Persisten fallas de seguridad en planta química afectada por Harvey
H– Los habitantes han regresado a sus casas a la sombra de la planta química Arkema, ahora que se apagaron los incendios en la planta y el peligro inmediato de seguridad ya pasó.
Los incendios, resultado de las inundaciones causadas por el huracán Harvey que provocaron la inestabilidad de los compuestos químicos, tuvieron pocos impactos sobre la salud, excepto por los 21 trabajadores de emergencias que recibieron tratamiento por exposición al humo. Los propietarios de las casas ahora enfrentan los problemas más comunes que ocurren después de una inundación: recubrimiento de yeso desprendido, muebles arruinados y, sobre todo, moho.
De cualquier forma, el accidente en la planta ha mostrado profundas fallas en la regulación de la seguridad química, la divulgación de riesgos y la planeación para emergencias.
Debido a un vacío en las leyes ambientales federales, criticado desde hace tiempo por los expertos en seguridad química, a Arkema ni siquiera se le había pedido abordar, en los planes de emergencia que entrega a los reguladores federales, el riesgo que representaban las sustancias químicas volátiles que se sobrecalentaron y ocasionaron incendios varias veces la semana pasada, los cuales emitieron un denso humo negro que flotó sobre este poblado cercano a Houston.
Esta consecuencia negativa ha despertado dudas respecto de cuán preparada está la enorme industria química de Estados Unidos para enfrentar posibles desastres mayores, tanto naturales como provocados por el hombre. La Agencia de Protección Ambiental ignora toda una clase de sustancias químicas en la regulación de la seguridad en las plantas, las cuales representan riesgos de explosión, según los expertos.
Otras agencias federales responsables de inspeccionar e investigar la seguridad en las instalaciones de la industria química no cuentan con suficientes fondos, por lo que, en gran medida, acaba siendo la misma industria la encargada de vigilarse. Además, ahora el gobierno de Trump está revirtiendo normas de la era de Obama destinadas a prevenir ese tipo de accidentes.
Arkema, la empresa multinacional francesa de productos químicos, dueña de la planta, identificó los huracanes, las inundaciones y las fallas de electricidad como riesgos para las instalaciones hace casi una década. Sin embargo, la empresa no hizo casi nada para combatir esos riesgos, según muestran sus propios planes de gestión de riesgos.
Las inundaciones provocadas por Harvey cortaron la electricidad hacia la planta y los sistemas de respaldo destinados a mantener frescas y estables las sustancias químicas llamadas peróxidos orgánicos, lo que forzó a un equipo “de expulsión” de 11 personas a llevárselas en camiones cuando subió el agua, antes de abandonar la planta por órdenes de las autoridades locales.
Lo más seguro es que estas acciones de los trabajadores hayan evitado una catástrofe mayor. La planta almacena otras sustancias químicas peligrosas, incluyendo dióxido de azufre e isobutileno. Si esas se hubieran derramado, se habría contaminado un área mucho más amplia. En la peor situación planteada por Arkema, un derrame de dióxido de azufre podría afectar a más de un millón de habitantes en más de 4150 kilómetros cuadrados en el este de Texas.
El lunes, un día después de que Arkema quemó deliberadamente el resto de las sustancias químicas, los habitantes de los alrededores, a quienes se obligó a abandonar sus casas durante casi una semana, comenzaron a regresar.
Sin embargo, la inquietud acerca de los riesgos por la planta química cercana estaba en su mente.
“Creo que deberían haber tenido un plan de respaldo para una situación como esta”, dijo Phyllis Baker, de 61 años, cuyo rancho está aproximadamente a 90 metros de la entrada de la planta.
En una respuesta escrita a varias preguntas, Daryl Roberts, el vicepresidente de fabricación, tecnología y asuntos regulatorios de Arkema en Estados Unidos, indicó que la empresa no había revisado sus planes de manejo de riesgo anteriores porque sus expertos se mantenían enfocados en la situación concreta. También señaló que Arkema cuenta con varios protocolos de seguridad para el manejo de los peróxidos orgánicos.
En su descripción de lo sucedido en la planta, sin embargo, los funcionarios de Arkema mencionaron varias veces la naturaleza sin precedentes de la tormenta, que dejó caer cerca de un metro de agua en la zona, y sostuvieron que nadie podría haber estado preparado adecuadamente para eso.
“No se trata de un accidente industrial”, dijo Gilles Galinier, vicepresidente de comunicación de Arkema, desde sus oficinas principales en Francia. “Los problemas surgidos fueron resultado del huracán y las lluvias torrenciales que cayeron sobre Texas y, más particularmente, sobre Crosby”.
Una advertencia ignorada La planta Arkema, a 48 kilómetros al noreste del centro de Houston, no se consideraba especialmente propensa a inundarse. La planta de Crosby, una de las alrededor de 24 instalaciones en EU de la empresa francesa, que el año pasado tuvo ventas por 8 mil 900 millones de dólares, es pequeña según los estándares de la industria petroquímica. Ahí trabajan cerca de 50 empleados para fabricar peróxidos orgánicos, que se usan en la fabricación de plásticos.
En 2008, el huracán Ike tocó tierra en Galveston y causó la muerte de 103 personas y pérdidas por más de 50 mil millones de dólares. Al año siguiente, Arkema identificó a las inundaciones y huracanes —así como a las fallas eléctricas y la falta de enfriamiento— como amenazas para sus instalaciones en Crosby.