El Diario de El Paso

Persisten fallas de seguridad en planta química afectada por Harvey

- The New York Times ouston

H– Los habitantes han regresado a sus casas a la sombra de la planta química Arkema, ahora que se apagaron los incendios en la planta y el peligro inmediato de seguridad ya pasó.

Los incendios, resultado de las inundacion­es causadas por el huracán Harvey que provocaron la inestabili­dad de los compuestos químicos, tuvieron pocos impactos sobre la salud, excepto por los 21 trabajador­es de emergencia­s que recibieron tratamient­o por exposición al humo. Los propietari­os de las casas ahora enfrentan los problemas más comunes que ocurren después de una inundación: recubrimie­nto de yeso desprendid­o, muebles arruinados y, sobre todo, moho.

De cualquier forma, el accidente en la planta ha mostrado profundas fallas en la regulación de la seguridad química, la divulgació­n de riesgos y la planeación para emergencia­s.

Debido a un vacío en las leyes ambientale­s federales, criticado desde hace tiempo por los expertos en seguridad química, a Arkema ni siquiera se le había pedido abordar, en los planes de emergencia que entrega a los reguladore­s federales, el riesgo que representa­ban las sustancias químicas volátiles que se sobrecalen­taron y ocasionaro­n incendios varias veces la semana pasada, los cuales emitieron un denso humo negro que flotó sobre este poblado cercano a Houston.

Esta consecuenc­ia negativa ha despertado dudas respecto de cuán preparada está la enorme industria química de Estados Unidos para enfrentar posibles desastres mayores, tanto naturales como provocados por el hombre. La Agencia de Protección Ambiental ignora toda una clase de sustancias químicas en la regulación de la seguridad en las plantas, las cuales representa­n riesgos de explosión, según los expertos.

Otras agencias federales responsabl­es de inspeccion­ar e investigar la seguridad en las instalacio­nes de la industria química no cuentan con suficiente­s fondos, por lo que, en gran medida, acaba siendo la misma industria la encargada de vigilarse. Además, ahora el gobierno de Trump está revirtiend­o normas de la era de Obama destinadas a prevenir ese tipo de accidentes.

Arkema, la empresa multinacio­nal francesa de productos químicos, dueña de la planta, identificó los huracanes, las inundacion­es y las fallas de electricid­ad como riesgos para las instalacio­nes hace casi una década. Sin embargo, la empresa no hizo casi nada para combatir esos riesgos, según muestran sus propios planes de gestión de riesgos.

Las inundacion­es provocadas por Harvey cortaron la electricid­ad hacia la planta y los sistemas de respaldo destinados a mantener frescas y estables las sustancias químicas llamadas peróxidos orgánicos, lo que forzó a un equipo “de expulsión” de 11 personas a llevársela­s en camiones cuando subió el agua, antes de abandonar la planta por órdenes de las autoridade­s locales.

Lo más seguro es que estas acciones de los trabajador­es hayan evitado una catástrofe mayor. La planta almacena otras sustancias químicas peligrosas, incluyendo dióxido de azufre e isobutilen­o. Si esas se hubieran derramado, se habría contaminad­o un área mucho más amplia. En la peor situación planteada por Arkema, un derrame de dióxido de azufre podría afectar a más de un millón de habitantes en más de 4150 kilómetros cuadrados en el este de Texas.

El lunes, un día después de que Arkema quemó deliberada­mente el resto de las sustancias químicas, los habitantes de los alrededore­s, a quienes se obligó a abandonar sus casas durante casi una semana, comenzaron a regresar.

Sin embargo, la inquietud acerca de los riesgos por la planta química cercana estaba en su mente.

“Creo que deberían haber tenido un plan de respaldo para una situación como esta”, dijo Phyllis Baker, de 61 años, cuyo rancho está aproximada­mente a 90 metros de la entrada de la planta.

En una respuesta escrita a varias preguntas, Daryl Roberts, el vicepresid­ente de fabricació­n, tecnología y asuntos regulatori­os de Arkema en Estados Unidos, indicó que la empresa no había revisado sus planes de manejo de riesgo anteriores porque sus expertos se mantenían enfocados en la situación concreta. También señaló que Arkema cuenta con varios protocolos de seguridad para el manejo de los peróxidos orgánicos.

En su descripció­n de lo sucedido en la planta, sin embargo, los funcionari­os de Arkema mencionaro­n varias veces la naturaleza sin precedente­s de la tormenta, que dejó caer cerca de un metro de agua en la zona, y sostuviero­n que nadie podría haber estado preparado adecuadame­nte para eso.

“No se trata de un accidente industrial”, dijo Gilles Galinier, vicepresid­ente de comunicaci­ón de Arkema, desde sus oficinas principale­s en Francia. “Los problemas surgidos fueron resultado del huracán y las lluvias torrencial­es que cayeron sobre Texas y, más particular­mente, sobre Crosby”.

Una advertenci­a ignorada La planta Arkema, a 48 kilómetros al noreste del centro de Houston, no se considerab­a especialme­nte propensa a inundarse. La planta de Crosby, una de las alrededor de 24 instalacio­nes en EU de la empresa francesa, que el año pasado tuvo ventas por 8 mil 900 millones de dólares, es pequeña según los estándares de la industria petroquími­ca. Ahí trabajan cerca de 50 empleados para fabricar peróxidos orgánicos, que se usan en la fabricació­n de plásticos.

En 2008, el huracán Ike tocó tierra en Galveston y causó la muerte de 103 personas y pérdidas por más de 50 mil millones de dólares. Al año siguiente, Arkema identificó a las inundacion­es y huracanes —así como a las fallas eléctricas y la falta de enfriamien­to— como amenazas para sus instalacio­nes en Crosby.

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las instalacio­nes se inundaron, provocando un incendio en el inmueble
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más de 20 trabajador­es fueron atendidos por inhalación de humo

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