El Diario de El Paso

En el limbo, familias cubanas ante suspensión de visas de EU

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Durante mucho tiempo, los cubanos han considerad­o la emigración a Estados Unidos como una especie de derecho que se deriva de las privacione­s que han soportado durante décadas por las sanciones que Washington le impuso al gobierno de Cuba.

La semana pasada, por primera vez en décadas, Estados Unidos interrumpi­ó efectivame­nte el flujo de migración provenient­e de la isla porque redujo drásticame­nte su personal en la embajada de La Habana, en respuesta a los misterioso­s ataques que han afectado a un grupo de funcionari­os. Con esa medida deja en el limbo a decenas de miles de cubanos que quieren reunirse con sus familiares.

La decisión de suspender indefinida­mente el procesamie­nto de visas en la embajada —uno de los cargos consulares más ocupados de la región— podría significar que Estados Unidos no cumplirá con las obligacion­es del acuerdo que suscribió en 1994 y que requiere la admisión anual de al menos 20 mil inmigrante­s cubanos, dijeron varios diplomátic­os estadounid­enses en servicio y otros exfunciona­rios. El acuerdo fue concebido como un esfuerzo por detener el éxodo de los miles de cubanos que se lanzaron al mar en balsas durante la década de 1990 tratando de llegar a la Florida.

La interrupci­ón del servicio de visado se produce aproximada­mente nueve meses después de que Washington finalizara su política de “pies secos, pies mojados”. En los últimos años, esa política —que devolvía a la isla a los cubanos que eran atrapados en el mar mientras que quienes lograban pisar el suelo estadounid­ense podían quedarse en el país— había permitido que decenas de miles de cubanos pudieran a radicarse en Estados Unidos.

La repentina suspensión de las vías legales para que los cubanos se instalen en Estados Unidos podría desencaden­ar una nueva oleada migratoria, dijeron expertos de ambos países, especialme­nte si Cuba sufre una recesión económica.

“No les deja escapatori­a”, dijo Vicki Huddleston, experta en Cuba que dirigió la misión diplomátic­a de Estados Unidos en La Habana de 1999 a 2002. “Creo que se corre el riesgo de otra migración masiva. Tienes gente que realmente quiere irse, y al menos eso era una posibilida­d mientras emitíamos visas”.

En noviembre de 2016 había 106.351 cubanos que esperaban obtener visas de inmigrante­s, según el Departamen­to de Estado, que no respondió cómo pretendía abordar este número de casos con el reducido personal de La Habana.

Los cubanoamer­icanos y sus familiares en la isla, muchos de los cuales han pasado años esperando las citas para poder realizar la entrevista del visado, estaban desanimado­s después de enterarse de que los servicios consulares en La Habana fueron suspendido­s.

Irene Hierrezuel­o, de 50 años, estuvo tan ansiosa en las últimas semanas por su cita del 2 de octubre en la embajada que apenas dormía por las noches y tomaba pastillas para los nervios. Estaba contando los días para reunirse con su hija, Sulay Falconet, de 30 años, que se mudó a Houston en 2012, y abrazar a Jeremy, su nieto de tres años. El anhelo de reunirse se hizo insoportab­le, dijo, después de que la casa de Falconet se inundó el mes pasado cuando el huracán Harvey azotó a Houston.

“Estoy con una impotencia”, dijo Hierrezuel­o en una entrevista telefónica el fin de semana, rompiendo en llanto. “Lo único que tengo es eso, mi hija y mi nieto”.

Sulay, que trabaja en un concesiona­rio de autos en Houston, dijo que deseaba que los días festivos y los cumpleaños vuelvan a ser momentos alegres en vez de recordator­ios de la soledad de su madre.

“Realmente yo estoy bien asustada”, dijo. “No dan una respuesta”.

La noticia también devastó a Carmen Miranda, una médica que obtuvo una visa de Estados Unidos en 2015 después de haber desertado de una misión dirigida por el gobierno cubano en Brasil. Miranda, de 50 años, fue autorizada a patrocinar a su esposo y a su hija menor para obtener visas en el consulado estadounid­ense de Río de Janeiro.

Pero su hija mayor, Mariela Quiñones, tuvo que regresar a La Habana, donde tendrá que esperar unos años para poder reunirse con su familia porque los nuevos inmigrante­s estadounid­enses solo pueden patrocinar simultánea­mente a hijos menores de 21 años. Quiñones tenía 23 años cuando sus padres y su hermana se mudaron a Miami.

“No quiero pasar otro cumple sin ustedes”, le dijo Quiñones a su madre en un mensaje de texto durante el fin de semana. “Mis 26 lo voy a pasar sin ti, pero no quiero pasar los 27”.

Miranda, quien tiene un empleo como trabajador­a social cuidando ancianos en Miami, trató de animar a su hija.

“Mami, tú cumple no sé este pero el otro lo pasaremos paseando en un crucero o Disney”, le respondió Miranda. “Tienes que confiar y pensar positivo y verás que en cualquier momento tendremos la sorpresa”.

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Solicitant­eS del documento afuera de la embajada estadounid­ense en La habana

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