¿El mes de la herencia de quién?
Justo el otro día le dije a mi clase de estudiantes hispanos, con la voz más inexpresiva posible, “Pronto será el Mes de la Herencia Hispana. Viva”.
La realidad es que este se ha convertido en el peor “mes” del año.
No porque no haya belleza y orgullo en las danzas folklóricas y la música, la cocina tradicional y las obras de artistas de ascendencia latinoamericana. El problema es que el simbolismo se ha politizado.
Solía ser que la “celebración” – que usualmente comienza el 15 de septiembre y termina el Día de la Raza – inspiraba políticos a sentirse obligados a decir palabras bonitas a los latinos, y vendedores de productos agregaban un sombrero, piñata o mariachi a los envases de sus productos para fingir reverencia a la comunidad latina.
Pero en nuestra comunidad durante los últimos dos años, algunos han cambiado el nombre de Mes de la Herencia Hispana al “Mes LatinX” porque el término “hispano” es, para ellos, plástico y “latino” no refleja la diversidad de género.
Otros consideran que la celebración es ilegítima. La observadora política Adriana Maestas escribió recientemente: “La gente de ascendencia mexicana, centroamericana y sudamericana no debe celebrar un patrimonio que está ligado a invasores y colonizadores”.
Luego surgen los argumentos amargos y protestas provocadas por aquellos que creen que el Día de Cristobal Colón (en EU) debe ser renombrado “Día de los Pueblos Indígenas”.
En Estados Unidos, compartimos un lazo común con América Latina, pero divergimos ampliamente en lo que respecta al país de origen, el idioma, las costumbres, la cultura, las opiniones políticas y el interés en “lo que significa” ser lo que el Censo nos cataloga, la “población hispana”.
Estos problemas surgen de la fijación obsesiva de la semántica de la identidad hispana.
Las horas y el tiempo, el esfuerzo, el dinero, el talento y la energía que algunos han dedicado a discutir si “hispano” o “latino” es el mejor apodo, haciendo lobby para que el término “inmigrante ilegal” sea prohibido y vigilando el uso de la palabra “americano”, han sido infructuosos. (La lógica es que cualquier persona de América del Norte y América del Sur es un americano, aunque no hay un alma fuera de Estados Unidos que llamaría a alguien de Chile o México o Canadá nada más que un chileno, mexicano o un canadiense).
Y la siguiente controversia entre latinos/hispanos parece ser la frase “nación de inmigrantes”.
La gente que lo usa suele hacerlo para defender a los inmigrantes y retratarlos como una parte integral de la tela de nuestro país. Los críticos dicen que esta frase excluye a los nativos americanos, hawaianos, puertorriqueños y afrolatinos.
Víctor Landa, editor en jefe del sitio de noticias NewsTaco, dijo en un vídeo reciente de Facebook Live que necesitamos sensibilizar a otros. “¿Por qué celebramos ir a Chinatown o Little Italy, pero nos enojamos cuando vemos un barrio donde la señalización de negocios es en español?” Estos son conceptos que debemos cuestionar y conversaciones que debemos tener. No debemos relegar nuestra identidad a un mes de “herencia” inventado. Pero vale la pena señalar que, mientras las palabras importan, se convierten en un muro si no podemos ir más allá de la terminología para iniciar el diálogo.