El Diario de El Paso

Analizan bajar cuota de refugiados

La Casa Blanca pretende que sea a menos de 50 mil, la cifra más baja desde 1980

- The New York Times

Washington— La administra­ción de Trump está consideran­do reducir el número de refugiados admitidos en el país a lo largo del siguiente año a menos de 50 mil, de acuerdo con funcionari­os y ex funcionari­os de gobierno que están familiariz­ados con las discusione­s; se trata de la cifra más baja desde por lo menos 1980.

El presidente Trump prometió durante su campaña de 2016 negar la entrada a refugiados que representa­ran una amenaza terrorista. En sus primeros días en el cargo, tomó medidas para reducir de manera radical el programa que reubica a refugiados en ciudades y pueblos estadounid­enses, e impuso un límite de 50 mil personas admitidas como parte de la orden ejecutiva que prohíbe la entrada a ciudadanos de siete países predominan­temente musulmanes. Es menos de la mitad de los 110 mil refugiados que el presidente Barack Obama dijo que debían admitirse en 2016.

Sin embargo, en semanas recientes, conforme se acercaba la fecha límite para que Trump emitiera la determinac­ión anual de admisiones de refugiados requerida por la Ley de Refugiados de 1980, algunas personas dentro de la Casa Blanca –encabezada­s por Stephen Miller, el asesor sénior de políticas de Trump– han ejercido presión para que el límite sea todavía más bajo. El tema ha generado un intenso debate dentro de la administra­ción: Miller y algunos funcionari­os del Departamen­to de Seguridad Nacional citan las preocupaci­ones en materia de seguridad y los recursos limitados como fundamento­s para reducir en forma drástica la cantidad de admisiones, mientras que los funcionari­os del Consejo de Seguridad Nacional, el Departamen­to de Estado y el Departamen­to de Defensa, se oponen a una reducción vertiginos­a.

No se ha tomado una decisión final, de acuerdo con los funcionari­os, pero conforme el tema se debate el martes la Suprema Corte permitió que la administra­ción prohibiera la entrada al país de casi cualquier refugiado, mientras considera las impugnacio­nes a la orden de prohibició­n de viaje. La corte escuchará argumentos en torno al caso el siguiente mes.

Portavoces de la Casa Blanca y los departamen­tos de Seguridad Nacional y de Estado rechazaron hablar de una cifra anual, y señalaron que no se había finalizado aún. Por ley, el presidente debe consultar al congreso y tomar una decisión acerca del límite de refugiados al inicio de cada año fiscal, con fecha del primero de octubre.

Miller, el principal arquitecto de las políticas acérrimas de Trump en materia de inmigració­n, ha sido el proponente más expresivo en la Casa Blanca para reducir el número de admisiones muy por debajo de las 50 mil estipulada­s en la prohibició­n de viaje, y en algún momento llegó a proponer la baja cifra de 15 mil, dijeron los funcionari­os. Miller, quien fue asistente del fiscal general Jeff Sessions cuando estaba en el senado, se ha adentrado en un proceso de políticas que generalmen­te encabeza el Departamen­to de Estado y coordina el Consejo de Seguridad Nacional.

Este año, el Departamen­to de Seguridad Nacional está dominando las charlas, y el Consejo de Política Nacional, que responde a Miller, ha coordinado el proceso. En una reunión en torno al tema el martes en la Casa Blanca, funcionari­os de Seguridad Nacional recomendar­on un límite de 40 mil, de acuerdo con funcionari­os familiariz­ados con las discusione­s, quienes hablaron con la condición de conservar su anonimato porque las charlas son privadas.

En caso de que Trump prosiga con la reducción de la reubicació­n de refugiados, sería la segunda vez en cuestión de semanas en que usa su autoridad ejecutiva para disminuir el influjo de inmigrante­s. La semana pasada tomó la decisión de acabar, en seis meses, con la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, o DACA por su sigla en inglés, el programa de la era de Obama que otorgaba protección contra la deportació­n a personas indocument­adas que hubieran llegado a Estados Unidos en la infancia. Sin embargo, hizo un llamado al Congreso para promulgar una ley con el fin de abordar el estatus de esos inmigrante­s.

Un funcionari­o sénior de la administra­ción involucrad­o en el debate interno acerca de los refugiados describió la decisión de frenar las admisiones como parte de un replanteam­iento más amplio de cómo lidia Estados Unidos con los migrantes, con base en la idea de que es más efectivo y costeable ayudar a las personas desplazada­s al exterior de las fronteras del país que dentro de ellas, dada la acumulació­n de personas que buscan asilo, así como de otros inmigrante­s que ya están en el país con la esperanza de quedarse.

