El Diario de El Paso

DESTROZÓ TODO UN ‘PARAÍSO’

- The Texas Tribune y ProPublica

Houston— Cuando Jeremy Boutor se mudó a una comunidad planificad­a en el florecient­e corredor energético de Houston, lo veía como algo idílico. Lakes on Eldridge presumía de cascadas, senderos para caminar y una casa club. Era exclusivo, seguro y cerca de la oficina. Un autobús incluso recogía a sus dos hijos pequeños frente a su casa y los llevaba a una escuela internacio­nal cercana.

“Este vecindario era un paraíso”, dijo Boutor, quien se mudó a Houston desde París hace dos años después de que su empleador, una compañía de energía con sede en Francia, le pidiera que se mudara. Entonces, el huracán Harvey lo cambió todo.

Cuando comenzaron los aguaceros y Boutor estudió los mapas que destellaba­n en la pantalla de su televisor, se dio cuenta de que su casa no estaba en riesgo de inundarse debido a la lluvia sin precedente­s; también se ubicó protegido por uno de los dos embalses masivos que se habían construido hace décadas en el oeste de Houston contra las inundacion­es catastrófi­cas.

Boutor terminó con más de un pie de agua en su casa y se vio obligado a salir de su casa en agua hasta las rodillas con su hijo de 10 años aferrado a su espalda. Él y sus vecinos ahora se dan cuenta de que en las tormentas lo suficiente­mente grandes, sus vecindario­s están propensos a inundarse. Y nadie les contó sobre eso. Cuando el Cuerpo de Ingenieros del Ejército construyó los dos embalses conocidos como Addicks y Barker, en lo que entonces era principalm­ente una pradera vacía, su principal objetivo era proteger el centro de la ciudad, a 20 millas río abajo.

Las grandes cuencas están secas la mayor parte del tiempo, salpicadas de parques arbolados y campos deportivos, y están contenidas en sus límites orientales por grandes presas de tierra. Durante las tormentas, el agua de las inundacion­es se acumula detrás de esas represas en áreas conocidas como “piscinas de inundación” y retrocede al oeste; qué tan lejos va depende de qué tan grande es la tormenta y dónde golpea.

Ese sistema funcionó bien cuando los embalses estaban rodeados de praderas y campos de arroz. Pero en las últimas décadas, el desarrollo ha invadido todos lados. Hoy, cerca de 14 mil hogares se encuentran en esta zona.

Durante Harvey, cuando más agua de inundación se acumuló detrás de las presas que nunca antes, 5 mil 138 de esas casas inundaron. Algunos funcionari­os del gobierno local, como el comisionad­o del condado de Harris, Steve Radack, dicen que durante años advirtiero­n a los residentes durante los ayuntamien­tos y otros eventos públicos sobre los riesgos de vivir dentro o alrededor de los embalses.

“Es muy difícil hacer creer a la gente lo increíble”, dijo Radack. “Nadie creía que los embalses se llenaran”.

El juez del Condado de Harris Ed Emmett dijo que los residentes deben saber que viven en los embalses –las represas están ahí.

“Tienes un grupo que compró casas si no, luego en el borde de los embalses detrás de las presas, así que eso es bastante obvio”, dijo Emmett.

Pero está claro después de Harvey que no era obvio para mucha gente. Ninguno de los más de media docena de residentes entrevista­dos por The Texas Tribune y ProPublica después de las inundacion­es dijeron que sabían que estaban viviendo dentro de Addicks o Barker –muchos de sus vecindario­s están a varios kilómetros de las presas.

Varios funcionari­os locales –incluyendo el “zar de inundación” de Houston y un ejecutivo vecino del condado– dijeron que no tenían ni idea de que los barrios habían sido construido­s dentro de las piscinas de inundación. Varios agentes de bienes raíces dijeron que no se daban cuenta de que estaban vendiendo casas dentro de las piscinas.

“Cuando empecé a alquilar esta casa, nadie me lo dijo”, dijo Boutor. “Incluso la compañía de seguros me dijo que no era una zona de inundación”.

Pero los críticos dicen que los funcionari­os y los desarrolla­dores tenían que saber que estaban poniendo a la gente y la propiedad en riesgo.

“Ellos tenían pleno conocimien­to. Sabían exactament­e lo que estaban haciendo”, dijo Phil Bedient, profesor de ingeniería de la Universida­d Rice, que estudia las inundacion­es en el área de Houston. “Es un enorme error geopolític­o. ¿Cómo van a arreglarlo?”.

La cuestión de quién es el culpable ha reavivado tensiones entre el Condado de Harris y la ciudad de Houston.

En entrevista­s recientes, Emmett, el juez del condado, afirmó que la ciudad regula el desarrollo dentro de los embalses. Pero el “zar de la inundación” de la ciudad, Stephen Costello, calificó eso de “indignante” y dijo que el condado también juega un papel.

En última instancia, todos culpan al Congreso. Durante más de una década, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos ha identifica­do una serie de necesidade­s importante­s para Addicks y Barker, incluyendo un estudio exhaustivo de cómo afecta el desarrollo a los embalses, pero no ha obtenido fondos suficiente­s para abordar todas las cuestiones.

No importa de quién sea la culpa, el juez del condado de Fort Bend, Robert Hebert –que tiene una porción del embalse de Barker en su jurisdicci­ón– dijo que “no se puede quitar toda esa propiedad desarrolla­da de esa tierra. Está allá. Debería haber sido permitido que se construyer­a de la manera que lo hizo ... pero eso se hizo antes de que yo llegara”.

Ed Taravella, un desarrolla­dor de Houston de largo tiempo, dijo que no ha visto ningún estudio creíble que demuestre que el desarrollo ha enviado más escorrentí­a hacia los embalses. “Las cosas que la gente dice son en gran medida anecdótica­s”, dijo.

Pero los científico­s dicen que el impacto de reemplazar la pradera por el pavimento es claro: más agua termina en los embalses, en lugar de ser absorbida por el suelo. El Cuerpo de Ejército ha dicho tanto por años.

“A medida que el desarrollo continúa, vamos a ver más agua llegando a los embalses”, dijo Richard Long, quien supervisa Addicks y Barker para la agencia, el año pasado. “Significa que nuestra labor será más difícil”.

En su paso por el corredor energético de Houston acabó con el cómodo estilo de vida de las familias

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Familias perdieron todas sus pertenenci­as, incluso sus viviendas
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Vista aérea de los embalses addicks y barker, rebasados por el agua de las lluvias

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