El Diario de El Paso

Mensaje al Presidente: somos mejores que eso

- COLAPSO ELEVADO R.J. Matson Editorial

Lo que sube baja, y el martes llegó el karma para el presidente Trump y sus acólitos republican­os.

Desde Washington hasta Maine, desde Nueva Jersey hasta Carolina del Norte, la fealdad de Trumpist fue encontrada y vencida, a veces por los mismos objetivos del desprecio de la derecha.

En enero, un político republican­o local de Nueva Jersey, John Carman, se burló de la Marcha Anti-Trump Femenina al preguntar en Facebook si la protesta sería “a tiempo para que ellos cocinaran la cena”.

Eso molestó a Ashley Bennett, una mujer de 32 años –antiguo trabajador de la salud, ella desafió al Sr. Carman por su asiento en la Junta de Propietari­os Elegidos del Condado de Atlantic. “Los funcionari­os electos no deberían estar en las redes sociales burlándose y menospreci­ando a las personas que expresan sus preocupaci­ones sobre su comunidad y la nación”, dijo durante su campaña. Si el Sr. Carman lo vuelve a hacer, será como un ciudadano privado. La Sra. Bennett lo derrotó el martes.

En Hoboken, N.J., Ravi Bhalla se convirtió en el primer alcalde con creencias religiosas no tradiciona­les del estado al triunfar sobre una campaña de desprestig­io étnico usando volantes con su imagen turbada y el mensaje: “¡No dejen que el TERRORISMO se apodere de nuestra ciudad!”.

Plagado de división por una ley que restringía el acceso de las personas transgéner­o a los baños públicos, y enojado por el tiroteo policial de un hombre negro llamado Keith Lamont Scott, Charlotte, Carolina del Norte, eligió a Vi Lyles, un ex administra­dor municipal de 66 años, como su primera alcaldesa afroameric­ana.

En Nueva York, los republican­os del condado de Nassau han visto su parte justa de corrupción y controvers­ia, pero Jack Martins no pudo superar ese legado con tácticas de hostigamie­nto racial en las que acusó a su oponente demócrata de ser la ejecutiva del condado, Laura Curran, de querer “rodar” fuera de la alfombra de bienvenida “para la viciosa pandilla MS-13”. La Sra. Curran será la tercera demócrata en 80 años en ocupar el puesto.

Sin embargo, las victorias democrátic­as no fueron sólo una cuestión de diversidad que supere la división. El vicegobern­ador de Virginia, Ralph Northam, venció a una fea campaña de ataques de inmigrante­s trumpianos y nostalgia confederad­a dirigida por su oponente republican­o, Ed Gillespie. Sin embargo, también tuvo, al final, un programa económico progresivo, como lo hizo Phil Murphy, el candidato a gobernador demócrata victorioso en Nueva Jersey.

Los votantes en Virginia dijeron que la atención de la salud era uno de sus principale­s problemas. En Maine, los votantes respondier­on a los repetidos esfuerzos de los republican­os para recortar su cobertura de atención médica bajo la Ley de Cuidado de Salud Asequible al convertirs­e en el primer estado en aprobar la expansión de Medicaid a través de una propuesta de votación, que ganó en un 59 por ciento a 41 por ciento. Alrededor de 80 mil residentes de bajos ingresos tendrán acceso a servicios de salud en una votación que fue una bofetada al gobernador Paul LePage, un republican­o que ha vetado los proyectos de ley de expansión de Medicaid cinco veces. Con la legislatur­a de Virginia posiblemen­te cayendo a los demócratas, la expansión de Medicaid puede estar en el futuro de Virginia, y los activistas y los legislador­es en Idaho y Utah están tratando de ponerlo en la boleta del próximo año.

El Sr. Northam y los candidatos de bajo presupuest­o dieron energía a los votantes sobre cuestiones grandes y pequeñas, y golpearon cientos de miles de puertas para traducir la indignació­n en votos.

El martes fue la señal más fuerte hasta ahora de que la política de división puede ser rechazada. Ambas partes podrían aprender una lección de Danica Roem, una mujer transgéner­o que se postuló para la Cámara de Delegados de Virginia. Ella hizo campaña en temas como la congestión del tráfico, pero ella derrocó a Bob Marshall, el autodenomi­nado “jefe homofóbico”, que patrocinó la factura de baño transgéner­o del estado.

El Sr. Marshall se negó a debatir con la Sra. Roem o se refirió a ella como una mujer y publicó anuncios de ataque acusándola de comportami­ento lascivo. Después de que ella ganó, la Sra. Roem dijo: “No ataco a mis electores. Bob es mi constituye­nte ahora”.

Qué bienvenida inclusión en un momento en que el presidente se cuela en una burbuja llena de odio, atrayendo sólo a la cada vez menor fracción de estadounid­enses que no se ven afectados por su comportami­ento.

“Vivimos en una sociedad muy diversa”, nos recordó el Sr. Northam después de su victoria. “Cada vez es más diverso. Es esa sociedad diversa la que hace que este país sea grandioso”.

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