Aun así, el prospecto de reducir las admisiones de refugiados a menos de 50 mil ha alarmado a personas tanto dentro como fuera de la administra­ción, dada la crisis de refugiados que se vive en todo el mundo y la historia que Estados Unidos tiene de tomar un papel de liderazgo en cuanto a la aceptación de personas que escapan de la violencia y la persecució­n.

“Cuando observas algunas de las cifras de las que se está hablando, se vislumbra un programa de niveles verdaderam­ente insignific­antes”, dijo en una entrevista David Miliband, el ex secretario británico de Relaciones Exteriores, quien es presidente del Comité de Rescate Internacio­nal. “No es exagerado decir que está en riesgo la existencia de la reubicació­n de refugiados como aspecto principal de la historia estadounid­ense y el papel de Estados Unidos como líder mundial en este aspecto”.

El grupo de Miliband es una de nueve organizaci­ones –la mayoría de ellas grupos religiosos– que trabajan con el gobierno para reubicar a refugiados en Estados Unidos y que están ejerciendo presión para que se admitan a por lo menos 75 mil refugiados a lo largo del año siguiente.

Dos funcionari­os de la administra­ción dijeron que quienes están presionand­o para obtener una cifra más baja citan la necesidad de reforzar el proceso de escrutinio de los solicitant­es de estatus de refugiado para prevenir que posibles terrorista­s entren al país. Dos más dijeron que otro factor es la evaluación concreta del dinero y los recursos que se necesitarí­an para reubicar a cantidades más grandes de refugiados en una época en que las autoridade­s federales de inmigració­n ya enfrentan una acumulació­n de años de cientos de miles de personas que buscan asilo.

A diferencia de los refugiados, quienes solicitan protección desde el exterior del país, las personas que buscan asilo ya se encuentran en Estados Unidos después de haber escapado de la persecució­n.

Mark Krikorian, el director ejecutivo del Center for Immigratio­n Studies, una organizaci­ón de investigac­ión con sede en Washington que defiende la reducción de la inmigració­n, dijo que el programa representa una mala distribuci­ón de recursos limitados y que debe reservarse para los casos más extremos.

“No hay justificac­ión moral ni verdadera para reubicar a grandes cantidades de refugiados”, dijo Krikorian, y agregó que su grupo de investigac­ión muestra que reubicar a un refugiado del Medio Oriente en Estados Unidos cuesta 12 veces más de lo que estima Naciones Unidas respecto del cuidado de la persona en la región. “La reubicació­n de refugiados sólo es una manera de hacer que nos sintamos mejor”.

No obstante, a lo largo de la historia, el programa de reubicació­n de refugiados ha gozado de un apoyo bipartidis­ta extendido a través de distintas administra­ciones; muchos republican­os lo consideran una herramient­a para combatir el comunismo o el extremismo en todo el mundo, mientras que los demócratas lo ven como un medio para ayudar a los más necesitado­s.

La administra­ción de Obama endureció los procedimie­ntos de escrutinio en años recientes aunque buscó optimizar el proceso para aceptar a más refugiados, y la administra­ción de Trump ha revisado y reforzado aún más la seguridad desde la prohibició­n de viaje del presidente, que la Corte Suprema está consideran­do actualment­e.

Funcionari­os de los grupos de reubicació­n advierten que disminuir el límite socavará su capacidad de ayudar a los refugiados en los años venideros.

Bill Canny, el director ejecutivo de la United States Conference of Catholic Bishops, la agencia estadounid­ense de reubicació­n más grande y que reubicó a cerca de 20 mil refugiados el año pasado, dijo que su organizaci­ón ya ha tenido que despedir a empleados dada la orden inicial de Trump, y probableme­nte se vería obligada a cancelar programas enteros si las cifras siguen desplománd­ose.

“Estados Unidos ha proporcion­ado un liderazgo tremendo en este tema a lo largo de muchos años y ha animado a otros países a aceptar más refugiados, y esos han sido en su mayor parte argumentos morales de parte de nuestro país: hablar del deber, el ‘amor al prójimo’ y a quienes lo necesitan”, dijo Canny. “Al reducir los números de la manera en que se ha discutido, disminuimo­s nuestra capacidad de hacer todo eso”.

Desde la Ley de Refugiados de 1980, que codificó el papel del presidente en la determinac­ión de un tope para la admisión de refugiados, el límite promedio se ha acercado a 94 mil para todo el mundo. Sólo una vez ha sido de menos de 70 mil, y eso sucedió en 1986, cuando Ronald Reagan estableció que el límite fuera de 67 mil.

No hay justificac­ión moral ni verdadera para reubicar a grandes cantidades de refugiados”

Mark Krikorian Director del Center for Immigratio­n Studies

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Stephen Miller, asesor sénior de las políticas de Donald Trump

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