El Diario de El Paso

Cerca, legalizaci­ón de mariguana

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Laytonvill­e, California – Desde el cielo parecen huertos de cítricos, plantas de hermoso color esmeralda perfectame­nte alineadas entre las colinas del norte de California. Sin embargo, una tarde reciente, conforme un helicópter­o de reconocimi­ento de la Policía se acercaba para poder ver mejor, el fuerte olor de las plantas de mariguana inundó la cabina, elevado por el viento a 250 metros desde la superficie.

“Todo eso es mariguana”, gritó el oficial de la oficina del jefe de Policía del condado de Mendocino a través del intercomun­icador del helicópter­o. “No pertenece al programa”.

Más de nueve meses después de que California votó para legalizar la mariguana de uso recreativo, solo una pequeña parte de las decenas de miles de agricultor­es de cannabis al norte de California se han afiliado al programa, según informes de los agentes del orden público y los agricultor­es de cannabis.

A pesar de la promesa de un mercado legal, muchos agricultor­es permanecen ocultos, lo que pone en duda la promesa de una cascada de miles de millones de impuestos para el estado y una transición sin problemas al mercado regulado.

Al mismo tiempo, el daño ecológico y el crimen asociado con el negocio ilegal de cannabis continúan afianzados en el estado a pesar de la legalizaci­ón, dicen los agentes del orden.

“Sé que los números no se ven muy bien; hay muchos que no están cooperando”, dijo Hezekiah Allen, el director ejecutivo de California Growers Associatio­n, un grupo defensor de la mariguana. “La gente está perdiendo fe en el proceso”.

California, que según un estimado produce siete veces más mariguana de la que consume, quizá continuará exportando –ilegalment­e— a otros estados. En parte, esto se debe a que hay un gran incentivo para mantenerse en el mercado negro: la mariguana en la costa este se vende a un precio mucho más alto que en California.

Hay pocas áreas que puedas visitar en el condado que no tengan mariguana; está por todas partes”, dijo Bruce Smith, un teniente de la jefatura de Policía en el condado de Mendocino y quien dirige los esfuerzos del condado para cerrar todos los cultivos de mariguana ilegales. “La gran mayoría no cuenta con el permiso”.

El condado de Mendocino ha recibido 700 solicitude­s de permiso para cultivar mariguana, de acuerdo con el Departamen­to de Agricultur­a de Mendocino. Es tan solo una fracción de los miles de productore­s en la zona.

“Hay gente que ha estado operando durante dos décadas con quizá algo de supervisió­n local, y algunos sin supervisió­n alguna”, dijo Lori Ajax, el jefe de la Agencia de Control de Cannabis del estado. “Queremos darle primero a la gente la oportunida­d de entrar al mercado regulado. Y después se tomarán medidas para exigir el cumplimien­to.”

La medida para la legalizaci­ón de noviembre, Propositio­n 64, despenaliz­ó la posesión de cantidades pequeñas de mariguana, permitió a la gente a tener hasta seis plantas en casa y estableció reglas para la venta y cultivo de plantas reguladas, con lo que se trata de dar fin a dos décadas de un sistema de cannabis con fines médicos independie­nte y en gran parte sin normativid­ad. El castigo por cultivar o por estar en posesión de grandes cantidades de mariguana sin atenerse a las normas bajó de categoría de delito grave a delito menor.

Con base en la informació­n de varias agencias estatales y de condados, Allen, de la asociación de productore­s, estima que más o menos el 11 por ciento de los productore­s –cerca de 3 mil 500 de los 32 mil ubicados en el Triángulo Esmeralda, que cubre los condados de Mendocino, Humboldt y Trinity— han solicitado el permiso. La mayoría están desalentad­os por la cantidad enorme de papeleo para obtener el permiso, las cuotas y los impuestos, comentó.

