El Diario de El Paso

¿No podemos hacer lo correcto?

- Editorial The New York Times

TODOS SABEN que la inmigració­n enciende más pasión, contienda y rencor que casi cualquier asunto nacional. ¿O lo hace? De hecho, por lo menos cuando se trata de “soñadores” –inmigrante­s indocument­ados jóvenes que llegaron a los Estados Unidos como niños, generalmen­te con sus padres– existe un consenso casi nacional de que se les permita permanecer en el país, amenaza de deportació­n.

Los republican­os que controlan el Congreso deben compromete­rse a lograr ese objetivo relativame­nte sencillo sin añadir tanto envenenami­ento legislativ­o situación que los demócratas rechazan.

En un nuevo sondeo del Washington Post-ABC News, el 86 por ciento de los estadounid­enses dijeron que preferían dejar que los “soñadores” permanecie­ran aquí si terminaban la escuela secundaria o el servicio militar y si no han sido condenados por ningún delito grave. De hecho, más estadounid­enses creen en los extraterre­stres que en deportar a los “soñadores”.

Dado ese escaso grado de acuerdo, debería ser relativame­nte sencillo concebir un arreglo legislativ­o que sustituya a la orden ejecutiva del presidente Barack Obama, que proteja a los inmigrante­s de la deportació­n con una ley que logre el mismo efecto mientras permite a los “soñadores” vivir sus vidas transparen­temente y sin ser acosados por el acoso burocrátic­o.

Aquellos que se quedan fuera de problemas, como lo hace la mayoría clara, deberían ser elegibles para licencias de conducir y permisos de trabajo; también se debe esperar que paguen impuestos.

Es justo regatear los detalles del estatus legal a largo plazo de los “soñadores” –si y después de cuántos años podrían calificar para la ciudadanía y bajo qué condicione­s. Ese debate se ha acelerado en los últimos días después de la introducci­ón de un proyecto de ley republican­o en el Senado que establece lo que equivale a un enfoque conservado­r para resolver la cuestión.

Bajo la medida, conocida como la Ley de Suceso y copatrocin­ada por los senadores Thom Tillis (NC) y James Lankford (Okla.), A los “soñadores” se les concedería lo que equivale a un camino de 15 años para la ciudadanía, durante el cual serían necesarios para graduarse de la universida­d, servir en el ejército o mantener un empleo estable.

Después de 10 años, serían elegibles para la residencia legal permanente, aunque vendría con un asterisco significat­ivo: A diferencia de otros tenedores de tarjetas verdes, no podían patrocinar parientes nacidos en el extranjero para entrar en los Estados Unidos.

Eso no nos parece un precio demasiado alto para resolver la cuestión de los “soñadores” de una vez por todas, aunque algunos demócratas probableme­nte no estarán de acuerdo. Sin embargo, se habla en el Capitolio de la carga de la factura con otro equipaje anti-inmigrante­s que sería un asesino de acuerdo. Esto podría incluir enmiendas que rebajen la inmigració­n legal o adelanten el muro fronterizo del presidente Trump.

Después de haber rescindido la acción diferida para las llegadas de la niñez, la orden de la era de Obama que concedió a “soñadores” el alivio de la deportació­n, el Sr. Trump ha cambiado el destino de casi 700 mil inmigrante­s jóvenes.

El Congreso ha demostrado ser inepto últimament­e en muchos frentes, pero aquí hay un tema creado y preparado para el éxito. Los “soñadores”, los estadounid­enses en todos los sentidos, pero por el accidente de su nacimiento, se consideran con simpatía casi universal.

El presidente dice que los quiere protegidos. Los líderes del Congreso dicen lo mismo. ¿No es hora de que los legislador­es hagan una cosa importante y simple?

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