Analizarán cerebro de tirador de Las Vegas
N– Normalmente los cerebros llegan por Federal Express. Arriban un par de veces al mes al laboratorio de Hannes Vogel, director de neuropatología en el Centro Médico de la Universidad de Stanford. Prefiere recibirlos enteros, fijados en formalina, junto con su cubierta y la columna vertebral.
Uno de los siguientes cerebros que llegará, a principios de la próxima semana, será el de Stephen Paddock, quien asesinó a 58 asistentes a un concierto en Las Vegas el primer día de este mes en un arrebato furioso sin motivos claros. Aunque los oficiales de la Policía tratan de entender el tiroteo masivo recolectando pruebas y entrevistando a quienes se cruzaron en el camino del tirador, Vogel se prepara para buscar pistas en los restos del cerebro de Paddock. En una serie de entrevistas, las primeras que ha dado sobre el caso, habló sobre el trabajo que piensa hacer.
Antes, la oficina de investigación forense del condado Clark había anunciado que la autopsia de Paddock había finalizado y que se enviarían tejidos de su cráneo a Stanford para buscar un posible trastorno cerebral.
“No repare en gastos”, cuenta Vogel que le dijo un patólogo de la oficina de investigación forense.
“La magnitud de esta tragedia tiene a mucha gente preguntándose cómo pudo haber evolucionado”, dijo Vogel.
Eso incluye si una o más de cinco enfermedades neurológicas propuestas ante la oficina de investigación forense pudieron haber desempeñado algún papel. Aun cuando las probabilidades de encontrar respuestas en el tejido cerebral al misterio del acto de Paddock son mínimas, dijo Vogel, “todas esas especulaciones que andan por ahí podrán resolverse, yo creo”.
Ya se han llevado a cabo análisis de los cerebros de asesinos masivos en el pasado, pero los expertos dijeron que no tienen noticias de que exista alguna compilación de los hallazgos.
Vogel, uno de los relativamente pocos neuropatólogos académicos que se enfocan en estudios forenses, dijo que planea buscar y fotografiar cualquier anormalidad evidente, como un tumor o malformación, que pudiera sentirse o verse a simple vista.
Luego se enfocará en las estructuras interiores. El cerebro de Paddock ya fue sometido a una evaluación inicial, pero Vogel probablemente hará una disección más profunda, con cortes verticales desde arriba con un cuchillo grande orientado como de una oreja a la otra. Tomará muestras del tejido y sus colegas elaborarán láminas del grueso de una hoja de papel, las colocarán en portaobjetos y les pondrán tinturas que resalten las posibles anomalías en células individuales.
Vogel dijo que el miércoles le
Buscan pistas sobre la matanza
presentaron un informe sobre la condición del cerebro del asesino, incluyendo un daño causado por una aparente herida de bala autoinfligida en la cabeza. Aunque la herida puede comprometer la evaluación general del cerebro, dijo, “para muchas de las cosas sobre las que la gente está especulando aún servirá, pero depende de que lo vea”.
Aun así, él y otros cinco expertos en su campo esperan apaciguar las expectativas de la gente.
“Es algo muy engañoso”, dijo el Jan E. Leestma, autor de un libro de texto sobre neuropatología forense y asesor que, hace una década, ofreció un testimonio opuesto al de Vogel en un caso de asesinato. “La correlación entre lo que podría haber estructuralmente ahí y el comportamiento es difícil de establecer. A menudo plantea más preguntas de las que responde”.
En el caso del hombre armado de Las Vegas, quien tenía 64 años, se ha especulado sobre un proceso patológico conocido como degeneración lobular fronto-temporal. Afecta áreas del cerebro vitales para las “funciones ejecutivas”, como la toma de decisiones y la interacción social. Con frecuencia la enfermedad se desata en pacientes de 50 o 60 y tantos años, y puede causar marcados cambios de personalidad; a veces es hereditaria.
“Estas personas tienden notoriamente a cometer errores de juicio y tener una conducta descontrolada”, dijo Vogel. Sin embargo, en el caso de Paddock, “la gente dirá al mismo tiempo que este tipo fue muy meticuloso planeando y demás, y que eso sería improbable”.
De todas formas, dice que en su análisis del cerebro: “esa será probablemente el área en la que no quisiera dejar ni un cabo suelto”.
Por lo general, en Stanford hay una sesión semanal en la que se seccionan cerebros y se estudian en una sala aledaña a la morgue del hospital, con un grupo de asistentes que incluye a doctores con una larga trayectoria y aprendices. Sin embargo, Vogel dijo que quizá analice el cerebro de Vogel él solo, debido al alto perfil del caso. Los resultados se enviarán directamente a la oficina de investigación forense, dijo, y se regresarán todos los materiales.
Vogel señaló que el precio de un examen básico de cerebro, con observaciones microscópicas de ocho a diez secciones, cuesta cerca de 500 dólares, incluyendo el pago tanto al hospital como al doctor. Usar tinturas especiales en el tejido puede aumentar el precio.
Comentó que buscará señales de todas las enfermedades estándar neurológicas detectables, incluyendo infartos, enfermedades vasculares, tumores, ciertos tipos de epilepsia, esclerosis múltiple, trastornos degenerativos, traumatismos físicos e infecciones. No obstante, la mayoría de las enfermedades psiquiátricas no son discernibles mediante este tipo de análisis en la actualidad.
“Creo que todos dudan mucho que encontremos algo”, dijo Vogel. “Las posibilidades de explicar este tipo de comportamiento son mínimas desde un punto de vista neuropatológico”.