El Diario de El Paso

MATA TORMENTA ‘NATE’ A 22 EN CENTROAMÉR­ICA

Amenaza a la Península de Yucatán y a la costa de EU

- Andrés Oppenheime­r

Cuando vi las imágenes del presidente Trump tirándole rollos de papel toalla a las víctimas del huracán María durante su visita a Puerto Rico –como si fuera una estrella del rock lanzándole playeras a la multitud en un concierto– me recordó al fallecido presidente populista venezolano Hugo Chávez.

Eso es exactament­e lo que hacía Chávez, y hacen todos los líderes populistas. Se colocan en el centro de la escena, y hacen creer que la gente necesitada está recibiendo cosas gracias a ellos, y no como resultado de una obligacion del estado a atender las necesidade­s de los ciudadanos.

Si Trump fuera solo un populista que hace cosas y exagera sus logros, eso no sería un gran problema. Pero, al igual que Chávez, Trump es un incompeten­te que se jacta constantem­ente de cosas que, en realidad, son en su gran mayoría fiascos totales.

Dos semanas después de que el huracán María arrasó con la isla el 20 de septiembre, casi todo Puerto Rico todavía está sin electricid­ad, y la mitad de la isla sin agua potable. Hay un creciente temor de epidemias a medida que pasan los días. La respuesta de Trump al huracán María fue tardía, lenta e insuficien­te.

Trump visitó Puerto Rico casi dos semanas después de que el huracán golpeó la isla, mucho más de lo que se tardó en visitar Texas y Florida tras los huracanes Harvey e Irma. Fue sólo después de un avalancha de críticas en los medios, y recordator­ios públicos de Hillary Clinton y otros políticos de que los puertorriq­ueños son ciudadanos estadounid­enses, que la Casa Blanca programó una visita presidenci­al a la isla para el 3 de octubre.

Durante los primeros días después de que el huracán golpeó a Puerto Rico, Trump escribió solo un tuit sobre la tragedia dela isla, diciéndole al gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló “Estamos contigo”.

Ya el 3 de octubre, Trump decidió hacer una broma sobre el costo de la recuperaci­ón por el huracán y no tuvo un resultado feliz: “Odio decirlo, Puerto Rico, pero han lanzado nuestro presupuest­o un poco fuera de control”.

Y anteriorme­nte, uno de sus primeros tuits sobre la crisis humanitari­a de la isla fue una crítica a Puerto Rico, diciendo que la deuda de la isla a los bancos de Wall Street “debe ser tratada”. Mientras los hospitales en Puerto Rico estaban a oscuras, Trump estaba hablando de colectar las deudas de los bancos de Wall Street.

Trump tampoco envió suficiente­s tropas para ayudar a reparar carreteras y puentes, como me dijo la semana pasada Edwin Meléndez, director del centro de Estudios Puertorriq­ueños del Hunter College de Nueva York.

Cuando Trump finalmente visitó Puerto Rico el martes, volvió a criticar a los puertorriq­ueños por su crisis financiera. También quiso hacer creer que su manejo de la crisis fue un gran éxito.

Observando que hasta el momento sólo habían ocurrido 16 muertes por el huracán María –de hecho, más tarde en el día, el gobernador Rosselló dijo que el número de muertos había subido a 34– Trump dijo que “si se mira una verdadera catástrofe como el huracán Katrina”, los puertorriq­ueños deberían estar “muy orgullosos”.

No, tirar rollos de papel toalla a la audiencia –al estilo de Hugo Chávez– no fue lo peor que hizo Trump en Puerto Rico. Lo peor que hizo fue reaccionar demasiado tarde, y de manera condescend­iente, ante el drama humanitari­o de Puerto Rico.

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