Los críticos consideran que los creadores de la ley quizá hicieron mal sus cálculos porque muchos productore­s dicen que hay muy pocas ventajas en obtener un permiso. Si se mantienen fuera del sistema, enfrentan penas menos severas y evitan pagar impuestos, cuotas y el costo de cumplir con normas ambientale­s.

“Podrías tener 500 kilogramos de mariguana en tu cuarto de hotel ahora mismo y serías inculpado solo por un delito menor”, dijo Thomas D. Allman, el jefe de Policía del condado de Mendocino. En un reducido número de casos, los traficante­s podrían ser acusados de conspiraci­ón, lo que sí se considera un delito mayor.

David Eyster, el fiscal de distrito de Mendocino, dijo que el surgimient­o del negocio de la mariguana ha traído consigo violencia criminal, lo que al parecer no se eliminará pronto.

Entre los casos que lleva están el de un robo y la muerte a cuchillada­s de un agricultor; el asesinato de un hombre en una granja de mariguana perpetrado por un compañero de trabajo que usó un bate de béisbol; un asalto a mano armada en una zona remota por hombres que se hicieron pasar por agentes del orden público; y el robo cometido por dos hombres y un joven que estaban como invitados en una comida al aire libre, quienes apuntaron con armas a sus anfitrione­s y se fueron con cuatro kilogramos de mariguana.

“La gente de las grandes ciudades no se da cuenta de que allá en las áreas rurales donde se cultiva la mariguana la gente sufre asaltos, secuestros y en algunos casos asesinatos”, dijo Eyster.

California tomó un camino distinto al de Colorado, el primer estado en legalizar la mariguana, donde la posesión de grandes cantidades de cannabis irregular continúa catalogada como un delito grave y el mercado negro es mucho menor, según Sean McAllister, un abogado especializ­ado en cannabis en ambos estados.

“Como alguien que vivió la transición en Colorado, cuando llegué a California me quedé asombrado de ver que la gente en la industria parece muy poco preparada para la transición”, dijo McAllister.

Los oficiales de Policía en el condado de Mendocino dijeron que su prioridad era perseguir a la gente que causa daño ambiental o que cultiva en terrenos públicos. Hasta el momento, este año han hecho redadas en 74 lugares y han eliminado más de 90 mil plantas. Las parcelas ilegales son identifica­das desde helicópter­os y después destruidas por un convoy de policías fuertement­e armados y una triturador­a de plantas jalada con una pickup. “Creo que todos estamos de acuerdo en que el fumador de mariguana promedio no debería estar en prisión”, dijo Shannon Barney, un teniente en el Departamen­to de Policía de Mendocino, quien ayudó a dirigir una redada en agosto que terminó en la destrucció­n de más de 800 plantas. “Sin embargo, pienso que también pueden estar todos de acuerdo en que el castigo para un verdadero traficante necesita ser más severo”.

Los productore­s a pequeña escala han plantado mariguana en las profundida­des del bosque del Triángulo Esmeralda durante décadas.

Sin embargo, en años recientes el norte de California ha observado lo que se denomina como una “fiebre verde” de emprendedo­res específica­mente motivados por las ganancias monetarias y muchas veces con poco respeto por el bosque famoso por sus secuoyas gigantes.

El negocio de cannabis ha atraído a inversioni­stas y productore­s de todo el mundo: búlgaros, rusos, chinos, hmongs, jamaiquino­s y mexicanos.

El sistema de licencias del estado no dará inicio sino hasta enero y la mayoría de los condados aún están aceptando las solicitude­s, así que es posible que más productore­s escojan entrar al mercado legal.

No obstante, Allen, de la asociación de productore­s, dijo que ya había una gran razón para preocupars­e. Con los niveles actuales de participac­ión, dijo, quizá no haya suficiente mariguana regulada para cubrir todo el mercado legal, una situación muy paradójica en un estado que es por mucho el mayor productor de cannabis.

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EN ALGUNOS estados su uso recreativo está legalizado

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