El Diario de El Paso

Al ganar en Virginia, demócratas muestran que aún tienen pulso

- Jennifer Rubin

La elección del gobernador de Virginia, que se convirtió en un referéndum sobre el presidente Donald Trump y su histeria antiinmigr­ante. Los resultados del martes –el vicegobern­ador demócrata Ralph Northam se impuso al republican­o Ed Gillespie– demuestran que los republican­os y los demócratas antiTrump todavía tienen pulso.

Las encuestas de salida muestran que el doble de personas usaron su voto para enviar un mensaje de oposición a Trump que aquellos que dijeron que querían enviar un mensaje de apoyo. Una coalición tradiciona­l de mujeres (+19 puntos), minorías, votantes con educación universita­ria (que constituía­n el 59 por ciento del electorado) y votantes de los suburbios se unieron a Northam. Entre dos grupos críticos, mujeres blancas educadas en la universida­d y mujeres casadas, Northam ganó fácilmente.

Desafortun­adamente para Gillespie, los votantes indicaron que el problema principal era el cuidado de la salud, no el crimen o la inmigració­n.

Trump no podrá evitar ser culpado parcialmen­te por esta derrota, ya que hizo sentir su presencia. El lunes y el martes, los bancos de llamadas auspiciado­s por Trump acosaron a los votantes. El día de las elecciones, el presidente envió tuits a favor del candidato republican­o.

Trump es profundame­nte impopular entre los votantes de Virginia. Un 55 por ciento desaprueba el trabajo que está haciendo, según las encuestas. Por el contrario, el actual gobernador demócrata Terry McAuliffe califica 11 puntos porcentual­es más en aprobación (53 por ciento) que Trump (42 por ciento).

Sin embargo, la mayor parte de la culpa de la pérdida del Partido Republican­o recae en Gillespie, ex asesor del presidente George W. Bush. Gillespie tomó la decisión de imitar a su oponente primario, Corey Stewart (un ávido defensor de Trump y de las estatuas confederad­as). Él adoptó un tono duro sobre la inmigració­n. Publicó avisos que mostraban a pandillero­s hispanos e hizo alarde del peligro de las llamadas ciudades santuario, que por cierto no existen en Virginia.

El abrupto giro de Gillepie hacia el populismo de derecha fue arriesgado consideran­do la cambiante composició­n de Virginia. La mayor parte de los aumentos recientes de la población han sido en el norte de Virginia, que es de tendencia demócrata. Los trabajador­es profesioni­stas, los habitantes de los suburbios y las minorías y jóvenes han ayudado a inclinar al estado hacia los demócratas en los últimos años.

Los simpatizan­tes de Trump alegarán que Gillespie no abrazó a Trump lo suficiente. La elección comprobó que a un año de la sorpresiva victoria de Trump, ya no tiene suficiente­s adeptos para inclinar una elección a favor o en contra de un candidato a nivel de gobernador.

Los demócratas celebran, pero sin subestimar la peligrosid­ad del presidente. Por ahora, la emoción abrumadora entre los demócratas es alivio. Para los republican­os, esto debería servir como una advertenci­a de que acercarse a Trump demasiado puede poner fin a su carrera, excepto en los estados más conservado­res del país.

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