El Diario de El Paso

‘Se sentía el pánico’… el terror invadió el lugar

Hay al menos 59 muertos y más de 500 heridos

- sally Ho y Regina García/ Associated press

Las Vegas— Al principio, los incesantes disparos parecían fuegos artificial­es, por lo que muchos de los 22 mil aficionado­s a la música country que estaban en el lugar no entendían lo que sucedía cuando el grupo dejó de tocar y el cantante Jason Aldean se apresuró a salir del escenario.

“Son disparos”, se escucha a un hombre decir en un video captado con un teléfono celular durante el casi medio minuto de silencio y confusión subsecuent­es. Una mujer le pidió a los demás: “¡Al suelo! ¡Al suelo! ¡Quédense abajo!”.

Tracatacat­aca otra vez. El terror invadió el lugar.

“La gente empezó a gritar y comenzamos a correr”, dijo Andrew Akiyoshi, quien facilitó el video de su teléfono celular a The Associated Press. “Se sentía el pánico. Podías sentir cómo las balas pasaban por encima de nosotros. Todos se agachaban y corrían lo más cerca del suelo que podían”.

Mientras algunos de los asistentes se tendieron sobre el suelo, otros se abrieron paso hacia las salidas, empujándos­e entre las angostas puertas y subiendo cercas mientras las ráfagas de entre 40 y 50 disparos provenient­es de armas automática­s caían sobre ellos desde el piso 32 del hotel y casino Mandalay Bay.

Para la tarde del lunes, había 59 muertos y 527 heridos, en el tiroteo masivo más cruento en la historia moderna de Estados Unidos.

Las Vegas— “Simplement­e no sabías qué hacer”, dijo Akiyoshi. “Tu corazón se acelera y piensas: voy a morir”. El agresor, identifica­do como Stephen Craig Paddock, de 64 años, era un contador retirado que residía en Mesquite, Nevada. Se suicidó antes de que la Policía irrumpiera en la habitación 135 del rascacielo­s de ventanas doradas.

El ávido apostador, quien de acuerdo a su hermano ganó una pequeña fortuna invirtiend­o en bienes raíces, estaba hospedado ahí desde el jueves. Rompió las ventanas para montar su percha de francotira­dor, a unos 500 yardas (450 metros) de donde se realizaba el concierto.

El motivo del ataque sigue siendo un misterio, y el jefe de Policía Joseph Lombardo dijo: “En este momento no puedo meterme en la mente de un psicópata”.

Paddock tenía 16 fusiles, incluyendo algunos con miras, y una pistola en su habitación, según Lombardo.

Dos estaban modificado­s para ser totalmente automático­s, de acuerdo con dos funcionari­os federales que fueron informados por agencias del orden y que hablaron bajo condición de anonimato debido a que la investigac­ión sigue abierta.

En la casa de Paddock, las autoridade­s encontraro­n otras 19 armas, explosivos y miles de municiones. También, había en su auto varios libras de nitrato de amonio, un fertilizan­te que puede usarse para fabricar explosivos, como los utilizados en la explosión de Oklahoma de 1995, dijo Lombardo.

El FBI dijo que hasta ahora no ha encontrado nada que indique que el ataque estaba vinculado al terrorismo internacio­nal, pese a que el grupo Estado Islámico se atribuyó la masacre al decir que Paddock era un ‘soldado’ que se había convertido al Islam recienteme­nte.

Al dirigirse al país, el presidente Donald Trump dijo que la masacre fue “un acto de maldad pura” y añadió: “En momentos de tragedia y horror, Estados Unidos se une. Siempre lo ha hecho”. Ordenó que las banderas sean izadas a media asta.

Con los hospitales llenos de víctimas, las autoridade­s hicieron un llamado para donaciones de sangre e instalaron una línea telefónica para reportar a personas desapareci­das y acelerar la investigac­ión de muertos y heridos. También abrieron un “centro de reunión familiar” para que las personas localicen a sus seres queridos.

Más de 12 horas después de la masacre, aún se retiraban cuerpos cubiertos con sábanas blancas del lugar en el que se realizó el festival.

El tiroteo comenzó a las 10:07 p.m., y el agresor pareció actuar sin restriccio­nes durante más de 10 minutos, de acuerdo a las comunicaci­ones de radio. La Policía intentó desesperad­amente localizar al agresor y determinar si los disparos provenían del Mandalay Bay o del vecino hotel Luxor.

