El desarrollo urbano ahogó a Houston
Las aguas están retrocediendo en Houston, y por lo tanto, inevitablemente, es el interés nacional. Pero el huracán Harvey dejará una gran cantidad de destrozos detrás, algunos de ellos invisibles. En particular, todavía no sabemos cuánto veneno ha sido liberado por la inundación de plantas químicas, vertederos de basura, y más. Pero es una buena apuesta que más personas morirán finalmente de las toxinas que Harvey deja atrás que las que murieron durante la tormenta misma.
De todos modos, Harvey fue un desastre épico. Y fue un desastre provocado, en gran parte, por mala política. Como muchos han señalado, lo que hizo a Houston tan vulnerable a las inundaciones fue el desarrollo fuera de control, no regulado. Dicho de otra manera: Houston todavía tiene menos de un tercio de la población de Nueva York, pero cubre aproximadamente la misma área geográfica, mas un porcentaje menor de tierra que no ha sido pavimentada o construida.
La expansión de Houston le dio a la ciudad un tráfico terrible y una gran huella de contaminación incluso antes del huracán. Cuando llegaron las lluvias, la vasta zona pavimentada significaba que las aguas ascendentes no tenían dónde ir.
¿Así es el desastre de Houston una lección sobre la importancia de la regulación del uso de la tierra urbana, de no permitir que los desarrolladores construyan lo que quieran, donde quieran? Sí, pero.
Para entender ese “pero”, consideremos el tipo diferente de desastre que ocurre en San Francisco. Si Houston ha sido famosa por su virtual ausencia de regulaciones en la construcción, San Francisco es famoso por su renuencia a otorgar permisos. Ese sentimiento de “no en mi patio trasero” ha restringido la construcción de viviendas nuevas. La economía del área de la bahía ha crecido en los últimos años, principalmente gracias a la explosión de empresas de tecnología en el norte de California. La gente llega, pero no se construyen nuevas viviendas.
El resultado es el encarecimiento de los alquileres y los precios de las viviendas. La renta mensual mediana en un apartamento de un solo dormitorio en San Francisco es 3 mil dólares al mes, el más alto en la nación y aproximadamente triple el alquiler en Houston. Comprar casa en San Francisco cuesta más de 800 mil dólares.
La política ha bloqueado ese tipo de construcción, y el resultado es la vivienda que está fuera del alcance de las familias trabajadoras ordinarias. En respuesta, algunos trabajadores se involucran en desplazamientos extremos desde lugares asequibles, gastando hasta cuatro horas en cada sentido para llegar a sus trabajos. Eso no es manera de vivir.
Houston y San Francisco son casos extremos, pero no tan extremos. Resulta que las grandes áreas metropolitanas de Estados Unidos están bastante divididas entre las ciudades como Houston o Atlanta, donde todo se aprueba, y aquellas en la Costa Este o Oeste donde nada va, como San Francisco o, en menor medida, Nueva York.
El punto es que así como el exceso de reglamentos hace casi imposible vivir y trabajar en algunas ciudades, el desarrollo irrestricto impone grandes costos en forma de congestión del tráfico, contaminación y, como acabamos de ver en Houston, la vulnerabilidad al desastre.