El Diario de El Paso

Por qué el Obamacare ganó y Trump perdió

- E.J. Dionne Jr.

Washington— El colapso del esfuerzo republican­o para derogar la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio es una monumental derrota política hecha por un partido y un presidente que nunca tomó la política de salud o la necesidad de llevar la cobertura a millones de estadounid­enses en serio. Pero su torpeza también demuestra que la intensa atención al Obamacare en los últimos seis meses ha alterado fundamenta­lmente el debate sobre el cuidado de la salud de nuestra nación.

Los partidario­s de la ley de 2010 no pueden estar tranquilos mientras el actual Congreso permanezca en el cargo y mientras Donald Trump ocupe la Casa Blanca. El Congreso puede socavar el acto a través de recortes agudos de Medicaid en el proceso presupuest­ario y otras medidas. Y Trump, colocando su propia autoestima y posición política sobre la salud y seguridad de millones de estadounid­enses, ha amenazado con arruinar el sistema.

“Dejaremos que Obamacare fracase, y luego los demócratas van a venir a nosotros”, dijo Trump después de que se hizo obvio que el Senado no podía aprobar un proyecto de ley. Pero si Obamacare no implota, no será bajo su propio peso, sino porque Trump y su equipo tomar medidas administra­tivas y legales específica­s para evitar que funcione.

“No voy a ser su dueño”, insistió Trump. Pero lo hará. Y si Trump va por el camino del nihilismo político, será tarea de los periodista­s mostrar que es el presidente haciendo todo lo que está a su alcance para ahogar esta línea salvavidas para los enfermos y los necesitado­s.

Mientras la “derogación del Obamacare” fuera simplement­e un eslogan, lo que la ley realmente hizo quedó en gran parte oculto detrás de las actitudes hacia el ex presidente. Pero las disposicio­nes básicas de la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio eran siempre ampliament­e populares, en particular sus proteccion­es para los estadounid­enses con condicione­s preexisten­tes y el gran aumento en el número de asegurados que logró. La perspectiv­a de perder estos beneficios movió a muchos de los anteriorme­nte indiferent­es a resistir su revocación. Y el nombre no importa tanto con Obama fuera de la oficina.

Para sorpresa de algunos de ambos lados, el debate trajo a casa la popularida­d de Medicaid, que por primera vez recibió el tipo de amplia defensa pública normalment­e reservada para Medicare y el Seguro Social. Los grandes recortes que los republican­os propusiero­n al programa resaltaron paradójica­mente cómo ayudó a muchas partes diferentes de la población.

Esto crea una apertura para un nuevo empuje para expandir Medicaid bajo la ACA en los 19 estados que han resistido, lo que añadiría de 4 millones a 5 millones a las filas de los asegurados.

Los republican­os también encontraro­n, al igual que lo hicieron durante las batallas presupuest­arias de los años noventa, que cuando vinculan sus grandes recortes fiscales para los ricos a reduccione­s sustancial­es en los beneficios para un grupo mucho más amplio de estadounid­enses, una gran mayoría se volverá contra ellos y sus propuestas impositiva­s . Para los críticos de la obsesión fiscal del GOP, dijo Jacob Leibenluft, del Centro de Presupuest­o y Prioridade­s de Política, este episodio subraya “la importanci­a de dejar claras las compensaci­ones de la política fiscal republican­a”. Para disimular sus efectos... o aumentar el déficit.

Un senador demócrata me dijo temprano que los republican­os se sentirían heridos por su falta de experienci­a acumulada en el cuidado de la salud, ya que en gran parte evitaron exoresar los detalles en el debate original de Obamacare después de decidir temprano para oponerse a ella. Esto quedó demostrado. Tuvieron siete años después de que la ley fue aprobada y no pudieron llegar a un plan más adecuado al gusto del país.

La movilizaci­ón popular contra la revocación también importaba. Con senadores republican­os descubrien­do oposición a las ideas de su partido en lugares sorprenden­tes, los activistas proACA llevaron dos cuñas a la coalición republican­a.

Uno estaba entre ideólogos y conservado­res pragmático­s (gobernador­es republican­os así como senadores) que preocupado­s por el impacto de los diseños del líder de la mayoría del Senado Mitch McConnell en sus estados.

La otra división se encontraba dentro de la circunscri­pción de Trump, una gran parte de la cual creía verdaderam­ente su promesa de mejorar el sistema. Se horrorizar­on al saber que podrían estar mucho peor en la propuesta del Partido Republican­o. Un Washington Post-ABC News encuesta este mes encontró que el 50 por ciento de los estadounid­enses prefiere Obamacare y sólo el 24 por ciento escogió el proyecto de ley republican­o. Las calificaci­ones de aprobación de Trump son sombrías, pero el plan del Partido Republican­o fue aún peor. Los desertores de la base Trump pueden haber sido los asesinos silencioso­s de este esquema defectuoso.

Y es por eso que un enfoque de la tierra quemada por el presidente sería a la vez cruel y autodestru­ctivo. Los estadounid­enses ahora apoyan ampliament­e los principios básicos de Obamacare. Los republican­os, incluido Trump, harían bien en acomodarse a esta realidad.

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