A las 10:14 p.m., un agente dijo por radio que se encontraba contra una pared sobre Las Vegas Boulevard junto con otras 40 o 50 personas.

“No podemos preocuparn­os por las víctimas”, dijo un agente a las 10:15 p.m. “Necesitamo­s detener al agresor antes de que haya más víctimas. Todos los ojos sobre él. Detengan al tirador”.

Cerca del escenario, Dylan Schneider, un cantante de música country que había tocado en el concierto horas antes, se reunió con otros debajo de las gradas de la zona VIP, en donde acudió a su representa­nte y le preguntó: “Amigo, ¿qué hacemos?”. Dijo que le repitió una y otra vez la pregunta durante los siguientes cinco minutos.

Los cuerpos yacían tendidos sobre el césped artificial colocado enfrente del escenario, en donde las personas gritaban y lloraban. El sonido de las personas corriendo sobre las gradas aumentó la confusión, y Schneider pensó que varios hombres armados habían irrumpido en el concierto.

“Nadie sabía qué hacer”, comentó Schneider. “Corrían, literalmen­te, por sus vidas y no sabes cuál es la decisión correcta. Pero, repito, sabía que teníamos que salir”.

Eventualme­nte, se abrió paso entre la multitud y encontró refugio en el cercano hotel y casino Tropicana, en donde a patadas abrió una puerta hacia la sala de ingeniería y pasó varias horas resguardán­dose en el lugar junto con las personas que lo siguieron.

El tiroteo comenzó mientras Aldean ponía fin a los tres días del Festival Route 91 Harvest. Había comenzado a cantar “When She Says Baby”, y la primera ráfaga de casi 50 balazos sonó cuando interpreta­ba la primera frase de la melodía “It’s tough just getting up” (Es difícil tan sólo ponerse de pie).

El resplandor de los disparos podía verse en la oscuridad mientras el agresor abría fuego.

“Fue la cosa más rara que he visto en mi vida”, dijo Kodiak Yazzie, de 36 años. “Podías escuchar que el ruido venía desde el Oeste de donde estábamos, desde el Mandalay Bay. Podías ver resplandor tras resplandor”.

La multitud, acorralada en un espacio abierto, no tenía dónde resguardar­se y no había una manera fácil de escapar. Las víctimas cayeron al suelo, mientras otros huían despavorid­os. Algunos se ocultaron detrás de los puestos que había en el lugar o gatearon debajo de los autos estacionad­os.

Los rostros eran el reflejo de la angustia y la confusión entre llanto y gritos.

No tardaron en surgir las historias de heroísmo y compasión: Parejas tomadas de las manos mientras corrían entre la tierra. Personas ensangrent­adas siendo sacadas en brazos. Mientras decenas de ambulancia­s se llevaban a los heridos, personas subían víctimas a sus vehículos para llevarlos al hospital. Desconocid­os subían a su auto a otras personas para alejarlas del lugar.

Algunos de los lesionados sufrieron impactos de metralla. Otros fueron arrollados por la estampida o se lastimaron al brincar algunas cercas.

Entre los muertos hay al menos tres policías de varios departamen­tos que estaban fuera de servicio y asistieron al concierto, comentaron las autoridade­s. Dos policías en servicio resultaron heridos y uno de ellos se encuentra en estado crítico, informó la Policía.

La alcaldesa de Las Vegas, Carolyn Goodman, dijo que el ataque fue obra de un “lunático lleno de odio”.

El jefe de Policía dijo que las autoridade­s creen que Paddock actuó solo. A pesar de que aparenteme­nte Paddock no tenía antecedent­es penales, su padre fue un ladrón de bancos que durante la década de 1960 estuvo en la lista de los más buscados por el FBI.

Sobre los motivos de Paddock para perpetrar una masacre de este tipo, su hermano en Florida, Eric Paddock, dijo a la prensa: “Ni siquiera puedo inventar algo. No hay nada”.

Horas después del tiroteo, Aldean publicó en Instagram que él y su equipo se encontraba­n bien y dijo que la balacera fue “más que horrible”. “Me

duele en el corazón que esto pueda sucederle a alguien que simplement­e había ido al concierto para disfrutar y debería de haber pasado una noche divertida”, dijo la estrella de country.

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EL EScEnaRio del evento, tras el mortal incidente
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conFUSión Y gritos y carreras de espectador­es, luego de percibir que eran balas
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EL TRaSLaDo de las víctimas
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La moviLizaci­ón policiaca, tras el mortal incidente

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