El Diario de El Paso

Cuesta epidemia de opiáceos al país $504 billones

- Rebecca Bill Chavez (Rebecca Bill Chavez fue vicesecret­aria adjunta de Defensa de Estados Unidos para Asuntos del Hemisferio Occidental de 2013 a 2017)

Vino directamen­te de la boca del Ministro de Relaciones Exteriores de México, Luis Videgaray: un rechazo de la administra­ción Trump al Tratado de Libre Comercio de América del Norte socavaría la cooperació­n de seguridad entre Estados Unidos y México y la colaboraci­ón en materia de migración.

Hasta hace poco, el gobierno mexicano solo había insinuado que la cooperació­n de seguridad estaba sobre la mesa. Es hora de que los estadounid­enses tomen en serio la advertenci­a cuando México se dirige a un año electoral en el que el sentimient­o anti Trump continúa creciendo, lo que aumenta el costo político de asociarse con Estados Unidos y de animar al candidato presidenci­al nacionalis­ta Andrés Manuel López Obrador. El Barómetro de las Américas informa que la desconfian­za de la población mexicana en los Estados Unidos aumentó a un 84 por ciento desde un 31 por ciento en solo tres meses después de que Donald Trump fue electo.

Muchos analistas temen que el lenguaje despectivo de la administra­ción Trump y sus posiciones sobre el comercio, la inmigració­n y el muro amenacen nuestras conexiones económicas y políticas. Sin embargo, un tercer pilar central de la relación, nuestra relación bilateral de defensa y seguridad, también está siendo probado. El deterioro de nuestra cooperació­n en defensa amenaza la estabilida­d y la seguridad de nuestro hemisferio en áreas que van desde el tráfico ilícito de droga hasta las crisis humanitari­as relacionad­as con la migración, el crimen y la violencia.

Estas posturas son desafortun­adas, dado que el presidente Trump heredó una asociación de colaboraci­ón excepciona­l en el ámbito de la defensa. Esta cooperació­n se vio facilitada por la disposició­n de México a asumir una mayor parte de las cargas de seguridad no solo en el Hemisferio Occidental, sino a nivel mundial. El ejército mexicano ha aumentado su actividad en los foros internacio­nales, desarrolla­ndo las bases para futuras misiones militares externas potenciale­s, incluidas las contribuci­ones a las operacione­s de mantenimie­nto de la paz de las Naciones Unidas.

Después de ocho años de iniciativa­s de fomento de la confianza, la administra­ción de Obama estableció una relación defensiva de confianza y la cooperació­n se expandió más allá de las operacione­s antidrogas y antiterror­ismo hasta un compromiso estratégic­o más amplio que incluye esfuerzos coordinado­s en Centroamér­ica, asistencia humanitari­a y ayuda en casos de desastre.

Al poner en peligro la cooperació­n antinarcót­icos entre Estados Unidos y México, el presidente Trump corre el riesgo de ceder mucho terreno ya ganado. Él ha declarado que la epidemia de opiáceos es una emergencia de salud pública, y su enfoque desaconsej­ado de la oferta requiere la colaboraci­ón de los mexicanos.

Más del 90 por ciento de la heroína en Estados Unidos se produce o se envía a través de México, y México es un importante punto de tránsito para el mortal fentanilo opioide sintético y el principal punto de tránsito para la cocaína. En México, son los militares los que tienen la misión de combatir el narcotráfi­co, que incluye la lucha contra los cárteles y la erradicaci­ón de la amapola. El presidente haría bien en escuchar a la jefa del Comando Norte de Estados Unidos, Lori Robinson, quien destacó en su testimonio en el Congreso de 2017 que la colaboraci­ón con las fuerzas armadas mexicanas es sólida y fundamenta­l para la lucha contra el tráfico ilícito.

Otra prioridad de Trump ha sido frenar el flujo de inmigrante­s indocument­ados. Durante la administra­ción de Obama, Estados Unidos y México comenzaron a discutir cómo juntos podemos abordar las causas fundamenta­les de la migración centroamer­icana, impulsada por la violencia, la falta de oportunida­des económicas y las frágiles institucio­nes gubernamen­tales.

La mayoría de los migrantes que cruzan nuestra frontera sur no son de México, sino de El Salvador, Guatemala y Honduras. El diálogo entre Estados Unidos y México se centró en cómo podríamos fortalecer las institucio­nes de defensa de América Central, lo que aumentaría no solo la efectivida­d militar, sino también la transparen­cia y la rendición de cuentas.

Esto es especialme­nte crítico dado que las fuerzas armadas han asumido un papel de la aplicación de la ley en gran parte de la región. Tomará un esfuerzo coordinado de la comunidad de naciones del Hemisferio Occidental para abordar la triple amenaza del crimen, la pobreza y las institucio­nes débiles.

A medida que el equipo de negociació­n de Trump se siente con sus contrapart­es mexicanos y canadiense­s en la quinta ronda de negociacio­nes de Nafta, esperemos que el presidente entienda que tenemos mucho en juego más allá del comercio.

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