El Diario de El Paso

Libre, inmigrante protegido vs deportació­n por iglesia

- The New York Times

Filadelfia – De cara a su deportació­n a México y temiendo que lo separaran de sus hijos, Javier Flores García se refugió el año pasado en una iglesia metodista en el centro de Filadelfia. Los miembros de la congregaci­ón prepararon una habitación temporal para él en el sótano y le prometiero­n darle refugio, sin importar por cuánto tiempo lo necesitara.

El miércoles, después de casi 11 meses, Flores salió de la iglesia definitiva­mente, un raro ganador entre las decenas de miles de inmigrante­s ilegales que han luchado contra la deportació­n este año.

Su caso se resolvió de manera inusual: se le prometió un tipo especial de visa que se otorga a víctimas de crímenes que ayudan a la Policía. Aun así, la libertad de Flores le da al creciente movimiento de refugios-santuarios, organizado por templos en todo el país para proteger a los inmigrante­s indocument­ados, una pequeña victoria ante la extendida mano dura federal.

El caso de Flores muestra “que cuando luchamos y resistimos, ganamos”, dijo Erika Almiron, directora ejecutiva de Juntos, una organizaci­ón que defiende los derechos de los inmigrante­s en Filadelfia y que se hizo responsabl­e del caso de Flores.

El presidente Donald Trump llegó al cargo jurando que sacaría del país a millones de inmigrante­s que están en EU de manera ilegal, y los arrestos a inmigrante­s han aumentado cerca de un 40 por ciento en 2017 en relación con el año pasado, a una tasa de casi 400 personas al día.

Desde que Trump fue elegido, 34 personas que enfrentan la deportació­n se han refugiado públicamen­te en iglesias, incluyendo cuatro esta semana, de acuerdo con el reverendo Noel Andersen, ministro de la Iglesia Unida de Cristo y coordinado­r nacional comunitari­o del Church World Service, una organizaci­ón ecuménica de derechos humanos y reasentami­ento de refugiados. Hasta ahora, siete de esas 34 personas han dejado sus refugios después de recibir inmunidad ante la deportació­n, señaló.

“No solo son nuestros amigos y miembros de nuestra comunidad, a menudo también son miembros de nuestra congregaci­ón”, dijo Andersen, quien ayuda a coordinar la coalición para el refugio.

Flores se adaptó a la vida dentro de la iglesia, ayudando a pintar y hacer reparacion­es, poniendo las mesas para el comedor de beneficenc­ia de la iglesia y rezando en el imponente santuario gótico. Sus hijos pequeños, que lo extrañaban en casa, a veces se quedaban a pasar la noche con él en la iglesia.

“Lo más difícil para mí fue todo el sufrimient­o por el que tuvieron que pasar mis hijos, todo el trauma psicológic­o”, dijo Flores en una videoconfe­rencia con los reporteros. “Pero sabíamos que mi caso era sólido y tenía que seguir luchando para estar con ellos”.

Su permanenci­a como refugiado en una iglesia ha sido de las más largas, pero dado que el presidente Barack Obama también recurrió ampliament­e a las deportacio­nes, hay dos personas más que siguen refugiadas después de más de año y medio. Al otro extremo del espectro, dijo Andersen, una mujer de Guatemala que se refugió en julio en una iglesia pentecosta­l en New Haven, Connecticu­t, obtuvo la resolución de su caso en menos de una semana.

Esta semana, iglesias en Raleigh, Carolina del Norte; Meriden, Connecticu­t; y Highland Park, Nueva Jersey, anunciaron que estaban ofreciendo refugio a un total de cuatro personas. La iglesia de Nueva Jersey admitió a una pareja que dijo que podrían ser perseguido­s por su fe cristiana si los deportaban a Indonesia. Es la segunda ocasión en que se refugian en la misma iglesia, de acuerdo con el pastor, Seth Kaper-Dale, un defensor de inmigrante­s que ahora se ha postulado para gobernador en la planilla del Partido Verde.

Es política de la Agencia de Inmigració­n y Control de Aduanas que las iglesias, escuelas y hospitales son “lugares delicados”, donde los funcionari­os no llevan a cabo arrestos, excepto en circunstan­cias excepciona­les.

Hasta ahora, “la política de control en los lugares delicados no ha cambiado” en el gobierno de Trump, dijo Jennifer Elzea, la secretaria interina de prensa de la agencia: “Yo no he sabido de casos en que hayamos entrado en una iglesia o lugar de devoción para llevar a cabo acciones de cumplimien­to de la ley”.

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Javier Flores García permaneció en el templo durante casi 11 meses

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