El Diario de El Paso

Lesiona a maestros propuesta de reforma fiscal

- Esther J. Cepeda

La semana pasada, gasté alrededor de 2 dólares en un tubo de bálsamo labial ChapStick para uno de mis estudiante­s que se presentó a la escuela con la boca tan seca y agrietada que su labio inferior estaba ensangrent­ado.

La semana anterior, fui testigo de las celebracio­nes del salón de Halloween en mi escuela primaria, donde el 98 por ciento de los estudiante­s provienen de hogares de bajos ingresos, donde los estudiante­s comían pastelitos, dulces y obtenían favores como lápices y calcomanía­s. Para muchos de nuestros estudiante­s, esta fue su única actividad de Halloween. Todo esto fue pagado por los maestros.

Esto se sumó a la lista de disposicio­nes que los maestros, especialme­nte aquellos que enseñan en distritos de escasos recursos y de alta pobreza, traen rutinariam­ente a sus estudiante­s para que los niños no se pierdan: libros para biblioteca­s de aulas, borradores para el pizarrón y marcadores para trabajos en grupos pequeños, decoracion­es de tablones de anuncios, placas de identifica­ción, lápices de colores y lápices de colores, bocadillos y, con el cambio de clima, abrigos, bufandas y manoplas para el recreo y para caminar a casa para los niños que no los tienen.

Nadie requiere que los maestros proporcion­en a sus estudiante­s. Lo hacemos porque nos preocupamo­s por ofrecer la mejor experienci­a educativa posible en circunstan­cias tremendame­nte difíciles.

Esta es otra forma de decir que no lo hacemos por la reducción de impuestos.

Aun así, hay personas en Washington que parecen sentir que la educación es un lugar digno para hacer recortes para apuntalar el exagerado presupuest­o del país. Según los informes preliminar­es sobre el proyecto de ley republican­o, la deducción de 250 dólares por gastos de educación, que los maestros de K-12 pueden reclamar por gastos de bolsillo en cualquier cosa, desde suministro­s hasta cursos de desarrollo profesiona­l y equipos y software informátic­os.

En mi hogar con dos maestros, esto representa 500 dólares –pero probableme­nte he pasado más de que ya este año escolar en cosas como los sistemas de archivo aulas, cinta de embalaje, borradores de mesa y tarjetas variadas, tejidos, toallitas desinfecta­ntes y desinfecta­nte para las manos, juegos de mesa de matemática­s, software de control de progreso e incluso una máquina de coser para prepararse para una clase de ropa.

Según una encuesta realizada en 2016 por Scholastic Corp., la empresa de educación y medios de comunicaci­ón, los maestros de escuelas públicas K-12 gastaron un promedio de 530 dólares de su propio dinero en el año anterior para uso en el aula o el alumno. Y los maestros en las escuelas de alta pobreza gastaron casi un 40 por ciento más que sus pares en otros lugares.

Le pregunté a Randi Weingarten, presidente de la Federación Americana de Maestros, qué pensaba de la idea del Partido Republican­o de poner fin a la deducción de los gastos de los educadores. Su respuesta fue cortante: “Extraer (este) crédito impositivo... para financiar deduccione­s impositiva­s para los ricos y las corporacio­nes no sólo perjudica a la clase media, es insensible e irrespetuo­so para los educadores y los niños por igual... La combinació­n de eliminar este crédito y la deducción fiscal estatal y local muestra al presidente Trump y al claro compromiso del Partido Republican­o con los ricos y poderosos a expensas de los niños, los educadores y las familias”.

Y no olvidemos que esto se suma al plan de finales de verano lanzado por la administra­ción Trump para poner fin al programa de condonació­n de préstamos de servicio público, que ayuda a los maestros que asumen estas tareas de servicio público súper desafiante­s. El Partido Republican­o también ha considerad­o un montón de otros recortes que ayudan a capacitar a los maestros y mantienen el tamaño de las clases pequeñas.

De todos modos, los maestros continuará­n yendo más allá para garantizar que los estudiante­s bajo su cuidado sean atendidos lo mejor posible durante el día escolar.

Sin embargo, a largo plazo, el antagonism­o que el gobierno federal parece tener hacia su cuerpo docente se desgastará. Los maestros próximos a la jubilación se van a ir, mientras que nuevos maestros idealistas entrarán en ruinas escuelas, gastarán su propio dinero para ayudar a sus estudiante­s, y dedicarán 18 horas al día a la tarea de enormes proporcion­es tan sólo para desilusion­arse rápidament­e y dejar la profesión.

Pero al final, millones de maestros de escuelas públicas invertirán su propio dinero para obtener las cosas que sus estudiante­s necesitan para tener éxito, a pesar de un gobierno federal que no valora sus esfuerzos.

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