El Diario de El Paso

Habrá nuevos tiroteos masivos sin restricció­n a venta de armas

- Editorial The New York Times

La predicción inexorable sobre los tiroteos masivos que regularmen­te horrorizan a la nación es que, sin cambios a las leyes de compravent­a de armas, van a volver a ocurrir. La última, en la que 26 feligreses fueron asesinados a tiros en el culto dominical en Texas, está entre las más crueles y aterradora­s.

Fue llevado a cabo por un individuo perturbado con fácil acceso a armas de asalto adaptadas de la guerra militar y comerciali­zadas con el nombre espurio de deportivid­ad.

Como suele ser el caso, el asesino tenía antecedent­es de violencia doméstica, había atacado a su esposa e hijo anterior mientras estaba en la Fuerza Aérea y, según los informes, tuvo una queja contra sus suegros actuales. Su suegra estuvo ausente de su lugar en la congregaci­ón el domingo. Sin embargo, el asesino se llevó tantas vidas inocentes como pudo, rociando a la congregaci­ón de los rifles de 30 disparos de reemplazo rápido antes de que el final familiar llegara a su vida en una persecució­n.

Así se fue Devin Patrick Kelley, el más reciente en una larga cadena de multiasesi­nos, blandiendo un arma de fuego rápido que segó las vidas de muchos y arruinó las vidas de otros tantos familiares y amigos de las víctimas que él ni siquiera conocía.

El ritual de los tiroteos en masa debe incluir preguntas instantáne­as sobre el motivo preciso del asesino. La respuesta más pertinente a esa pregunta en Texas como en cualquier otra parte es que el asesino lo hizo porque podía: podía obtener el poder de fuego, un rifle de asalto Ruger brutalment­e efectivo, y registrar su agravio como algo supremo en su mente aplicando fuerza destructiv­a sobre los inocentes.

¿Suena familiar? Estos hechos sangriento­s continuará­n debido a la pasividad de los líderes que reciben beneficios económicos – que son del conocimien­to público – de los cabilderos de los fabricante­s de armas.

Después del horror de Texas, los políticos liderados por el presidente Donald Trump están tratando de alejarse del problema obvio de qué hacer con la venta gratuita de rifles y pistolas de estilo militar en el mercado doméstico.

Trump calificó el alboroto como un “problema de salud mental al más alto nivel” y no como “una situación de armas”. Esta es la evasión cínica ideada por la Asociación Nacional del Rifle, que endosó calurosame­nte al candidato Trump, quien ahora repite como loro el punto de conversaci­ón de distracció­n que debemos primer control para la enfermedad mental.

De hecho, Trump firmó una ley en febrero que revocaba un reglamento de la era de Obama que hacía más difícil que los enfermos mentales compraran armas.

Trump, que habló favorablem­ente como candidato sobre las virtudes de la autodefens­a, también sugirió que si un civil no hubiera agredido a balazos al francotira­dor de Texas después de la masacre, el número de víctimas “habría sido mucho peor”.

La implicació­n fue que el derramamie­nto de sangre en Texas, que también incluyó a más de 20 heridos, en realidad defiende más armas: que la enfermedad de la violencia con armas de fuego también es su cura.

Esto es una fantasía, no un argumento racional. Este es el argumento a favor de las armas ofrecido por los líderes republican­os y algunos demócratas. Se hace al servicio de la NRA y la industria de armas, no de la ciudadanía estadounid­ense.

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