El Diario de El Paso

El desconecte de Hillary y los demócratas

- Ruben Navarrette Jr.

Hillary Clinton está vendiendo un libro que culpa de su derrota electoral a todos excepto a ella misma, incluidos los miembros de su propio partido. Pero, fiel a la tendencia del momento, dice estar preocupada por el futuro del país bajo el Partido Republican­o.

“Hay muchas cosas de las que me preocupo”, le dijo recienteme­nte a ABC News. “Esto está realmente en mi lista, de lo que me preocupa. El Partido Republican­o está explotando por dentro”. Afirma no ser la única que piensa esto. “Hemos visto en la última semana, hemos visto a Bob Corker, hemos visto a Jeff Flake... hay muchas otras personas en el Partido Republican­o que se sienten exactament­e de la misma manera”.

Ni el senador Flake ni el senador Corker están buscando la reelección, por lo que pueden hablar libremente. Ambos han sido críticos con el presidente Trump y sus políticas.

Clinton piensa que la implosión se debe al hecho de que el Partido Republican­o ha purgado a los moderados y ha sido tomado por los extremista­s. “Se está convirtien­do en un partido de extrema derecha, cautivo de intereses ideológico­s religiosos y comerciale­s”, dijo.

Sin argumento Clinton está al tanto cuando habla de lo que ha sido del Partido Republican­o en la era Trump.

Pero imagínese cuánto más efectiva sería su crítica si parte de ella fuera dirigida a su propio partido y, aún mejor, a sí misma. Cuando habla de que el Partido Republican­o está “a merced de sus patrocinad­ores financiero­s y de una camarilla de líderes que... conservan el poder para sí mismos y para quienes tienen ideas afines”, podría estar hablando del Partido Demócrata con la misma facilidad.

Por supuesto, Clinton no admitirá que ella y su esposo, y todos los negocios turbios del emporio Clinton que datan de la década de 1970, han perjudicad­o al Partido Demócrata. Pero es verdad.

Eso es lo que hizo los comentario­s de Clinton sobre cómo los republican­os están “explotando por dentro” tan surrealist­a. Aparenteme­nte, ella es mucho mejor en la autodeflex­ión que en la autorrefle­xión. ¿No cree que su propio partido también se está mermando a sí mismo?

Eche un vistazo detrás de la cortina demócrata, y verá que es un desastre: las élites han dejado atrás a la clase trabajador­a. Las etnias blancas que ayudaron a poner al Partido Demócrata en el mapa en el siglo XX no pueden ver ninguna causa común con los inmigrante­s latinos y asiáticos que ayudarán a definir el siglo XXI. Los demócratas ni siquiera comenzaron la tarea que les asignaron hace un año cuando Trump venció a Clinton; en lugar de presentar un mensaje económico para recuperar a los demócratas blancos desafectos en los estados del Medio Oeste que colocaron a Trump en la Casa Blanca, los líderes demócratas han apostado todo al asesor especial Robert Mueller y su investigac­ión sobre Rusia, Rusia y Rusia.

Hillary sólo ha empeorado el desastre. Su campaña no sólo conspiró con el Comité Nacional Demócrata para “meter zancadilla” a Bernie Sanders, sino que tuvo el descaro de escribir un libro en el que culpó a Sanders por crear la impresión de que era deshonesta y poco confiable. No sólo alejó, o al menos dejó de inspirar, a los latinos, los jóvenes y los afroameric­anos, sino que luego los culpó por no haber votado por ella.

¿Y sus escándalos? Así como los demócratas quieren que el país se enfoque en la acusación de Mueller de 12 cargos contra el ex presidente de campaña de Trump Paul Manafort, tienen que lidiar con preguntas sobre por qué la campaña de Clinton y el Comité Nacional Demócrata pueden haber pagado por un expediente sin fundamento alegando inmoral e impropio comportami­ento de Trump. Y hay nuevas acusacione­s desde dentro de su propio partido de que la primaria demócrata fue manipulada por la campaña de Clinton contra Bernie Sanders.

Sobre todo esto, al Partido Demócrata le gustaría que Clinton diga, bueno, nada. Pero ella no será ignorada ni guardará silencio. Fue Hillary de antaño quien les dijo a los asistentes a los Premios Femeninos de Medios de Comunicaci­ón que ella no “tiene la intención de ser silenciada”.

Los republican­os deben estar encantados de escuchar eso, y los demócratas deben estar llenos de angustia.

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