Otro tipo de muro fronterizo
Washington— Al reconocer que muchas empresas tienen problemas para salir adelante sin los trabajadores extranjeros –como el propio presidente ha encontrado en sus campos de golf en la Florida y otras propiedades– el gobierno de Trump el lunes dijo que otorgaría 15 mil visas adicionales para trabajadores estacionales de bajos salarios en los próximos Meses para las empresas que demuestren que sufrirán “daños irreparables” sin ellas.
En una administración que ha llevado el canto de “Hire American” (Contrate americano), era una señal de bienvenida que la realidad puede triunfar sobre la demagogia, al menos en circunstancias en las que el cabildeo corporativo –en este caso de la industria de la hospitalidad y de la pesca. Simultáneamente, sin embargo, la administración ha estado examinando las maneras en que Estados Unidos pueda dar vuelta de forma mucha más fría al mundo, incluso si las consecuencias incluyen un “daño irreparable” no sólo para ciertas compañías pero también para la nación.
Los síntomas más recientes de la desconfianza de la administración acerca de la sociedad abierta de Estados Unidos incluyen propuestas para reevaluar los procedimientos para estudiantes extranjeros que ya estudian en colegios y universidades de Estados Unidos y para quienes buscan visas en el extranjero que visitarían, trabajarían o buscarían refugio aquí.
Ambas propuestas se ven impulsadas por el temor, el nativismo y el uso de la seguridad nacional como pretexto para ceder a la xenofobia.
Según lo informado por The Post, los funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional están formulando un plan que impondría una nueva burocracia a los estudiantes extranjeros matriculados ya en los colegios y universidades estadounidenses donde estudian forzándolos a volver a solicitar su permanencia en Estados Unidos cada año. Teniendo en cuenta la magnitud de esa medida, más de un millón de extranjeros están estudiando aquí, un récord histórico, es una receta para la confusión burocrática y nuevas cuotas anuales cuyo efecto combinado sería el desalentar a los estudiantes de venir a Estados Unidos y quedarse aquí.
Eso socavaría los balances de los colegios y universidades y la vitalidad del país. Los estudiantes extranjeros inyectaron más de 35 mil millones de dólares directamente en la economía de los Estados Unidos en 2015, según el Instituto de Educación Internacional sin fines de lucro, y los estudiantes internacionales tienen un historial impresionante en arrancar empresas tecnológicas de éxito.
También desempeñan un papel crítico en el sostenimiento de la excelencia de muchas universidades estadounidenses, que están alarmadas por la propuesta. Sin los estudiantes extranjeros –especialmente de China y la India, las dos fuentes más grandes– muchas universidades lucharían “para realizar la investigación, para reclutar y para conservar el talento de enseñanza”, según la Fundación Nacional para la Política Americana, una organización no lucrativa centrada en la educación superior.
La administración también está considerando cambiar las funciones consulares y de emisión de visas, junto con unos 12 mil empleados y 3 mil millones de dólares en ingresos por cuotas, pasando estas funciones del Departamento de Estado a DHS.
Esta medida convertiría a Estados Unidos en un caso atípico internacional. Se anunciaría una era en la que los turistas extranjeros, los viajeros de negocios y otros serían tratados automáticamente como riesgos de seguridad, más que como socios, aliados y amigos.
Si la administración logra poner de espaldas a Estados Unidos en un mundo globalizado el resultado será debilidad y liderazgo disminuido. Estudiantes extranjeros y visitantes pueden ir a otros lugares, incluso a los rivales de Estados Unidos, que estarán muy contentos de cosechar la cosecha de la decadencia de Estados Unidos.