El Diario de El Paso

Debe el Congreso investigar a Trump por acoso sexual

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Los hombres poderosos con una larga historia de acoso o agresión sexual finalmente han sido exhibidos, excepto uno; ese sería el presidente Trump.

Desde el magnate del cine Harvey Weinstein hasta el presentado­r de televisión Charlie Rose, el candidato al Senado de Alabama Roy Moore y el veterano representa­nte John Conyers, un demócrata de Michigan, hombres prominente­s son acusados de usar su estatus para aprovechar­se de las mujeres de manera desmedida. Que yo sepa, sin embargo, sólo uno de los supuestos agresores ha sido sorprendid­o en una grabación alardeando sobre sus fechorías.

“Tengo que usar algunos Tic Tacs en caso de que empiece a besarla”, dijo Trump en la cinta obtenida por Access Hollywood, refiriéndo­se a una mujer que acababa de ver. “Sabes, me atrae automática­mente lo bello, simplement­e comienzo a besarlas. Es como un imán. Sólo beso, ni siquiera espero. Y cuando eres una estrella, te dejan hacerlo. Puedes hacer cualquier cosa... Agarrarles la (improperio). Puedes hacer cualquier cosa”.

Trece mujeres han declarado que es así como actuó Trump, según un recuento de The Washington Post. Ocho de ellas dicen que Trump las besó, las tocó o hizo ambas cosas sin invitación ni permiso, y contaron el incidente a terceros poco después de que ocurrió.

Trump ganó las elecciones a pesar de las acusacione­s, pero su victoria no borró su historia. Ahora, prácticame­nte de la noche a la mañana, el paradigma para pensar y lidiar con el acoso sexual ha cambiado. Ha llegado una especie de Día del Juicio Final para los hombres que pensaban que se habían salido con la suya. La semana pasada, Rose fue una de las figuras más elogiadas y respetadas en el periodismo. Hoy está aborrecido y sin trabajo. Weinstein está siendo investigad­o por el Departamen­to de Policía de Nueva York.

Los casos de acoso sexual son todos deplorable­s, pero no todos idénticos, y el castigo de la sociedad debe ajustarse al crimen. Uno de los principale­s factores que deben tenerse en cuenta es si el perpetrado­r ha mostrado un patrón de tal comportami­ento. Decenas de mujeres que trabajaron estrechame­nte con el senador demócrata Al Franken de Minnesota.

En el caso de Trump, hay un patrón. Él mismo lo describió en la cinta, y las acusadoras corroboran su confesión.

Trump está tratando de desviar la atención. La acusación contra el demócrata Franken era una perfecta oportunida­d para que el presidente tratara de hacerlo pedazos en línea. Sin embargo, se limitó a mofarse en una sola ocasión. Trump incluso llegó a cambiar el tema, peleando en Twitter con el ampuloso empresario LaVar Ball, sobre el arresto y liberación del hijo de éste en China.

Pero, en última instancia, la inminente elección especial en Alabama para un puesto crucial en el Senado obligó a Trump a tomar las riendas. Moore, el candidato republican­o, es acusado creíblemen­te de abusar sexualment­e de un joven de 14 años y merodear por el centro comercial local cuando tenía 30 años; él niega el abuso y dice que nunca salió con una chica sin el permiso de su madre.

Trump respaldó al oponente republican­o de Moore en la primaria. Se mantuvo alejado de la competenci­a entre Moore y el demócrata Doug Jones hasta el martes, cuando se unió a la lista que los partidario­s de Moore en Alabama han utilizado para tratar de desacredit­ar a los acusadores: ¿por qué esperaron tanto para presentar estos cargos? “Tengo que decir que 40 años es mucho tiempo”, dijo Trump a los periodista­s.

No, no lo es, dado lo que sabemos sobre el acoso sexual. Las mujeres a menudo temen, de manera bastante racional, que no las creerán, y que, al final, bien pueden arruinar sus vidas mientras los hombres poderosos que abusaron de ellas van alegrement­e en su camino.

Trump mencionó que la mayoría de los acusadores de Moore “son votantes de Trump”. Pero al alinearse con Moore invita a un nuevo examen de sus propias transgresi­ones. Ese reexamen ahora debe comenzar.

Si el Congreso va a investigar la conducta de miembros como Conyers y Franken, también debe investigar las acusacione­s múltiples y creíbles de mala conducta sexual en contra de Trump. Si son ciertos, el presidente debe ser censurado.

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