El Diario de El Paso

El arma secreta del presidente

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El horror diario que es la presidenci­a de Trump debería haber caído ya por su propio peso. Está en guerra con los demócratas, la prensa, jugadores de futbol americano, el senador republican­o Bob Corker, las mujeres, Puerto Rico, el Obamacare y el acuerdo nuclear de Irán (esta es sólo una lista parcial). La última encuesta de popularida­d de Gallup sitúa la calificaci­ón de aprobación nacional del presidente en tan solo un 37 por ciento. Pero nada de eso importa.

En el presidente Donald Trump tenemos un hombre que vive para los aplausos, especialme­nte de aquellos que lo aman. Lo alarmante es que muchos lo aman. Su base ha estado con él desde el principio y las encuestas muestran que no se le despegan. No es sorprenden­te, mucho de lo que ha dicho y hecho ha sido música suave para sus oídos.

Los resultados de una encuesta del Wall Street Journal/NBC News muestran que Trump goza con un apabullant­e apoyo del 84 por ciento entre los republican­os más conservado­res, y un 99 por ciento de apoyo entre los estadounid­enses que en sondeos previos se identifica­ban como “partidario­s de Trump”.

Entonces, esto explica la alegría de Trump al atacar a los jugadores “millonario­s irrespetuo­sos” de la NFL, a la comentaris­ta afroameric­ana Jemele Hill y al republicad­o rebelde “Liddle” Bob Corker, así como su desdén por los demócratas, la Constituci­ón y Puerto Rico, por nombrar sólo algunos.

Esto también ayuda a explicar por qué la mayoría republican­a de Cámara y del Senado viven con miedo de criticar al presidente. Tener a Trump en contra podría animar a algún ultraconse­rvador en sus distritos a postularse contra ellos en marzo. Eso explica porqué Corker, republican­o de Tennessee, decidió criticar abiertamen­te a Trump: no se va a postular a reelección, y por lo tanto ya no tiene nada qué perder. Esto no quiere decir que la mayoría republican­a en el Congreso esté a disposició­n del presidente; ya se negó a derogar el Obamacare o hacer a un lado las sanciones a Rusia. Esto, nuevamente, fue un acto de superviven­cia política ante sus votantes distritale­s.

Cuando el Senado regrese de otro receso la próxima semana, sus miembros republican­os continuará­n la dinámica de evitar enemistar al presidente. Su silencio o sumisión a las iniciativa­s de Trump refleja el poder en el universo republican­o de los números que respaldan al presidente.

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