Acabar con DACA, mala decisión económica
La decisión del presidente Trump de eliminar el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) es, ante todo, una obscenidad moral. Echar del país a 800 mil jóvenes –estadounidenses en todo sentido menos en su estatus migratorio oficial– con educación y talento, no está bien. Pero también vale la pena señalar que el fiscal general Jeff Sessions trató de venderlo como algo positivo para la economía, en el sentido de que ya no le quitarán plazas de trabajo a los ciudadanos. Esto es impreciso.
Dejemos de lado por un momento la cuestión de quién es estadounidense y quién no. DACA es una bendición para el resto de la población de los Estados Unidos, y acabar en este programa no beneficiará, sino que perjudicará nuestra economía.
La imagen popular de los inmigrantes es que tienen poca educación, lo cual no se aplica a los “dreamers”. Su perfil educativo no se asemeja al inmigrante promedio, y mucho menos al inmigrante indocumentado promedio. Son más bien una versión incipiente de los inmigrantes altamente preciados por las empresas que los “importan” al país con visas H-1B. Admitimos a estos últimos porque son benéficos para nuestra economía.
Más allá de eso, los “dreamers” son jóvenes –lo que significa que ayudan a la economía porque van a pagar impuestos por muchos años, lo cual nos ayudará a proveer por la creciente cantidad de jubilados estadounidenses. A medida que la población envejece, hay menos miembros en edad laboral contribuyendo impuestos para pagar por el Seguro Social y Medicare. Una cohorte de personas con la educación para ganar buenos salarios y la juventud para contribuir al fisco durante décadas es exactamente lo que necesita el país.
Estados Unidos vive una fuerte desaceleración en el crecimiento de la población en edad de trabajar, lo que significa menos impuestos recaudados para invertir en estructuras, fábricas y más. Expulsar a casi un millón de personas que nos ayudarían a resolver ese problema es autodestructivo.
El impacto de eliminar DACA tiene entonces esas dos desventajas económicas: privarnos de mano de obra altamente calificada, y echar más leña al fuego del déficit fiscal en los programas de apoyo para la tercera edad, que son el Seguro Social y el Medicare.
No hay ninguna ventaja con esta crueldad que acaba de perpetrar la administración de Trump, a menos que sólo se trate de tener en este país a menos gente de piel un poquito más oscura y con apellidos hispanos. Pero, por supuesto, ese es el fondo real de todo este asunto.