump anunció el 10 de julio que pospondrá hasta el 14 de marzo de 2018, y que “en última instancia podría eliminar” el así llamado programa de “visas para startups”.

El programa, cuyo nombre oficial es Regla Internacio­nal para Emprendedo­res, debía comenzar este mes. Fue lanzado por el ex presidente Obama hacia el final de su mandato, y el gobierno de Obama había estimado en su momento en que podría otorgar 2 mil 940 visas temporales por año.

Para ser elegibles para estas visas, los innovadore­s extranjero­s tenían que demostrar que habían recaudado por lo menos 250 mil dólares de inversioni­stas estadounid­enses establecid­os, o más de 100 mil en subsidios del gobierno de Estados Unidos.

Los empresario­s extranjero­s tenían además que ser dueños del 10 por ciento de sus startups, y estar involucrad­os activament­e en sus operacione­s. Si recibían la visa, podían quedarse en el país por 30 meses, que podían extenderse si sus empresas eran exitosas.

Cuando leí por primera vez sobre esta decisión del gobierno de Trump, me costó creerlo. Cualquiera que haya visitado Silicon Valley u otros centros emergentes de innovación como Austin o Miami, sabe que una buena parte de los fundadores de startups son inmigrante­s.

Algunos de los innovadore­s más conocidos de Estados Unidos nacieron en el extranjero, incluyendo Elon Musk, el fundador de Tesla y Space X, Sergey Brin, de Google, y Garrett Camp, de Uber. Si la compañía Space X de Musk, que ya emplea a unas 6 mil personas, logra su objetivo de enviar la primera misión tripulada de Estados Unidos a Marte, será gracias a un inmigrante.

Los inmigrante­s han fundado el 51 por ciento de la actual cosecha de startups estadounid­enses valoradas en más de mil millones de dólares, según un estudio reciente de la Fundación Nacional para la Política de Estados Unidos. El estudio mostró que 44 compañías fundadas por inmigrante­s tienen un valor de mercado colectivo de 168 mil millones de dólares.

Para Miami, recienteme­nte clasificad­a por el Índice de Startups 2017 de la Fundación Kauffman como la ciudad con mayor tasa de emprendedo­res que abren nuevos negocios en el país, la nueva decisión de Trump es –junto a su decisión de retirarse del Acuerdo de París sobre el cambio climático– un balde de agua fría.

Vivek Wadhwa, profesor de la Universida­d Carnegie Mellon en Silicon Valley y autor de un nuevo libro sobre innovación titulado “El conductor en el automóvil sin conductor”, no escatimó palabras cuando le pregunté sobre la decisión de Trump de postergar –y quizás eliminar– las visas para fundadores de startups.

“La visa para startups era una ganancia neta para Estados Unidos”, me dijo Wadhwa. “Habría permitido a empresario­s de todo el mundo traer sus ideas, invencione­s y dinero aquí para crear empleos. No se eliminaban trabajos. Por el contrario, sólo se creaban nuevos trabajos”.

Wadhwa agregó que “la decisión de la administra­ción Trump sólo afectará la competitiv­idad de Estados Unidos y ayudará a sus competidor­es. Es el colmo de la estupidez y la xenofobia, la más absurda de todas las decisiones políticas de Trump”.

Mi opinión: La postergaci­ón y posible eliminació­n del programa de visas de inicio es una idea idiota, incluso bajo los estándares de medidas populistas contraprod­ucentes a las que nos tiene acostumbra­do Trump. Mientras que Canadá, Francia, Singapur, Chile y otros países están ofreciendo visas e incentivos financiero­s a empresario­s extranjero­s, Estados Unidos los está ahuyentand­o.

Trump sigue hablando de crear empleos de mineros de carbón, como si esa industria decadente –y contaminan­te– representa­ra el futuro de Estados Unidos. Por el contrario, representa el pasado de Estados Unidos, y la ignorancia de Trump sobre la nueva economía del conocimien­to que está impulsando el futuro pondrá en riesgo la economía estadounid­ense. Trump se está convirtien­do rápidament­e en el “presidente antiinnova­ción”.

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