El Diario de El Paso

Lealtad, insuficien­te para este Presidente

- Eugene Robinson

¿Es que ahora los miembros del Gabinete del Presidente Trump tienen que llamarlo “Querido Líder”? (Como le dicen sus súbditos al presidente de Norcorea) ¿Deberán entrar en la Oficina Oval de rodillas? ¿Lloran de alegría cuando él alza una mano delicada y palmea sus cabezas inclinadas?

Uno de los aspectos más aterradore­s de la presidenci­a de Trump es la adulación que requiere de los funcionari­os que le sirven. Trump no sólo exige lealtad, sino adulación. Insiste en que sus cortesanos traten sus pronunciam­ientos, por absurdos y ofensivos que sean, como infalibles escrituras sagradas. Los miembros de su gabinete han hecho una negociació­n humillante para continuar en la política.

O tal vez no. El secretario de Estado Rex Tillerson ha estado dando su mejor esfuerzo lidiando con el tema del programa nuclear de Corea del Norte a través de la diplomacia. Trump lo socavó con un tuit público, diciendo que Tillerson estaba “perdiendo el tiempo”.

Si Trump cree realmente que hay una solución militar viable al problema de Corea del Norte, está aún más loco y es más peligroso de lo que la gente piensa. Lo más probable es que Trump se moleste con Tillerson por no ser suficiente­mente servil. Dudo que el presidente haya olvidado o perdonado la reacción de Tillerson al análisis profundame­nte ofensivo de Trump sobre la vil acción de los neonazis en Charlottes­ville, Virginia. “El presidente habla por sí mismo”, fue lo que dijo Tillerson a los reporteros.

Y Trump reaccionó enfurecido el miércoles al informe de NBC News en el que Tillerson, durante una reunión con funcionari­os de defensa, se había referido a Trump como un “idiota”. El presidente soltó una ráfaga de tuits alegando que todo era “noticias falsas”, culminando en una demanda el jueves por una investigac­ión en el Congreso a los medios de noticias cuya informació­n no le gusta.

Tillerson no es genio diplomátic­o, pero tampoco es un vasallo. Ocupa una oficina establecid­a por la Constituci­ón y una vez ocupada por Thomas Jefferson. Fue doloroso ver que tenía que convocar una conferenci­a de prensa -que nunca lo hace- para negar los reportes de que llamó al presidente un idiota. Excepto que no negó haberlo hecho.

Tillerson retrocedió con firmeza ante la sugerencia de que había considerad­o renunciar y el vicepresid­ente Mike Pence le había hablado de ello. Pero los informes de noticias difundidos cuentan una historia diferente.

Tillerson, al que se dice que Trump se burla a veces como “El señor Exxon”, nunca se habría convertido en ejecutivo en jefe de una de las corporacio­nes más grandes del mundo si hubiera valorado la lealtad ciega sobre la experienci­a de principios en sus subordinad­os. Su metodologí­a del mundo de los negocios no se ha traducido bien al gobierno, pero se acerca a sus deberes de manera sobria y responsabl­e.

Trump no lo hace. El senador Bob Corker, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, alentó a Tillerson a seguir adelante porque él, el secretario de Defensa James Mattis y el jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, “son esas personas que ayudan a separar nuestro país del caos”. Corker dijo que espera que el secretario de Estado reciba mejor apoyo en sus esfuerzos diplomátic­os.

Es difícil imaginar que Tillerson esté dispuesto a aguantar mucho más abuso.

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