Apuesta Trump por reforma tributaria sin detalles claros
Washington — Esta semana, el presidente Donald Trump dobló su apuesta para rehacer el código tributario: se reunió con demócratas, ligó la legislación fiscal a la recuperación del huracán y envió a su equipo económico casi todos los días al Capitolio con el objetivo de hacer que los legisladores entraran en acción.
Sin embargo, está enfrentando la situación con un equipo relativamente débil —un asesor económico principal a quien ha denigrado de forma abierta y un secretario del Tesoro cuyos consejos ha desechado— y está promoviendo la rápida aprobación de un nuevo código tributario que aún no se ha escrito porque los miembros de su partido están discutiendo sobre los detalles.
El miércoles, la urgencia se volvió evidente, cuando Trump exhortó al congreso a “moverse rápido”, y los líderes republicanos parecen estar preparados. El representante Kevin Brady de Texas, presidente del Comité de Medios y Arbi- trios de la Cámara de Representantes, dijo a los republicanos de la cámara que los republicanos de la administración y del congreso iban a emitir un marco detallado de su plan durante la semana del 25 de septiembre, con el objetivo de empezar a legislar a finales de octubre.
No obstante, los republicanos siguen divididos en detalles clave: ¿podrán satisfacer la demanda que pide Trump de una tasa impositiva de 15 por ciento a las corporaciones? ¿Cuáles serían los pequeños negocios y las sociedades que calificarían para una nueva tasa impositiva baja dirigida a los negocios? ¿Las reducciones de impuestos que se incluyen en el paquete deberían pagarse cerrando los vacíos legales? Y, ¿los administradores de fondos de cobertura y capitales privados continuarían gravando sus enormes entradas con la tasa baja de las ganancias de capital en vez de las tasas de impuestos sobre la renta?
Los demócratas han señalado que rechazarán cualquier paquete que perciban que tenga una inclinación a favorecer a los ricos, en especial si deroga el impuesto sucesorio, como lo desea el presidente.
Además, hay un paso temporal complicado: los republicanos deben aprobar una resolución de presupuesto para desbloquear la herramienta procesal que les permitiría llevar el proyecto de ley hasta el senado con solo 50 votos. Los líderes del congreso se están preparando para una lucha por ese proyecto presupuestario.
Sin embargo, el miércoles, Trump dejó claro que estaba listo para repartir las cartas. En una reunión bipartidista de los miembros de la Cámara de Representantes en la Casa Blanca, el presidente mencionó que quería un proyecto de ley tributaria que beneficiara a la clase media. Intentó tranquilizar las preocupaciones respecto de que se estaba preparando para regalar dinero a los ricos.
“Los ricos no ganarán nada con este plan”, afirmó Trump. “Creo que se quedarán básicamente donde están”.
Y agregó sobre las tasas impositivas que tienen los ricos: “Si deben subir, subirán”.
El representante demócrata de Oregon Kurt Schrader salió animado de la reunión.
“Percibí una señal de que no le preocupa el uno o cinco por ciento más rico. Espero que le interesen los estadounidenses de clase media”, señaló. “Hasta no ver, no creer. Ya veremos cómo se presenta”.
La apertura hacia los demócratas de la cámara en la Casa Blanca vino después de una cena el martes por la noche con senadores de ambos partidos en la que el tema de los impuestos dominó la conversación. El miércoles en la noche, el presidente tenía programado cenar con el senador Chuck Schumer de Nueva York y la representante Nancy Pelosi de California, los líderes demócratas en el congreso.
Para los más experimentados dentro de las batallas más importantes sobre política tributaria en Estados Unidos, los tiempos acelerados de los republicanos parecen virtualmente imposibles de cumplir. Una razón enorme: la situación deteriorada de Gary D. Cohn, director del Consejo Económico Nacional del presidente, y de Steven Mnuchin, su secretario del Tesoro. El equipo se ganó este deterioro a pulso: Trump ha dejado claro que Cohn cayó en desgracia por haber hablado mal en público de la respuesta que dio el presidente sobre los racistas violentos de Charlottesville, Virginia, y Mnuchin sufrió el escarnio público después de volar junto con su esposa a Kentucky en un avión del gobierno para ser testigos del eclipse solar.
Su talla contrasta con la experiencia de aquellos que guiaron la última gran reforma tributaria en 1986.
“Todo está bastante anárquico en este momento, y eso no ayuda nada”, afirmó C. Eugene Steuerle, quien fue el coordinador de la reforma tributaria del Departamento del Tesoro de 1984 a 1986.
La semana pasada, Trump golpeó por el lado ciego a Mnuchin durante las negociaciones para aumentar el límite del préstamo estatutario del gobierno: un asunto fundamental del trabajo que realiza el secretario del Tesoro. Mnuchin quería impulsar una extensión de 18 meses al límite de la deuda antes de que Trump lo interrumpiera y tomara partido por Schumer y Pelosi, quienes querían una extensión de tres meses.
Esta semana, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, insistió en que Trump tenía “confianza” en Mnuchin, pero la ruptura respecto del límite de la deuda dejó a muchos observadores preguntándose si aún se podía confiar en las posturas públicas del secretario sobre los impuestos.
“Mnuchin podrá ser el hombre más inteligente del mundo, pero no tiene ninguna experiencia real en el tema de los impuestos más que haber sido empresario”, afirmó Ronald A. Pearlman, quien fue secretario adjunto del Departamento del Tesoro para políticas tributarias a mediados de la década de 1980.
“En términos de conceptualizar un nuevo sistema tributario corporativo, no me puedo imaginar que vaya aportar mucho”.
En público, las personas que han trabajado de cerca con Cohn y Mnuchin se han apresurado a defenderlo después de los desaires del presidente.
“Han trabajado de forma excelente en la reforma tributaria”, señaló Brady, el congresista de Texas.
“Aportan experiencia en políticas dentro de sus agencias, experiencia de vida”.