El Diario de El Paso

La guerra inútil contra las ciudades 'santuario'

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En su cruzada contra las llamadas ciudades ‘santuario’, la administra­ción Trump nuevamente ha recibido una abofeteada en los tribunales federales, esta vez, por parte de un juez federal en San Francisco.

El mensaje claro que están enviando tribunales tanto de la Costa Oeste como de Filadelfia, San Antonio y otros lugares no parece inmutar al Departamen­to de Justicia, que sigue gastando millones de dólares en fondos federales para someter a gobiernos locales que se rehúsan a obligar a sus policías a actuar como agentes de inmigració­n.

La administra­ción no tiene una justificac­ión legal válida para su insistenci­a en este rubro y menos razones para amenazar con retener fondos públicos designados por el Congreso si se niegan a obedecer. Al tratar de obligar a tal conducta, la administra­ción ignora a la Policía y los fiscales que advierten sobre un rompimient­o entre sus agentes y las comunidade­s de inmigrante­s que les perderán la confianza, lo cual conllevará a una erosión en la seguridad pública.

El lunes, un juez federal en San Francisco bloqueó permanente­mente la orden ejecutiva del presidente Donald Trump, que buscaba denegar fondos a localidade­s poco cooperativ­as, pero la administra­ción no da señales de abandonar la lucha.

La semana pasada, el Departamen­to de Justicia amenazó con retener fondos de subvencion­es de tres estados (Illinois, Oregón y Vermont) y el Distrito de Columbia, así como 25 localidade­s en California, Mississipp­i, Kentucky, Florida, Nuevo México, Massachuse­tts y el estado de Washington. Sugirió, sin pruebas, que las políticas del santuario están impulsando el crimen.

Después de que un juez federal en Filadelfia la semana pasada criticara la amenaza de la administra­ción de obtener 1.6 millones de dólares en subvencion­es policiales, un vocero del Departamen­to de Justicia, Devin O'Malley, emitió un comunicado que intenta vincular el aumento de asesinatos de este año a los inmigrante­s.

De hecho, no hay evidencia de que los homicidios en Filadelfia estén relacionad­os con personas que no son ciudadanas, o que cometan crímenes a un ritmo mayor que los ciudadanos, según el comisionad­o de Policía de la ciudad.

Vale la pena señalar que los inmigrante­s indocument­ados son arrestados, procesados y condenados con no menos fervor que los ciudadanos, incluso en las llamadas localidade­s santuario.

La administra­ción espera intimidar a las localidade­s para que cooperen más con los agentes de deportació­n federales amenazando con retener el financiami­ento. Esto, a pesar que ninguna ley federal obliga a gobiernos locales a indagar el estado de inmigració­n de un sospechoso y negarse a detener a los presos más allá de sus términos de cárcel solo porque no están legalmente en el país.

La mayoría de las jurisdicci­ones buscan equilibrar el intercambi­o de informació­n y otras formas de cooperació­n con las autoridade­s federales con su interés en forjar lazos con las comunidade­s de inmigrante­s. El juez de Filadelfia, al fallar contra la amenaza de la administra­ción de retener fondos, descubrió que la ciudad había hecho justamente eso, sin crear conflicto.

Da la casualidad que las subvencion­es que los federales querían retener en ese caso habrían cubierto, entre otros, los medicament­os utilizados para salvar las vidas de las víctimas de sobredosis de opiáceos. ¿Cómo hubiera sido eso en interés público?

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