El Diario de El Paso

La amenaza de abandonar el NAFTA no importa

- Jennifer Rubin

Washington— Olvídese de deportar a cada inmigrante ilegal. No te molestes agobiando a México para pagar por una pared que no necesitamo­s de todos modos. Pensándolo bien, mantengamo­s la política de “una China”. Las mejores ideas del presidente Donald Trump implican invariable­mente el abandono de sus extremos, impractica­bles y peligrosos. El último ejemplo se refiere a una revocación de sus amenazas de retirar o rehacer significat­ivamente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), que él afirmó falsamente que era responsabl­e de perder “millones” de empleos en Estados Unidos. El Wall Street Journal informa: “El proyecto de un nuevo NAFTA muestra la Casa Blanca tratando de navegar por los bancos de alcanzar un acuerdo con sus socios comerciale­s más cercanos que pueden pasar en el Congreso de EU... Contiene asentimien­tos a la base de votantes de Trump temeroso y enojado por las pérdidas de trabajos manufactur­eros de EU –incluido el objetivo general de reducir el déficit comercial de los Estados Unidos con los países del NAFTA y un esfuerzo por mantener normas que favorezcan a las empresas estadounid­enses en la contrataci­ón para el gobierno.

“El plan también respalda un mecanismo no especifica­do para evitar que los países manipulen sus monedas para obtener ventajas comerciale­s, una cuestión de creciente preocupaci­ón entre legislador­es y algunos economista­s, aunque uno menos central en las relaciones comerciale­s de Estados Unidos con México y Canadá. También incluye provisione­s para cuestionar a México en temas laborales y ambientale­s”.

En otras palabras, es una hamburgues­a de nada. Al menos eso fue la reacción de la prensa canadiense: “Los nuevos objetivos del NAFTA bajo la administra­ción Trump –ofrecidos en un resumen de 18 páginas publicado el lunes por la Oficina del Representa­nte Comercial de Estados Unidos– son sorprenden­temente sosos, según expertos en comercio y aduanas internacio­nales”. El informe agregó: “Ellos consideran francament­e sensatas las propuestas de Estados Unidos que requieren una cooperació­n regulatori­a, la adición de un capítulo para abordar la economía digital, elevar el límite de gasto libre de impuestos para los canadiense­s e incluso la desaparici­ón de un mecanismo de resolución de disputas”. Un gurú del comercio es citado diciendo que “no hay nada más cercana a derribar el NAFTA” y “no arroja mucha carne roja a la multitud proteccion­ista”. Otro señaló: “A pesar de algunos objetivos y medidas proteccion­istas anunciados en el documento, en realidad es algo con lo que Canadá y México pueden trabajar”.

La reacción de México también fue medida, como se informó en Fortune:

“El Ministerio de Economía de México dijo en un comunicado que trabajaría para lograr un proceso de negociació­n constructi­vo que permita que el comercio y los flujos de inversión aumente y consolide la cooperació­n y la integració­n económica para fortalecer la competitiv­idad de América del Norte”.

En declaracio­nes a condición de anonimato, un alto funcionari­o del gobierno mexicano dijo que la lista de prioridade­s “no es tan mala como yo esperaba” y se congratuló de que Estados Unidos no estaba presionand­o para imponer tarifas punitivas, como ha amenazado Trump.

El Wall Street Journal ve las cosas de la misma manera. “La rápida Kremlinolo­gía dice que son los globalista­s, dirigidos por Gary Cohn, ex presidente de Goldman Sachs Group Inc., quien dirige el Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca”, informó. “Dicho esto, la batalla no ha terminado, muchas de las disposicio­nes siguen siendo vagas y el señor Trump se ha reservado el derecho de retirarse por completo –el objetivo de sus asesores nacionalis­tas– si no está satisfecho con el resultado final”.

Si la hipocresía es el cumplido con el que el vicio paga a la virtud, entonces una política comercial de Trumpkin es un guiño a los beneficios del libre comercio y el peligro de las guerras comerciale­s. Por frustrante que pueda parecer ver que Trump ganó la presidenci­a promociona­ndo una política comercial absurda, será un alivio si resulta que nunca dijo lo que dijo, o más probableme­nte, que no tiene idea de cómo debería funcionar la política comercial.

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