El Diario de El Paso

Error, exigir cuotas de trabajo a jueces de inmigració­n

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El Fiscal General Jeff Sessions denunció el estado de los tribunales de inmigració­n en declaracio­nes realizadas el 12 de octubre ante la Oficina Ejecutiva de Revisión de Inmigració­n del Departamen­to de Justicia, lamentando el “abuso y fraude desenfrena­do” en las solicitude­s de asilo.

Como parte del esfuerzo de Sessions por una revisión del sistema de inmigració­n, el departamen­to planea comenzar a evaluar a los jueces de inmigració­n sobre la base de cuántos casos resuelvan. Esta propuesta no serviría de mucho para arreglar los tribunales de inmigració­n rebasados de Estados Unidos, y mucho para minar su integridad.

La administra­ción de Trump insinuó el plan en una lista de deseos de políticas de inmigració­n, junto con compromiso­s para construir el muro fronterizo y retener subsidios federales a las llamadas “ciudades santuario”.

Los documentos del gobierno muestran que el Departamen­to de Justicia “tiene la intención de implementa­r estándares numéricos de desempeño para evaluar el desempeño de los jueces”. Tal métrica probableme­nte implicaría evaluar a los jueces según cuántos casos completen o cuán rápido los decidan. Ese es un plan que la Asociación Nacional de Inmigració­n ha llamado una “sentencia de muerte para la independen­cia judicial”.

A diferencia de otros jueces federales, los jueces de inmigració­n son empleados del Departamen­to de Justicia. El acuerdo de negociació­n colectiva entre la justicia y la asociación de jueces prohíbe evaluar a los jueces sobre la base de cuotas. Pero la asociación dice que la Oficina Ejecutiva de Revisión de Inmigració­n está en vías de revisar ese contrato.

El objetivo de la administra­ción es acelerar el trabajo de los jueces de inmigració­n, que ahora enfrentan una carga de trabajo masiva: el sistema de tribunales de inmigració­n se ve abrumado por un retraso acumulado de 600 mil casos pendientes, y el caso promedio demora dos años en resolverse. Sin embargo, presionar a los jueces para que resuelvan los casos rápidament­e para cumplir con los estándares de desempeño podría poner a los jueces en la posición de elegir entre mantener sus trabajos y los intereses de la equidad. Los jueces terminan apresuránd­ose a través de casos complejos que requieren más tiempo para alcanzar una cuota.

Si la prisa era lo suficiente­mente extrema, el enérgico manejo de un caso por parte de un juez podría no cumplir con los estándares mínimos para el debido proceso de justicia exigido por la Constituci­ón.

De hecho, la implementa­ción de cuotas podría afectar aún más el sistema judicial. Los inmigrante­s mal servidos por los jueces que luchan por cumplir con las cuotas tendrían más probabilid­ades de luchar contra los fallos de los jueces, saturando los tribunales de apelacione­s federales. El mismo exceso se produjo después de que una reestructu­ración de la corte de apelacione­s de inmigració­n en 2002 redujo la calidad de la evaluación y condujo a casos más disputados.

Junto con su pedido de cuotas, la administra­ción Trump también solicitó que el Congreso destine fondos para 370 jueces de inmigració­n más, casi el doble del número asignado actualment­e. Si bien no está claro si un aumento de ese nivel es realista, pero proporcion­ar más recursos a los tribunales de inmigració­n sería un medio mucho más eficaz de hacer frente a la acumulació­n.

Un proceso más rápido es en interés de todos, pero la solución no es dejar de lado los requisitos de la justicia.

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