SACUDIDA EN CASA BLANCA: DESPIDEN A SCARAMUCCI
Director de Comunicaciones duró en el puesto ¡10 días!
Washington— El director de comunicaciones de la Casa Blanca, Anthony Scaramucci, no duró quince días. Dos asesores de la Casa Blanca recientemente expulsados, el ex jefe de gabinete Reince Priebus y el ex secretario de prensa Sean Spicer, podrían haber sido incompetentes en sus cargos, pero sabían lo suficiente como para saber que Scaramucci sería un desastre. Desviar el centro de atención lejos del presidente nunca es una buena idea, pero exudar lenguaje soez en contra del New Yorker (como él reconoció que él intentaba que se filtrara, en vez de expresarlo como una declaración oficial) demuestra qué tan falto de juicio, de clase y de profesionalismo – incluso en la actual Casa Blanca– resultó.
Su despido se tomó inmediatamente como una señal de que el nuevo Jefe del Gabinete, John Kelly, está encima de las cosas. El Washington Post informó:
“La decisión abrupta señala que Kelly está avanzando rápidamente para asegurar el control sobre el ala oeste, que se ha caracterizado por disputas interpersonales y luchas de poder durante los seis meses de gobierno de Trump.
“El general retirado, que fue juramentado el lunes por la mañana, fue llevado a la Casa Blanca con la esperanza de que traiga disciplina estilo militar al personal de Trump. Ha sido plenamente facultado por el presidente para hacer cambios significativos en la organización, según dijeron funcionarios de la Casa Blanca y asesores externos”.
Pero vamos a retroceder por un momento. Recordemos quién empujó a Scaramucci: Jared Kushner e Ivanka Trump. Uno se pregunta cuántas ideas tontas y errores –por ejemplo, despedir a James Comey, reunirse con un banquero ruso, no revelar sus reuniones en Rusia, burlarse de la política de Catar– Kushner en particular puede acumularse antes de que la clase parlante deje de adular al primer yerno y Kelly sugiere que Kushner regrese a trabajar a su negocio de Nueva York (que sigue siendo una fuente de conflictos de interés) de tiempo completo.
Pero, por supuesto, Kushner, al igual que Scaramucci, es sólo una versión más joven del presidente Donald Trump. La dependencia de Trump de generales y multimillonarios, sus instintos vengativos, la negativa a entender (o aprender!) el conjunto de habilidades necesarias para el servicio del gobierno, los arrebatos indisciplinados y la ignorancia voluntaria han resultado en un desastre tras otro. Tal vez los fracasos y las humillaciones en serie potenciarán a Kelly y disminuirán la influencia de quienes, como Kushner, alientan la toma de decisiones podrida.
Si Kelly quiere profesionalizar al personal de la Casa Blanca y derramar la imagen de los empleados como una banda de sinvergüenzas y malos vendedores vendiendo falsedades, tendrá que hacer más que arrancar a Scaramucci. Necesitará librar las ondas radiales y los pasillos del Ala Oeste de mentirosos reflexivos como Kellyanne “Hechos Alternativos” Conway y personajes desagradables, irrestrictos como Sebastián “No Podría Incluso Obtener una Autorización de Seguridad” Gorka. Necesitará silenciar los ataques del presidente a su propio fiscal general y terminar hablar sobre el despido del fiscal especial Robert S. Mueller. Tendrá que darle al presidente un ultimátum: O evita tuits sin supervisión y argucias de matón en sus discurso, o él (Kelly) va.
En este momento, Trump necesita a Kelly mucho más de lo que Kelly necesita el trabajo. Eso le da a Kelly un apalancamiento inusual con el presidente. Esa influencia puede no durar, pero como Trump se tambalea al borde de la autoinmolación política, Kelly podría convencer a Trump de que esta es su última oportunidad para cambiar las cosas.
Despedir a Scaramucci es un buen comienzo para Kelly. La contratación de Scaramucci, sin embargo, debe servir como una hoja de ruta para erradicar a los asesores oscuros, la mala toma de decisiones y el desprecio por la experiencia.