El Diario de El Paso

Es hora de sospechar de los blancos

- Ruben Navarrette Jr.

Los hombres blancos me asustan. Ya está, lo dije. Sobre la base de mis conversaci­ones con amigos latinos y afroameric­anos, creo que muchos de ellos piensan igual. Si caminan por una calle oscura de noche y ven a tres hombres blancos de 20 años caminando hacia ellos, piensan: “Oh-oh, ¡crimen de odio!”

Cualquier libro de historia te dice lo que los hombres blancos hicieron a los esclavos negros, a los indios americanos, a los inmigrante­s chinos y los mexicanos durante la ocupación de lo que ahora es el Suroeste estadounid­ense. Son los “malos hombres” originales.

Después de la masacre de Las Vegas, donde un hombre blanco de 64 años llamado Stephen Paddock llevó 23 armas a una suite de hotel en el piso 32 del Mandalay Bay Resort y Casino y abrió fuego contra una multitud en un concierto al aire libre, matando a 59 personas e hiriendo a más de 520, es justo preguntar: “¿Es hora de que las autoridade­s comiencen a acosar/investigar a los hombres blancos que compran cantidades inusualmen­te grandes de armas de alta potencia?” Sí lo es.

¿Y por qué no? Los agentes de la ley rutinariam­ente molestan a afroameric­anos, latinos y musulmanes estadounid­enses. Se ha convertido en parte del trabajo policial. En 1999, la Policía del Estado de Nueva Jersey admitió que se tiraba de los conductore­s afroameric­anos con más frecuencia que los conductore­s blancos. En el 2010, los legislador­es de Arizona codificaro­n el acoso étnico exigiendo a la policía local que determinar­a el estatus legal de los sospechoso­s de estar en el país ilegalment­e (lea: latinos). Entonces, ¿cómo los hombres blancos llegaron a ser tan especiales que - en una época en la que tantos tiroteos en masa están vinculados a pistoleros que se ajustan a ese perfil - todavía se considera escandalos­o decir que este demográfic­o merece escrutinio extra?

Las autoridade­s insisten en que Paddock -que al parecer era rico, le gustaba apostar y no tenía afiliacion­es políticas o religiosas conocidasn­o encaja en ninguno de los perfiles establecid­os. Pero en realidad, Paddock encaja uno. Es un hombre blanco, y la mayoría de asesinos en serie y asesinos en masa son hombres blancos.

La impunidad termina ya. Es hora de que las autoridade­s encargadas de hacer cumplir la ley lleven un registro de los hombres blancos que almacenan armas. Después de todo, el Presidente Trump llamó a mi abuelo mexicano inmigrante -que vino a Estados Unidos legalmente hace 100 años- un criminal y un violador, y yo me aguanté. Si eres blanco y te duele ese acoso, yo puedo ayudarte a superarlo.

Y para aquellos que piensan que todo este concepto es estúpido, y que cuando se trata de quién comete crímenes, no podemos hacer generales generaliza­ciones sobre grupos enteros de personas basadas en prejuicios, yo digo: “Ese es mi punto, exactament­e. Ya entendiste la idea”.

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