El Diario de El Paso

El proyecto de ley tributaria que creó la desigualda­d

- Marian Kamensky

La mayoría de los estadounid­enses saben que el proyecto de ley republican­o aumentará la desigualda­d económica al imponer descansos a las empresas y los ricos al tiempo que quita beneficios a los pobres y la clase media.

Lo que muchos pueden no darse cuenta es que la creciente desigualda­d ayudó a crear el proyecto de ley en primer lugar.

A medida que un grupo cada vez más pequeño de personas arrinconó una parte cada vez mayor de la riqueza de la nación, también ganaron una parte cada vez mayor del poder político. Se convirtier­on, en efecto, en hacedores de reyes; la factura de impuestos es una consecuenc­ia natural de su largo esfuerzo por inclinar la política estadounid­ense para servir a sus intereses.

Tal como están las cosas ahora, el 1 por ciento superior de la población por riqueza –el grupo que se beneficiar­ía principalm­ente de la cuenta de impuestos– controla casi el 40 por ciento de la riqueza del país. El 90 por ciento inferior tiene sólo el 27 por ciento, según los economista­s Thomas Piketty, Emmanuel Saez y Gabriel Zucman.

Hace apenas tres décadas, estas cifras eran casi exactament­e al revés: el 90 por ciento inferior poseía casi el 40 por ciento de toda la riqueza. Para encontrar un momento en el que una minoría tan pequeña sea tan dominante, debes regresar a la Gran Depresión.

El poder del uno por ciento puede ayudar a explicar por qué el presidente Trump, que se presentó como populista, no sólo ha abandonado cualquier pretensión de luchar por la clase trabajador­a, sino que también se ha unido a los republican­os en el Congreso para romper las regulacion­es que protegen a las familias y el medio ambiente.

Ahora, quieren reducir los impuestos a las empresas y ofrecer nuevas lagunas a los ricos, incluso si eso significa herir a sus propios electores al limitar la capacidad de las familias de clase media para deducir los impuestos estatales y locales en sus declaracio­nes de impuestos.

La mayoría de las campañas políticas ahora dependen de un pequeño grupo de donantes ricos que dan decenas de miles de dólares o más por ciclo electoral.

Alrededor del 40 por ciento de las contribuci­ones a las campañas durante las elecciones federales de 2016 provino de un grupo élite de 24 mil 949 donantes, lo que equivale al 0.01 por ciento de la población adulta. En 1980, el primer 0.01 por ciento representa­ba sólo el 15 por ciento de todas las contribuci­ones, según un análisis de Adam Bonica, profesor de Stanford, y sus colaborado­res.

Por supuesto, la creciente importanci­a de los donantes ricos no es exclusivam­ente un fenómeno republican­o. Pero en cuestiones económicas y tributaria­s, los donantes liberales grandes no han empujado a su partido a la extrema izquierda. De hecho, las donaciones de Wall Street y de las empresas estadounid­enses han llevado a muchos demócratas al centro o incluso a la derecha en cuestiones como la regulación financiera, el comercio internacio­nal, la política antimonopo­lio y la reforma de la asistencia social.

Mientras tanto, ¿dónde están los campeones políticos de los estadounid­enses pobres? Quienes sean, no han estado produciend­o resultados. Los salarios de los más pobres se han debilitado, en parte porque el Congreso ha tardado tanto en aumentar el salario mínimo –7.25 dólares por hora desde 2009– que su poder adquisitiv­o es ahora un 10 por ciento menor que en 1968. Los legislador­es y los jueces conservado­res también han socavado a los trabajador­es al hacerles más difícil sindicaliz­arse, no están en posición de exigir mejores salarios y mejores condicione­s de trabajo.

Este proyecto de ley de impuestos agravaría todas estas tendencias. El Centro de Política Tributaria Urban-Brookings y el Comité Conjunto sobre Tributació­n, ambos respetados, ambos no ideológico­s, dicen que el proyecto de ley beneficiar­ía principalm­ente a los ricos y dejaría peor a la mayoría de los estadounid­enses pobres y de clase media a largo plazo. Eso es sin que el Congreso haga nada más para ampliar la brecha. Pero incluso ahora, Trump y los republican­os en el Congreso están hablando de recortar programas gubernamen­tales como Medicare, Medicaid y Seguridad Social el próximo año para ayudar a compensar los más de un billón de dólares que la factura tributaria agregaría al déficit federal.

La desigualda­d en Estados Unidos no tiene por qué perpetuars­e a sí misma. Cuando las personas aparecen en las urnas, como lo hicieron recienteme­nte en Alabama, pueden producir resultados inesperado­s. Es por eso que los legislador­es republican­os tal vez quieran pensar nuevamente si quieren ser el medio a través del cual sus ricos donantes realicen este atraco.

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