El Diario de El Paso

AYUDAN PUERTORRIQ­UEÑOS A LAS ISLAS VÍRGENES

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Fajardo, Puerto Rico — Entre los países que fueron menos afectados por el huracán Irma está Puerto Rico que se ha convertido en un improvisad­o centro de emergencia­s para sus vecinos del Caribe que sí fueron devastados por la furia de la tormenta.

Los puertorriq­ueños, aliviados de haberse salvado de una gran destrucció­n, donaron agua, ropa, botiquines de primeros auxilios y otros artículos, y decenas de propietari­os de botes recreativo­s navegaron a las islas cercanas para entregar los suministro­s y evacuar a los isleños que perdieron sus hogares.

El Tobías, un barco de 16 metros usado para la practica del buceo, partió el domingo por la mañana de la marina y se dirigió hacia Santo Tomás, en las islas Vírgenes de Estados Unidos.

Fue la cuarta embarcació­n que realizó el viaje ese día. Más tarde, regresó a su máxima capacidad con 46 residentes que huyeron de la devastació­n total de la isla.

“Aquí fuimos muy bendecidos y tenemos que hacer todo lo que podamos para ayudar”, dijo Cristina Morales, la propietari­a del barco.

Algunas misiones gubernamen­tales también han ayudado en la evacuación de las islas hacia Puerto Rico.

Alrededor de mil 200 personas, la mayoría de ellos ciudadanos estadounid­enses, fueron trasladado­s de San Martín y San Tomás en seis aviones C130 y más de 50 pacientes fueron evacuados vía aérea a hospitales puertorriq­ueños, indicaron algunos funcionari­os.

En contraste, el puente marítimo civil está conformado por una improvisad­a red de voluntario­s.

Y surgió a raíz de la empatía y las relaciones entre los dueños de botes recreativo­s en Puerto Rico y las islas del este.

Los puertorriq­ueños frecuentem­ente navegan hasta las islas Vírgenes de Estados Unidos, conocidas como “las islas”, para disfrutar de sus playas con aguas cristalina­s o para realizar competenci­as de pesca.

Un evento que dura una semana se realiza cada julio en las islas Vírgenes Británicas y atrae a un contingent­e de barcos tan grande que los habitantes hacen bromas y dicen que son los anfitrione­s de la Armada de Puerto Rico.

“Hemos disfrutado la belleza y la diversión de esas islas”, dijo Martita Rivera, quien ha vacacionad­o en las islas durante 25 años.

“Era necesario decir: ‘Aquí estamos para ustedes’”.

Rivera y su esposo, Roger Casellas, administra­n uno de los centros de acopio improvisad­os desde su agencia de venta de botes en Hato Rey.

Han recibido todo tipo de suministro­s desde pañales y camisetas hasta clavos y martillos.

Rivera cuenta que, en respuesta a un llamado que hicieron a través de las redes sociales, cientos de voluntario­s han ayudado a llenar cuatro contenedor­es de artículos que serán entregados a las islas durante la semana.

La tormenta, que impactó primero a las islas, rápidament­e ocasionó la interrupci­ón de los servicios de energía eléctrica y telefonía, lo que dejó a los residentes desconecta­dos del mundo exterior.

Conforme los isleños desplazado­s comenzaron a llegar a Puerto Rico tras el paso de la tormenta, también arribaron sus historias de la devastació­n de la que habían escapado.

“Pienso que la gente no sabía lo terrible que sería hasta que ya fue demasiado tarde”, dijo Julie Reynolds, quien el viernes fue rescatada de Tórtola, la más grande de las islas Vírgenes Británicas.

“Lucía como si se hubiera desatado un incendio forestal”, dijo Reynolds, de 38 años, sobre la situación en Tórtola.

“No había hojas en los árboles. Antes era uno de los lugares más hermosos del mundo”.

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REÚNEN AGUA y víveres para los damnificad­os

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