Tener un cuerpo de maestros diverso es importante
Chicago— Cuando se trata de diversificar el cuerpo de maestros de Estados Unidos para que refleje mejor el número creciente de estudiantes hispanos, cabe hacerse una gran pregunta: Si los estudiantes latinos de las escuelas públicas rara vez ven a un maestro hispano, ¿cómo es que van a ver la profesión de maestro como algo atractivo? No es una preocupación trivial.
Si bien no existen datos específicos que muestren que los estudiantes hispanos reciban un beneficio mayor de tener maestros del mismo origen, hay estudios que confirman que existe un vínculo positivo entre maestros de color y el logro académico de todos los estudiantes.
Y un estudio reciente halló que los estudiantes afroamericanos de bajos ingresos que tienen al menos un maestro afroamericano en la escuela primaria tienen probabilidades significativamente mayores de graduarse de la escuela preparatoria y de considerar ir a la universidad.
Pero mientras los beneficios de un cuerpo de estudiantes cada vez más diverso son fácilmente imaginables; rara vez se habla de un aspecto del reclutamiento de más maestros de color: Cuán difícil es realmente ser un maestro hispano en un cuerpo facultativo que es mayoritariamente blanco (sólo 8 por ciento de los maestros son hispanos). En primer lugar, convertirse en maestro es caro. No sólo hay que obtener un título universitario sino que, dependiendo del estado, hay que dar una serie de exámenes generales y de contenido que cuestan un montón de dinero.
Y como si eso fuera poco, para esos maestros altruistas dedicados a enseñar en escuelas de bajos ingresos donde la mayoría de los estudiantes son afroamericanos o hispanos y el sueldo es probablemente bajo, el gobierno de Trump amenaza con terminar el programa de condonación de préstamos por servicios públicos que ayuda a los maestros a afrontar estas tareas de enseñanza extramente difíciles.
Después está la experiencia real de ser maestro en una escuela donde hay pocos o ningún otro maestro de color, no siempre es un camino de rosas.
He tenido la suerte de enseñar en escuelas repletas de maestros y administradores comprensivos, comprometidos, altruistas y trabajadores, que harían prácticamente cualquier cosa para asegurar el éxito de todos sus estudiantes.
Pero incluso, en dichos entornos donde se hace todo lo posible para que todos los estudiantes progresen, hay maneras obvias en que los estudiantes blancos son vistos como listos para progresar mientras que los estudiantes afroamericanos e hispanos son considerados menos, demasiado pobres, demasiados desprovistos de recursos en el hogar, mucho más atrasados que sus compañeros o muy oprimidos como para triunfar.
En el mejor de los casos, estos estudiantes de color reciben recursos y atención extra de parte de adultos, aunque a veces estos esfuerzos están teñidos de lástima. En el peor de los casos, algunos niños, incluso tan temprano como en quinto grado, son dados como perdidos, insalvables.
A lo largo de mis años en educación he estado presente en reuniones donde dichos estudiantes son llamados estúpidos o inútiles. Sus padres son atacados y descritos como inservibles e inestables o comprados como novias por correo de un país extranjero. En una ocasión, mi presencia no fue suficiente para callar a una maestra que sugirió que el pico de la carrera de un estudiante hispano iba a ser llegar a conserje.
Este comportamiento, sin embargo, no es nada en comparación con el impacto que pueden tener los maestros de minorías. Puede sonar trillado, pero hay alivio e incluso felicidad pura cuando un estudiante minoritario tiene la experiencia de tener a un maestro que comparte su cultura.
Un cuerpo de maestros más diverso no es la panacea, el factor más importante para el logro estudiantil es la calidad del maestro sin importar su raza o etnia.
Pero si se pueden reclutar más estudiantes universitarios hispanos para la profesión de maestro a través de incentivos y apoyos, el modo en que los estudiantes batallan en la escuela puede comenzar a cambiar de a poco.
Enseñar no es fácil ni particularmente lucrativo en relación con otras profesiones de altas cualificaciones. Pero entrar a un salón de clases y ser el ejemplo viviente de todas las buenas posibilidades que puede ofrecer una buena educación tiene su recompensa.