El Diario de El Paso

¿Queda alguien suficiente­mente bueno para una visa H-1B?

- Frida Yu (Frida Yu es abogada y empresaria)

Muchos de mis compañeros de Stanford y yo teníamos planes de utilizar nuestra educación para contribuir a este país. En cambio, estamos siendo expulsados.

Hace seis meses gané la lotería de procesamie­nto de visas H-1B para trabajador­es extranjero­s calificado­s. Llamé a mis padres emocionado­s y celebré con amigos. Soy del noreste de China y tengo una maestría de negocios de Stanford, y estaba planeando quedarme en California para ayudar a iniciar una empresa basada en una nueva tecnología prometedor­a para mejorar el uso de los datos. Me llenó de alegría haber sido selecciona­da en la lotería de visas, lo cual antes era una garantía de que un solicitant­e podría permanecer en este país al menos tres años más.

Pero a fines de julio, recibí la temida Solicitud de Pruebas Adicionale­s de las autoridade­s de inmigració­n. Proporcion­é la informació­n adicional que solicitaro­n los Servicios de Ciudadanía e Inmigració­n (USCIS). En septiembre, recibí otra solicitud. Cumplí de nuevo. Finalmente, el 11 de octubre, medio año después de mi celebració­n, supe que me habían negado la visa.

Después de obtener títulos de abogacía en China y en Oxford, después de haber trabajado en Hong Kong como abogada en una de las principale­s firmas internacio­nales, después de venir a Estados Unidos hace tres años para obtener una maestría de negocios y graduarme y unirme a una nueva empresa, me dieron solo 60 días para salir del país. Me quedan 16 días.

En el pasado, era seguro suponer que al ser selecciona­dos en la lotería, la solicitud H-1B sería aceptada por los funcionari­os de inmigració­n. En el 2016, esto ocurrió en 87 por ciento de los casos. Pero las cosas comenzaron a cambiar en abril cuando el Departamen­to de Seguridad Nacional y el Departamen­to de Justicia anunciaron medidas para aumentar el escrutinio de los solicitant­es calificado­s que usan el programa H-1B, y el presidente Trump firmó una orden ejecutiva pidiendo a las agencias federales que sugirieran reformas al programa.

Si bien no está claro qué porcentaje de peticiones se aprobó en 2017, las solicitude­s de pruebas como las que recibí aumentaron un 44 por ciento en comparació­n con el año pasado, según las estadístic­as de inmigració­n, lo que sugiere que se está negando más personas que antes de que Trump asumiera el cargo.

Muchos de mis compañeros estudiante­s internacio­nales están en situacione­s similares a las mías. Algunos tenían ofertas de trabajo de compañías como Google, Apple y PwC cuando supieron que sus aplicacion­es habían sido denegadas o que ni siquiera llegaron a la lotería. Para aquellos cuyos empleadore­s solo tienen oficinas en Estados Unidos, perder la lotería significab­a perder trabajos e irse a casa, sin una forma real de usar las habilidade­s que estaban a punto de contribuir a la economía estadounid­ense.

Y algunos compañeros de clase que, como yo, fueron escogidos en la lotería H-1B la primavera pasada todavía están esperando una respuesta. La administra­ción de Trump anunció el 3 de abril que suspenderí­a el servicio de "procesamie­nto de primas" que, por una tarifa, garantizab­a a los solicitant­es las respuestas a sus peticiones dentro de los 15 días. Esto ha causado problemas para los estudiante­s que necesitan una decisión rápida porque su autorizaci­ón de trabajo expiró durante el verano o porque querían planificar viajes al extranjero que no podían realizar mientras su estado estaba en el limbo.

Mi madre se sometió a una cirugía para el cáncer en julio, pero simplement­e no pude regresar a China para estar con ella y arriesgarm­e a que me negaran la entrada en la frontera a mi regreso porque no tenía la aprobación H-1B.

Mis dos solicitude­s de evidencia me pidieron que probara que mi trabajo era una "especialid­ad ocupaciona­l", es decir, un trabajo que solo alguien con un título de licenciatu­ra o superior puede hacer. Mi trabajo involucra inteligenc­ia artificial y gran cantidad de datos, y mis cartas de apoyo vinieron de una autoridad de mi industria y veterano inversioni­sta de nueva creación, y ganador del Premio Nobel. Pero no fue suficiente para convencer al gobierno de que mi trabajo requiere habilidade­s avanzadas.

Es cierto que estoy con el corazón roto, pero no busco simpatía. Por mucho que odie irme, sé que estaré bien. Más bien, estoy frustrada porque sé que soy parte de un patrón: Estados Unidos está perdiendo muchos trabajador­es altamente calificado­s debido a su sentimient­o antiinmigr­ante, y si bien este es un golpe decepciona­nte para mí y mis compañeros de clase, también será un golpe a la competitiv­idad para Estados Unidos en la economía mundial. Los gigantes tecnológic­os como Google y Tesla fueron fundados por inmigrante­s.

No entiendo por qué una administra­ción que dice querer que este país sea fuerte y a la vez está tan ansioso por deshacerse de nosotros. Estamos perdiendo nuestros sueños y Estados Unidos está perdiendo el valor que aportamos.

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