En medio de la matanza, el heroísmo de los fans de un cantante ‘country’
Se llaman a sí mismos el ejército de Aldean, fans devotos que compran los álbumes del cantante ‘Country’ Jason Aldean por millones. El domingo por la noche, muchos de ellos acudieron a escucharlo actuar en un festival de otoño en Las Vegas. Ahí es donde un francotirador, disparando desde una habitación de hotel en el piso 32, hizo llover plomo con un fusil militar.
A estas alturas todos hemos visto los temblorosos videos de los teléfonos inteligentes, oído los terribles relatos de testigos presenciales que vieron a sus compañeros de concierto cortados a su lado.
Si este episodio es como muchos otros previos, eventualmente sabremos que motivó a Stephen Paddock, de 64 años, a matar a tanta gente. Otros multiasesinos han actuado en base a sus rencores, sus odios, sus razones para ellos “justas” que jamás convencerían a personas cuerdas. Conocer sus motivos, sin embargo, aliviará la curiosidad humana y ayudará a restaurar la ilusión de orden. Pero es sólo eso, una ilusión. Una mente normal nunca comprenderá el funcionamiento de una persona con una mente retorcida.
Después de la avalancha de balas viene el juego de la culpa, una explosión de oportunismo político - y poco más que califica como debate constructivo.
A medida que se desarrollan las secuelas, no busquemos un significado profundo a esta locura. No puede haber ninguno, incluso después de la minuciosa investigación que juran las autoridades que harán.
Hasta que tengamos esa información, concentrémonos en las muchas vidas que terminaron en el concierto y en los cientos de personas que hicieron todo lo posible para ayudarse mutuamente mientras las balas volaban y la sangre fluía. Esa es una historia mucho más inspiradora.
Al examinar la escena, nos impresionaron menos los detalles de un sitio de masacre: las botellas de agua tiradas, mochilas, tazas de bebida, la evidencia de gente que salió corriendo en pánico mientras la ametralladora en un cuarto del hotal Mandalay segaba vida tras vida.
Lo que vimos en los videos es que los visitantes se protegían mutuamente de la metralla, los lugareños guiaban a los fanáticos que vestían tanto pantalones cortos como pantalones vaqueros a las vías de escape, un hombre transportaba a una víctima herida en una carretilla.
Esa no es una historia que se ha llevado los encabezados, pero es digna de contarse, digna de alabar. Si hay algo rescatable de lo que sucedió el domingo por la noche en Las Vegas, son los actos desinteresados de los aficionados a la música. Hubo heroísmo en el ejército de Aldean.