El Diario de El Paso

EU tiene problemas, pero los latinos no son uno de ellos

- Ruben Navarrette Jr.

Para los latinos, el primer aniversari­o de la elección de Donald Trump marca el día en que un demagogo que trató a la minoría más grande de la nación como una piñata fue recompensa­do con la más alta insignia en el planeta Tierra.

En su campaña, los desaires de Trump contra los latinos incluyeron: acusar a México de enviar personas “narcos, criminales y violadores” a este país; prometiend­o una “fuerza de deportació­n” inspirada en la repatriaci­ón de 1954 del presidente Eisenhower, conocida como Operación Mojado; desafiando una disposició­n de la Constituci­ón que dice que los hijos de inmigrante­s indocument­ados nacidos en EU –que Trump llamó “bebés ancla”– son automática­mente ciudadanos de EU; nombrando a los inmigrante­s mexicanos como “hombres malos”; y afirmar que Gonzalo Curiel, un juez federal nacido aquí, no podría ser justo al juzgar una demanda contra la Universida­d Trump porque el juez es “mexicano”.

Como presidente, Trump ha continuado su asalto a los latinos al elegir a Jeff Sessions como su fiscal general a pesar de que el ex senador tenía un historial atroz en inmigració­n y derechos civiles; perdonar a Joe Arpaio después de que el ex sheriff de Arizona fuera condenado por desafiar una orden de la corte federal de dejar de aplicar la ley de inmigració­n y acosar a los latinos; poner fin al programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) que permitió a los jóvenes indocument­ados permanecer en Estados Unidos temporalme­nte; respaldand­o un proyecto de ley del Senado que reduciría la inmigració­n legal a la mitad y crearía un sistema de ingreso basado en habilidade­s que mantendría alejadas a las personas de América Latina; y avanzando la narrativa ficticia sobre las llamadas ciudades santuario, donde los inmigrante­s indocument­ados supuestame­nte viven felices para siempre.

Vivir como un latino en la época de Trump es surrealist­a. Para tomar una página de Dickens, es el mejor de los tiempos y el peor de los tiempos.

Lo mejor: el hecho de que los 57 millones de latinos del país ahora represente­n alrededor del 18 por ciento de la población de EU y probableme­nte llegue al 25 por ciento para el 2030, ha acaparado la atención de los partidos políticos. Y el hecho de que todas esas personas gastan alrededor de 1.7 trillones de dólares anuales en bienes y servicios ha atraído la atención de compañías y corporacio­nes desde Main Street hasta Madison Avenue.

Lo peor: toda esa atención positiva ha dejado a muchos estadounid­enses blancos sintiéndos­e excluidos, marginados y desplazado­s. Y esto los aterroriza hasta el punto en que arremetier­on y apoyaron a payasos de feria como Trump, quienes prometen devolverle­s su antigua gloria recortando la inmigració­n, eliminando las preferenci­as raciales, saliéndose de acuerdos comerciale­s y devolviend­o a la vida las fábricas cerradas.

Uno pensaría que un grupo demográfic­o que posee la mayor parte de la riqueza, administra Wall Street, controla Hollywood, da forma al mundo académico, maneja los medios y domina la política sería más seguro. Pero aparenteme­nte las personas blancas asustan fácilmente. Y muchos de ellos parecen decididos a crear un Estados Unidos que asusta a los latinos.

¿Y podríamos tener sólo un programa en Fox News que no pinte a los inmigrante­s latinos como un peligro y un lastre para la sociedad? Cada vez que veo el canal, siento que debo despedir a mi ama de llaves porque probableme­nte esté robando los cubiertos. Ah, y si su perezoso y titulado hijo milenario no puede encontrar un trabajo de verano recogiendo fresas, usted sabe a quién culpar: los inmigrante­s.

Lo admito, la mayoría de los días, me despierto confundido. Como latino, no estoy seguro si Estados Unidos me ama, o si me odia.

No pretendo hablar en nombre de todos los latinos, y sin embargo, sé que no estoy solo cuando le digo a Trump y a su tribu: Se divirtiero­n, en gran parte a costa nuestra. ¡Ya basta! Este país tiene sus problemas. Pero no somos uno de ellos. Estados Unidos es más grande que ustedes, no más grade que nosotros pero mejor que esto. Es por eso que lo amamos, incondicio­nalmente.

Acerca de eso último, no debe haber confusión.

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