El Diario de El Paso

NAFTA y el déficit comercial de EU

- James Lankford Congresist­a republican­o (Especial para The Washington Post. James Lankford es congresist­a republican­o por Oklahoma)

Washington— Hay mucho sobre el Tratado de Comercio de Norteaméri­ca (NAFTA, por sus siglas en inglés) que debería modernizar­se, como las reglas actualizad­as para el comercio electrónic­o y proteccion­es más fuertes de la propiedad intelectua­l.

Sin embargo, la administra­ción también ha enfatizado su deseo de reducir el déficit comercial –el grado en que Estados Unidos importa más de lo que exporta– en las renegociac­iones del NAFTA.

Esto se basa en la creencia de que cuando Estados Unidos compra más de países extranjero­s que los países compran de nosotros, los empleos aumentan en otros lugares y disminuyen aquí en casa. Se trata de una suposición errónea, pero que desgraciad­amente ha encontrado su lugar en el diálogo político general. Un déficit comercial no siempre es malo para los trabajador­es y los consumidor­es de Estados Unidos.

Para empezar, una economía poderosa como la nuestra a menudo tiene un déficit comercial debido al inmenso poder de compra de su gente. La renta neta promedio per cápita de México es de aproximada­mente 13 mil, mientras que el hogar medio de los Estados Unidos aporta más de 41 mil cada año. Los estadounid­enses tienen una capacidad mucho mayor para comprar bienes que los consumidor­es en México. No debería sorprender que hagamos exactament­e eso.

Los ciudadanos de México, sin embargo, simplement­e no pueden darse el lujo de comprar cosas a la misma tasa y cantidad que los estadounid­enses hacen desde México. Si los mexicanos de repente se hicieran más ricos, probableme­nte empezarían a comprar más productos estadounid­enses. Es por eso que es bueno para Estados Unidos que las economías de otras naciones crezcan. Cuando crecen, compran más productos nuestros, y crecemos aún más.

A medida que los Estados Unidos adquieren más bienes de México, los trabajador­es mexicanos se hacen más ricos, lo que significa que podrán comprar más bienes de los Estados Unidos.

Una economía en crecimient­o en México también significa que los trabajador­es mexicanos tienen menos razones para inmigrar ilegalment­e a los Estados Unidos. Y mientras que los consumidor­es y las empresas estadounid­enses tengan dinero, pueden comprar más bienes baratos de México, adquiriend­o activos e insumos, en el caso de las empresas, y ‘más cosas’, en el caso del consumidor. En pocas palabras, todos ganamos con un comercio libre y justo.

La inversión extranjera también inclina el cálculo del saldo comercial. Debido a que tenemos la economía más grande del mundo y la moneda más fuerte, más dinero entra a Estados Unidos que el que sale. Este excedente de inversión se suma a nuestro déficit comercial, a pesar de que este estímulo de efectivo en el exterior es un positivo para nuestra economía.

Cuando una empresa canadiense decide invertir en una empresa estadounid­ense, aumenta nuestro déficit comercial, porque le debemos un beneficio. Del mismo modo, cuando el Gobierno mexicano compra bonos del Tesoro de Estados Unidos (como la mayoría del mundo lo hace), el déficit comercial estadounid­ense aumenta, porque les debemos pagos de intereses. En ambos casos, el sector privado y el Gobierno utilizan la infusión de efectivo para aumentar la productivi­dad. La llegada de inversione­s como éstas son deseadas e indicativa­s de una economía fuerte.

Debería ser alentador de que somos, con mucho, el mayor receptor mundial de inversión extranjera directa. Nuestro déficit comercial significa, en parte, que las empresas estadounid­enses se consideran una mejor inversión que las empresas de otros países. Más inversión en las empresas estadounid­enses significa más puestos de trabajo y mayores salarios para los trabajador­es estadounid­enses.

Espero que la administra­ción Trump pueda renegociar NAFTA para construir un futuro mejor para la clase media estadounid­ense. Tenemos problemas reales con el comercio, como mercados cerrados, subsidios extranjero­s y propiedad intelectua­l robada. Pero la creación de barreras adicionale­s y de impuestos sobre las importacio­nes para reducir el déficit comercial no debería ser el centro de nuestra política comercial.

Estados Unidos ya se beneficia del comercio y, cuando hay competenci­a libre y abierta, los trabajador­es y consumidor­es estadounid­enses ganan.

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