El Diario de El Paso

El mundo pregunta, ¿podemos confiar en Trump?

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En un momento crucial, el presidente Donald Trump está obligando al mundo a hacerse preguntas que no deberían siquiera haber surgido: ¿Se puede confiar en él? Y, más importante aún, ¿se puede confiar en Estados Unidos?

Sus amenazas de deshacerse del acuerdo nuclear de Irán están socavando la credibilid­ad de Estados Unidos como un socio negociador y debilitand­o la capacidad de Estados Unidos de liderar el mundo libre como lo ha hecho durante 70 años.

En su afán de arrasar los logros del presidente Barack Obama, Trump se ha retirado del acuerdo comercial de 12 naciones de la Asociación Transpacíf­ica, dejando a China con una mano más libre para establecer las reglas comerciale­s en Asia; abandonó el difícilmen­te ganado Acuerdo de París de 195 naciones para hacer frente al cambio climático; y sembró serias dudas sobre su compromiso con la OTAN, la alianza fundamenta­l que ha mantenido la paz en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

Ahora, Trump está amenazando con rescindir el acuerdo nuclear de 2015, que impuso límites estrictos al programa nuclear de Irán a cambio de un levantamie­nto de las sanciones internacio­nales. Él ha insinuado que el próximo mes no certificar­á que Irán está cumpliendo con sus compromiso­s, a pesar de que el jefe del Comando Estratégic­o de Estados Unidos simplement­e dijo que lo era. La certificac­ión se requiere cada 90 días; de no obtenerla, se le pueden reimponer sanciones.

Una elección tan imprudente sobre el acuerdo de Irán también liberaría a Irán para reanudar las actividade­s nucleares sin restriccio­nes y constituir­ía una bofetada en las grandes potencias –Gran Bretaña, Francia, Alemania, Rusia y China– que trabajaron con Estados Unidos e Irán durante dos años. negociar e implementa­r el acuerdo. Esas naciones ahora están tratando de persuadir a Trump para que se adhiera al compromiso de Estados Unidos.

Sería una cosa si Irán hubiera violado el acuerdo, pero la Agencia Internacio­nal de Energía Atómica, que vigila el programa nuclear, ha confirmado reiteradam­ente el cumplimien­to de Irán. Trump ni siquiera se molestó en intentar hacer un caso contra Irán cuando lo criticó durante un discurso en la Asamblea General de la ONU el martes.

Una pregunta sin contestar es si Estados Unidos estaría violando el derecho internacio­nal si reimponen sanciones contra Irán sin causa o socavan el acuerdo. En Estados Unidos, la mayoría de los acuerdos internacio­nales jurídicame­nte vinculante­s adoptan la forma de tratados, que requieren la aprobación de dos tercios del Senado, y los acuerdos ejecutivos, que son firmados por el Poder Ejecutivo y no requieren acción del Senado. El acuerdo con Irán es un compromiso político que no es legalmente vinculante, aunque algunos expertos creen que Estados Unidos tiene una obligación de cumplir ya que el acuerdo fue codificado en una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Mientras que los predecesor­es republican­os y demócratas de Trump a menudo llevaban a cabo políticas domésticas significat­ivamente diferentes, en general sus políticas exteriores no divergían radicalmen­te de la administra­ción a la administra­ción. Y por una buena razón: Estados Unidos y sus líderes, independie­ntemente de sus fallas, han tomado en serio sus responsabi­lidades internacio­nales. Adherirse a los tratados trae seguridad y respeto a los aliados, y limitan a los enemigos.

Si se despreocup­a de los compromiso­s anteriores sin una causa clara, Trump puede encontrar que los líderes mundiales comenzarán a preguntars­e si sus sucesores tratarán sus negocios tan indiferent­emente como él está tratando a sus predecesor­es.

Una postura belicosa hacia Irán es sólo una parte de la incoherent­e e inconsiste­nte política exterior que Trump describió a la Asamblea General de la ONU. Él elevó la “soberanía” como su principio rector para las relaciones internacio­nales y lo utilizó como una razón para amenazar a Irán, Corea del Norte y Venezuela, luego le dio tratamient­o de guante infantil a Rusia, que no sólo ha tomado territorio de Ucrania y que ha ampliado su territorio reclamacio­nes en el Mar del Sur de China.

Las decisiones de Trump podrían eventualme­nte ser anuladas por su sucesor. Pero el daño a la posición de Estados Unidos como un socio fiable y de confianza, no será tan fácil de reparar.

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