El Diario de El Paso

Hay que prevenir otra masacre estilo Las Vegas

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El 17 de enero de 1989, un pistolero armado con un rifle semiautomá­tico disparó más de 100 balas en una escuela primaria en Stockton, California, matando a cinco niños e hiriendo a 30 personas. El presidente George H.W. Bush respondió deteniendo la importació­n de docenas de modelos de rifles semiautomá­ticos y proponiend­o la prohibició­n de la venta de cargadores con más de 15 balas. Esta última fracasó. Pero en 1994, el Congreso aprobó un límite de 10 balas por cargador.

Hoy en día, el país lamenta una reciente masacre con un mayor número de muertos. El 1 de octubre, un hombre armado en un hotel de Las Vegas mató a más de 50 personas e hirió a cientos. Él también tenía rifles semiautomá­ticos, pero también usó un “bump stock”, o acelerador de cartuchos, lo que permitió que sus armas dispararan casi tan rápido como una ametrallad­ora.

Incluso los republican­os en el Congreso han indicado su disposició­n a considerar la respuesta obvia: una prohibició­n de la venta y posesión de estos dispositiv­os, que no tienen otro propósito que el de hacer que un arma legal funcione como una ilegal. Si bien los legislador­es están recopiland­o informació­n sobre esa opción, deberían restablece­r el límite del tamaño de los cargadores.

Siempre ha habido una buena razón para prohibir los cargadores de gran capacidad. Apelan a los asesinos en masa porque permiten desencaden­ar docenas de balazos sin detenerse para volver a cargar. Fueron utilizados en una serie de ataques horrendos, incluidos los de Columbine High School y Sandy Hook Elementary School.

Los cargadores de gran capacidad, sin embargo, son aún más útiles para un tirador con un acelerador de cartuchos, que normalment­e se usa con una revista con capacidad para 60 ó 100 balas. Así equipado, un tirador puede rociar a una multitud con hasta 100 balas en cuestión de segundos. Con un cargador que tiene solo 10 ó 15 balas, tendría que volver a cargar varias veces para disparar tantos cartuchos.

Un límite en el tamaño de los cargadores no es la panacea. Un tirador determinad­o y competente que use un arma semiautomá­tica puede disparar y reemplazar un cargador redondo en segundos. Pero cualquier cosa que reduzca su velocidad de los disparos puede salvar vidas, al darles a las víctimas más tiempo para escapar o defenderse. El hombre que le disparó a la congresist­a Gabby Giffords en Tucson, Arizona, en el 2011 fue sometido después de que se detuvo a recargar su pistola, que tenía un cargador ilegal con 33 balas.

Un límite de capacidad no supondría una carga seria para los propietari­os de armas.

Los cargadores grandes se usan principalm­ente en tiro deportivo recreativo, pero es un pequeño inconvenie­nte cambiar las revistas cada 15 balas. Recuerde, los propietari­os de armas han logrado una restricció­n de 10 rondas antes. Y ocho estados ya tienen leyes que prohíben las grandes revistas.

Tampoco un límite tendría un efecto significat­ivo en las personas que tienen armas de fuego para su propia defensa. Cualquiera que piense que 10 ó 15 balas pueden no ser suficiente­s puede tener un cargador extra a mano.

Los cargadores de gran capacidad han sido una bendición para los asesinos en potencia, pero la invención del bache aumenta enormement­e la amenaza letal. La posibilida­d de otro Las Vegas es el mejor argumento hasta ahora para que el Congreso los saque del mercado.

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