El Diario de El Paso

Armas y el alma de América

- David Brooks

El patrón ya es familiar. Un lunático solitario asesina a una masa de gente inocente en algún lugar público. Existe un grito sincero por un control más estricto sobre la posesión de armas. Entonces las legislatur­as estatales entran en acción. Pasan una serie de leyes que aflojan los controles sobre la posesión de armas.

Como David Frum señala en The Atlantic, los cinco años transcurri­dos desde los tiroteos en la Escuela Primaria Sandy Hook “han visto una de las explosione­s más intensas en la historia de los Estados Unidos”. Más de dos docenas de estados han aprobado nuevas leyes de armas. Y en casi todos los casos estas leyes han hecho más fácil comprar o cargar armas.

Wisconsin eliminó su período de espera de 48 horas para comprar pistolas. Ohio permitió llevar armas ocultas en las guarderías y aeropuerto­s. Florida cambió su ley de “apoya su terreno” para hacer más difícil procesar a dueños de armas.

La expansión de los derechos de armas está directamen­te relacionad­a con la epidemia de tiroteo en masa. Un estudio de Michael Luca, Deepak Malhotra y Christophe­r Poliquin de la Escuela de Negocios de Harvard encontró que una sola toma masiva conduce a un aumento del 15 por ciento en las facturas de armas de fuego introducid­as en la legislatur­a del mismo estado dentro de un año.

En los estados republican­os, encontraro­n que una matanza masiva “aumenta el número de leyes promulgada­s que aflojan las restriccio­nes de armas en un 75 por ciento”. En los estados demócratas, los tiroteos masivos no tienen un efecto significat­ivo sobre las leyes aprobadas.

Entonces, ¿por qué los legislador­es están respondien­do a los asesinatos masivos al aflojar las leyes de armas? La respuesta equivocada es que el N.R.A. es esta fuerza maliciosa y poderosa que controla a los legislador­es a través de dólares de la campaña. De hecho, el N.R.A. gasta una cantidad minúscula en las contribuci­ones de la campaña en comparació­n con los vastos océanos de lavado de la masa a través de nuestra política.

La realidad es que en algunos lugares la gente quiere estas leyes. Es cierto que las medidas de control de armas individual­es, tienen apoyo popular, pero, sobre todo, los derechos de armas de personas están ganando los corazones y las mentes de los Estados Unidos. En 2000, según un estudio de Pew, sólo el 29 por ciento de los estadounid­enses apoyaba más derechos de armas y el 67 por ciento apoyaba más el control de armas. Para 2016, el 52 por ciento de los estadounid­enses apoyaba más derechos de armas y sólo el 46 por ciento apoyaba más control.

Este cambio gigantesco en la opinión pública no ha ocurrido porque los hechos apoyan la posición de los derechos de arma. La investigac­ión no apoya abrumadora­mente a ninguna de las partes.

Las propuestas de control de armas no afectan seriamente la libertad; por otro lado, no hay mucha evidencia de que evitarían muchos ataques. Además, los mejores hechos tienden a ser contraprod­ucentes en temas candentes como el control de armas.

Como señala Tali Sharot en su libro "The Influentia­l Mind", cuando usted presenta a la gente con evidencia que va encontrad e sus creencias profundame­nte arraigadas, la evidencia no los influye. En cambio, inventan más razones que su posición previa era realmente correcta.

Cuanto más inteligent­e sea una persona, mayor será su capacidad para racionaliz­ar y reinterpre­tar informació­n discordant­e, y mayor será el efecto polarizado­r del boomerang. La verdadera razón por la que el lado de los derechos de armasestág­an ando es lapost industrial­ización. La cuestión de las armas se ha convertido en un epifenómen­o de un conflicto mucho mayor sobre los valores y la identidad. Hace un siglo, las fuerzas de la industrial­ización barrieron la agricultur­a de los Estados Unidos, y la política monetaria se convirtió en la lucha por poder en ese conflicto más amplio. Hoy en día, la gente en la agricultur­a y la América industrial legítimame­nte sienten que su forma de vida está siendo amenazada por la sociedad postindust­rial.

Los miembros de esta resistenci­a se han apoderado de temas como armas de fuego, inmigració­n, la bandera como lugares para movilizar su contra-asalto. Las armas son un proxy para los problemas más grandes. Cuatro de cada 10 hogares estadounid­enses poseen armas. Como Hahrie Han, profesor de ciencias políticas, señaló en The Times miércoles, hay más clubes de armas y tiendas de armas en este país que McDonald's. Para muchas personas, el arma es una manera de protegerse contra el crimen. Pero también es un marcador de identidad. Defiende la libertad, la autosufici­encia y la capacidad de controlar su propio destino. Los derechos de arma son sobrevivir en un país donde las familias son lo suficiente­mente duras y lo suficiente­mente responsabl­es como para defenderse en un mundo peligroso. La revolución populista está a punto de tomar el partido republican­o. Es ganar victorias en la política de armas, inmigració­n y comercio. La forma de alimentar este populismo es alimentar la narrativa de las élites contra el hombre común, como lo han hecho tanta gente esta semana.

La única manera de avanzar en el control de las armas es forjar algún tipo de síntesis sobre la mayor guerra post industrial­ización/ populismo. Hace más de un siglo, la industrial­ización trajo consigo un choque cultural entre populista sagrariosy los nobles aristócrat­as victoriano­s. T he o do re Roosevelt trascendió la lucha inventando un nuevo nacionalis­mo americano. Mientras tanto, los progresist­as limpiaron la corrupción de la élite y alimenta ron un acuerdo cuadrado para aquellos que quedaron atrás por el cambio tecnológic­o. Los líderes culturales introdujer­on nuevas institucio­nes y formas comunitari­as, como los Boy Scouts y la Casa de Asentamien­tos, que se basaron en ambas culturas y las reemplazar­on.

Hoy necesitamo­s otra gran síntesis que nos pueda mover más allá de la división actual, una síntesis que no es campesino ni moderno, sino que se basa en ambos mundos para crear una nueva visión social. El progreso en las armas será posible cuando la guerra de la cultura disminuya, pero no antes.

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